En dicho recinto está la sala museográfica sobre Felipe Villanueva, con datos y piezas que relatan la vida de este referente y precursor del Romanticismo mexicano, del que destacan sus composiciones como el Vals Poético y el Vals Amor.
El compositor mexiquense desde muy joven se destacó en la música, pues a los 10 años escribió “Retrato al Cura Hidalgo, Cantata patriótica”, una de las razones por las que es conocido como impulsor del nacionalismo mexicano”.
Entre los documentos exhibidos está una réplica de su Fe de Bautizo, la original se encuentra en la iglesia de la Santa Cruz, también en Tecámac.
De igual forma, es posible ver el piano cuadrilongo original y su primer instrumento musical, que data del año de 1871, unos años antes de ingresar al Conservatorio Nacional de Música, en 1873.
También están disponibles retratos del compositor y las portadas de las partituras originales de ¡Ay qué dos! y Ana, ambas escritas al ritmo de schottisch, y sus famosas mazurcas, en el baile y 3ra. Mazurca, los cuales son bailes tradicionales polacos.
Cabe destacar que cada una de estas portadas representa una obra única por los detalles y la tipografía particular, en la que siempre estaba presente la música, las ilustraciones con personajes dignos de bailes de abolengo, así como las mujeres con grandes y elegantes vestidos, el uso de peinetas y abanicos, los hombres con sombreros de copa, guantes y trajes.
Entre estas melodías destacan diversas composiciones entre danzas, polkas, valses, mazurcas y schottisch.
Por este motivo, Felipe Villanueva dejó un gran legado musical, pues ha sido reconocido como uno de los únicos mexiquenses sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres, ubicada en el Panteón de Dolores en la Ciudad de México.
De igual forma, también está nombrada en su honor, la Sala de Conciertos “Felipe Villanueva”, en Toluca, casa de la Orquesta Sinfónica del Estado de México y el Foro Naucalli, en Naucalpan.
