sábado, 6 de febrero de 2016

Evocan a Rubén Darío, el poeta que revolucionó el verso en español

LA CRÓNICA La edición de una biografía iconográfica de Rubén Darío, la publicación de un libro que narra cómo fue el último año de vida del poeta, una exposición de manuscritos y cartas que El Príncipe de las letras castellanas escribió durante su estancia en Chile, así como una conferencia del crítico literario nicaragüense Julio Valle Castillo y la creación de un mapa con los viajes que hizo el autor de Azul, forman parte de las actividades que se realizarán en Nicaragua para conmemorar los cien años de fallecimiento de Rubén Darío (18 enero 1867-6 febrero 1916), el poeta que revolucionó el verso en español.
“La actividades de celebración iniciaron ayer con la inauguración de un parque a la memoria de Rubén en la entrada de León, ciudad donde murió el poeta, pero además de los actos oficiales, el gobierno de Chile ha donado una exposición con manuscritos, cartas y fotos de Rubén, documentos que resguardaban en su biblioteca nacional, entonces han preparado una exposición en Managua y luego llegará a León”, señaló Miguel Ángel Martínez, director del Museo y Archivo Rubén Darío. Precisó que la donación de la Biblioteca Nacional de Chile consiste en 680 piezas originales que incluyen borradores, poemas, ensayos y cartas que envío el poeta a políticos y otros escritores, actividad que se complementará con la muestra Rubén Darío en Chile, que exhibirá su paso y legado por esa nación a través de 20 lienzos, en compañía de una colección de artículos periodísticos publicados en el diario La Nación de Buenos Aires, Argentina, durante los años 1893 y 1916. Miguel Ángel Martínez también comentó que durante todo el año se realizarán presentaciones de libros, específicamente en el Museo que dirige, ya que difundirán las últimas publicaciones hechas en torno a la vida y obra del autor nicaragüense. “Por ejemplo, presentaremos El último año de Rubén Darío, una investigación hecha por el escritor Francisco Javier Bautista Lara, quien recoge todas las crónicas de noticias sobre Rubén en su último año de vida. Nos muestra como Darío, a través de periódicos y revistas de Centroamérica, se mantenía informado durante su estancia en Francia, Espala y Nueva York. En este libro se muestra a un Darío enamorado de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Costa Rica”. También, dijo, se está preparando una biografía iconográfica a cargo del joven investigador Edmundo Montenegro y “tendremos varios conferencias sobre Rubén, una de éstas será impartida por Julio Valle Castillo, además estamos haciendo un mapa a nivel mundial con todos los viajes de Darío, en donde incluimos unas fotos de su estancia en Teocelo, Veracruz, en 1910”. ARCHIVO. El Museo y Archivo Rubén Darío, explicó Miguel Ángel Martínez se inauguró en febrero 1964, en la casa de la familia Darío, el lugar conocido anteriormente como Las Cuatro Esquinas que el mismo Rubén en su Autobiografía describe como una vieja construcción a la manera colonial. “En nuestras salas tenemos objetos personales de la familia de Rubén como del propio poeta, algunos de esos objetos son su traje que usó cuando fue embajador de Nicaragua en España, el cristo que le obsequió su amigo Amado Nervo, mismo que tuvo entre sus manos cuando murió. Tenemos varios de sus libros, algunas son primeras ediciones”, señaló. Sobre el material original, comentó, cuentan con 300 documentos auténticos debido a que el poeta vivió fuera de Nicaragua, entre los folios, destacan manuscritos, 100 fotografías en su mayoría de los funerales y diez imágenes del poeta tomadas por José Santos Cisneros. “En la biblioteca tenemos tres mil volúmenes especializados en literatura hispanoamericana. Hay libros de Rubén Darío y ediciones que hablan de la vida y obra de Rubén. De las primeras ediciones de Rubén tenemos Azul, Cantos de vida y esperanza, Prosas Profanas, Peregrinaciones, Canto a la Argentina y otros poemas, casi todas con dedicatorias a amigos”, señaló Martínez. OBRA. “Rubén Darío inicia, encauza y deja encarrilado el tren del movimiento modernista que él mismo bautiza y condena del cual sabrá apearse oportunamente para seguir los senderos más secretos de su vocación, de su íntimo llamado”, escribió Adolfo Castañón, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua en su libro en América sintaxis. Para el escritor, el cuerpo poético de Darío se puede dividir en tres partes: “la inicial que responde a Rimas y abrojos donde el poeta va haciendo sus armas; la medular y modernista que abarca los tres libros principales Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza, y la final que inicia con el Poema de otoño, sigue con El canto errante y desemboca en los poemas póstumos. Entre estas tres partes hay ruptura y continuidad”. Pero además de poeta, Castañón destaca la escritura en prosa que el nicaragüense plasmó en España contemporánea, Parisina y Perfiles y siluetas, publicado en Buenos Aires en 1896 con el título Los raros, donde es notoria la influencia del poeta francés Paul Verlaine. “Los raros tiene una serie de atmósferas entre bohemia, decadentes y marginales; arcaísmo, el amor por las figuras de la edad media y el renacimiento. Es un libro que reúne en sus páginas retratos literarios de León Bloy, Paul Verlaine, Villiers de l’Isle Adam, el conde de Lautréamont, Jean Moréas, Catulle Mendés, Edgar Allan Poe y otros autores hoy menos conocidos como Jean Richepin, Rachilde o Laurent Taihade”. “Nocturno”, de Rubén Darío Silencio de la noche, doloroso silencio nocturno… ¿Por qué el alma tiembla de tal manera? Oigo el zumbido de mi sangre, dentro de mi cráneo pasa una suave tormenta. ¡Insomnio! No poder dormir y, sin embargo, soñar. Ser la auto-pieza de disección espiritual, ¡el auto-Hamlet! Diluir mi tristeza en un vino de noche en el maravilloso cristal de las tinieblas… Y me digo: ¿a qué hora vendrá el alba? Se ha cerrado una puerta… Ha pasado un transeúnte… Ha dado el reloj tres horas… ¡Si será ella!... Uno de los tres poemas que tituló “Nocturno”. El cerebro de Rubén Darío pesaba mil 850 gramos, así lo escribió el doctor José Juan Martínez, al hacer la autopsia al cuerpo del poeta por órdenes del médico Luis H. Debayle. Meses después se diría que el cerebro de Darío fue expuesto, que viajó por varias partes del mundo y que nunca regresó a Nicaragua. “El doctor Debayle decidió estudiar el cerebro de Darío la noche de la autopsia, inició una discusión con el cuñado de Rubén, Andrés Murillo. Se armó un pleito, llegó la policía y se llevó el cerebro bajo su resguardo, entonces el doctor de Debayle mandó a sus estudiantes que extrajeran el cerebro de un paciente que estuviera en la morgue y se lo entregaran a Andrés Murillo. Por eso se dijo que el cerebro estuvo en Argentina y muchos mitos más”, narró Miguel Ángel Martínez. Después, dijo, el doctor Salvador Pérez Grijalva escribió (en 1974) El cerebro de Rubén Darío está en… León, donde da testimonio de que el cerebro fue depositado en su tumba días después de los funerales, dicho texto incluye el testimonio del escultor Jorge Nava Cordonero, encargado del diseño y construcción de la tumba del poeta.

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