• El municipio transitó a otros momentos, formas y maneras de convivencia social quizá y por su evolución misma, más delicados que de años atrás.
Por Mario Ruiz Hernández
NAUCALPAN Méx., a 17 de julio del 2018.- A éste Naucalpan, en el que radicamos hoy, y de muchos años atrás, habrá que entenderlo en diversos aspectos.
El municipio ha evolucionado en demasía y en algunos casos sostenemos problemas ancestrales, en el que el tiempo ya rebasó por completo las expectativas de aquellos años.
La demarcación, la otrora denominada “Joya de la Corona” por su auge industrial, dejó de existir y actualmente cambió su vocación más al comercio y los servicios.
Lo anterior y que no es menor, añorando esa bonanza, que ubicaban a Naucalpan entre los municipios del país que más aportaban al Producto Interno Bruto (PIB), y de los mejores presupuestos.
Sin embargo, en ese ir y venir, es notable la metamorfosis experimentada y que desafortunadamente nos ha llevado al límite y el caos.
Hoy, Naucalpan tampoco es el de los hombres a caballo, del deporte, la cultura, las artes, el de la tranquilidad, convivencia social, y el del “Buen vecino”. Es una completa aldea urbana.
Los Naucalpenses del aquí y el ahora, enfrentamos una elevada carga de estrés, que viene “enloqueciendo” a la gente, al grado tal que la violencia y otros fenómenos, son delicada fuga.
Por otra parte, el tener claro el qué es este municipio, rebasado en múltiples problemas incluso derivados de la conurbación o efectos de la metropolización, tampoco se han atendido.
Seguimos teniendo cambios y cambios, en el espacio público mismo, saturando además indistintas áreas comerciales, y alterando todo.
Evidentemente que en ese apogeo de la nueva vocación, el nacimiento de numerosas plazas justamente comerciales, unas en serie y otras a la vez, suturando los entornos en la completa competencia.
Los resultados, la falta de servicios básicos o su agotamiento, como lo es el agua potable, irregularidad en la recolección de desechos, saturación de vialidades, y sobreexplotación del acuífero.
Una mutación radical que entre tanto, alteran hábitos, costumbres, conductas, maneras de ser en los espacios y territorios.
Concebimos una sociedad fragmentada e individualista que en estos momentos igual, perdió su capacidad de asombro, y difícil es la gran expectativa de recomponer el tejido social que no se mira para cuando, pese a diversos intentos de mucha gente que espera que las cosas cambien.