martes, 4 de marzo de 2014
Guerrero: Indígenas piden educación bilingüe e infraestructura escolar
Por Arturo de Dios Palma.
CHILAPA, Guerrero.- En materia educativa, en la comunidad indígena de San Jerónimo Palantla, las cifras de fracaso escolar son contundentes: durante los últimos 60 años, ninguno de sus pobladores que se ha quedado a estudiar ahí ha logrado convertirse en profesionista, a lo más que han llegado es a la secundaria. Aunque sí hay un médico originario de la localidad, Celestino Jorgín Calvario, él nunca estudió ahí.
San Jerónimo Palantla es una comunidad netamente indígena. De ahí es originario el vestido que identifica en gran parte a los indígenas nahuas del estado: el tradicional traje de San Jerónimo. Sin embargo, desde 1954, cuando se fundó la primaria Miguel Hidalgo, el gobierno decidió darles educación en una lengua que no es la suya: español.
Ante esto, desde hace tres años la comunidad comenzó a solicitar ante la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) una escuela bilingüe. Desde ese tiempo, hasta ahora, sólo ha recibido negativas.
No obstante, de forma paralela, los padres de familias –en principio todos– decidieron construir una galera de palos de otate donde los niños tomaran clases con profesores que hablan náhuatl.
Diferencias por la educación bilingüe en San Jerónimo Guerrero. Foto: Arturo de Dios Palma
En septiembre de 2011 llegó el profesor bilingüe, Francisco Morales Romero, y, cinco meses después, su compañero Crispín Barrera Hernández; ambos forman parte de la planilla de la primaria Lázaro Cárdenas ubicada en la comunidad vecina Mexcalcingo I. Los profesores se encargan de los niños de los seis grados.
No obstante, los profesores de la escuela Miguel Hidalgo comenzaron a convencer a padres de familia que no es necesario que los niños tomen clases en su lengua materna, hasta que lograron dividir a los padres y, en consecuencia, los niños se repartieron en las dos escuelas. Así que ahora 69 niños toman clases en la galera renovada con láminas y otro número igual lo hace en la primaria Miguel Hidalgo.
“Los maestros (de la Miguel Hidalgo) tienen miedo de ser reubicados si se aprueba la otra escuela”, resumieron los profesores bilingües y pobladores los motivos de la resistencia de los otros docentes.
La razón por la que los padres mantienen las aulas provisionales y exigen a la Secreataría de Educación de Guerrero una escuela bilingüe, radica en el bajo desempeño educativo de los niños. Y de eso abundan las muestras.
Por ejemplo, está el poblador Isaac Xochitempa Chautla, quien dice que su hijo –que va en quinto grado y toma clases con los profesores bilingües– sabe leer más que sus hijas que están por terminar la secundaria y que no toman clases en su lengua.
También está Arcadio Díaz Cuamachalco, quien explicó que su hija comenzó a avanzar en sus clases hasta que él mismo le tradujo al náhuatl sus tareas. La niña, dice Arcadio, no avanzaba porque no entendía nada de lo que sus profesores le decían en español.
“Los niños no quieren entrar a la secundaria, porque no se sienten seguros de lo que aprendieron, y además ahí les hablan todo en español”, explica uno de los padres de familia.
Para el abogado del Centro de Defensa de los Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, Alejandro Ramos Gallego, quien ha acompañado a los padres de los 69 niños en la exigencia a la SEG, los pueblos indígenas tienen derecho a recibir educación en su propia lengua, pues indicó, es un derecho fundamental que está inscrito en el artículo 2 de la Constitución.
María Concepción Nava de la Cruz, cuenta con 6 años de edad, cursa el primer año en la primaria Vicente Guerrero -que actualmente su edificio se encuentra en reconstrucción-, pero ya no quiere ir porque no soporta el dolor de piernas que le provoca caminar de su comunidad, El Paraíso, atravesar la ciudad y llegar a la unidad deportiva donde desde hace 15 días recibe clases.
Concepción -dice su profesora- es una de las niñas más aplicadas, pero ahora desde que toman clases en la cancha de frontón en la unidad deportiva de Chilapa, asiste dos o tres días a la semana.
La razón, cuenta la profesora, es que ya no quiere caminar desde su comunidad, que está a unos cuatro kilómetros de distancia hasta el lugar donde recibe clases. La mamá de Concepción, le ha dicho a la profesora que cuando llega de la escuela no quiere comer, lo único que desea es dormir, descansar. Pero también, Concepción le ha dicho que le duelen sus pierdas por las largas distancias que recorre.
La comunidad de El Paraíso está a unos tres kilómetros de la cabecera municipal (si se parte desde el centro de la ciudad), sin embargo, para llegar a ella hay que recorrer una subida.
Las instalaciones originales de la primaria Vicente Guerrero están ubicadas en el barrio de San Francisco, en el centro de la ciudad, pero a esta escuela, dijo el director, Víctor Flores Gutiérrez, están inscritos niños que viene en comunidades como Nejapa y de colonias de la periferia de la ciudad como Los Pinos y La Joya, El Pedregal.
Estas condiciones están provocando que los padres de familia estén solicitando el cambio de sus hijos a otras escuelas o de plano simplemente los estén sacando.
Por eso los profesores piden que el Instituto Guerrerense de la Infraestructura Física Educativa (Igife), el encargado de la obra, la acelere porque tuvo que estar lista en septiembre del año pasado.
Los mentores sugirieron que se redoblen turno para avanzar más rápido con la construcción. Asimismo pidieron al gobierno federal, que encabeza el priísta Enrique Peña Nieto, y al secretario de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet que antes de pedir calidad a los profesores, cumplan con tener en buenas condiciones las escuelas del país.
El 21 de marzo de 2013 se dio en banderazo del arranque de la reconstrucción de la primaria, Vicente Guerrero, ubicada en el centro de la ciudad. Ese día todo fue alegría. La obra, les informó el alcalde, el priísta Francisco Javier García González, duraría cuatro meses. De eso han pasado casi un año y la obra está inconclusa y los 140 estudiantes del turno matutino toman clases en una cancha de frontón en la unidad deportiva.
Desde fuera de la cancha de frontón se escucha un ruido, nada concreto. Dentro de ella gritan los ocho profesores que tratan de darle clase a los 140 niños. La voces de uno y otro se entremezclan, pero al final no se logra escuchar con precisión lo que dicen, y no lo pueden evitar, no tienen divisiones entre grupos, mucho menos aulas.
Esta situación la viven los profesores y los estudiantes de esta escuela desde hace 15 días, cuando llegaron a montar sus aulas improvisadas a la cancha de frontón. Llegaron ahí después de haber estado más de 10 meses en una casa ubicada la azotea de la universidad privada, Aurora Meza, donde los maestros daban una cooperaban de 4 mil pesos.
Se salieron de ahí porque la universidad también comenzó trabajos de remodelación, además del temor de los profesores porque los niños deterioraran las instalaciones.
Antes de llegar a la cancha de frontón, solicitaron ayuda al seminario y a la Casa hogar, inmuebles pertenecientes a la iglesia católica, pero no se los prestaron. También pidieron el Auditorio municipal, pero por los múltiples eventos que se realizan ahí optaron por no ocuparlo.
Pero el peregrinar comenzó en marzo de 2013. De acuerdo a los profesores, en esa ocasión les dijeron que en septiembre del año pasado la escuela quedaría lista. También les dijeron que los tres pisos, sus ocho aulas, el aula de medios y sus baños serían estrenados ese mes.
Sin embargo, ese mes, precisamente, no sólo se suspendió la obra sino se comenzó a demoler el poco avance. La razón: las lluvias de la tormenta Manuel provocaron el hundimiento de lo que era la planta baja. Así que todo el trabajó, literalmente, se echó a la basura: se desenterraron los cimientos.
La obra se reinició en diciembre y de nueva vuelta, les prometieron que concluiría en cuatro meses, es decir, el próximo mes de abril. La realización de la obra corre a cargo del Igife y la justificación de le ha dado a los maestros por el retraso, es que la empresa constructora anterior trabaja muy lento. Por ahora la obra está ya en el comienzo del segundo piso.
Esta obra en el inicio del año pasado la anunció el gobierno municipal, con espectaculares lonas en el lugar de la construcción.
Pero ahora, indica el director de la escuela, que fue nombrado apenas hace 15 días, Víctor Flores Gutiérrez, tienen dos preocupaciones: una, que la obra concluya antes de la temporada de lluvias y, dos, que no continúe la deserción de estudiantes. En este ciclo escolar, informó el director, han dejado la escuela 23 niños.
Casi un año alrededor de 400 alumnos de la primaria Eucaria Apreza llevan tomando clases afuera de su escuela, debido a la reconstrucción del edificio, obra que está suspendida desde el mes de junio del año pasado.
Durante todo este tiempo los alumnos ha recibido clases en casas particulares, en pequeños cuartos que resultan insuficientes para albergar a los grupos completos, no tienen agua y la renta la tienen que pagar los profesores.
Desde el comienzo de 2013, el gobierno municipal que encabeza el priísta Francisco Javier García González, anunció la reconstrucción de la escuela primaria Eucaria Apreza, ubicada justo en el primer cuatro de la ciudad.
La demolición del edificio comenzó en el mes de mayo y apenas dos mes después, en julio, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Educación Pública (SEP) suspendieron al obra por violar la Ley Federal sobre Monumentos históricos. La demolición era el único misión que tenía el gobierno municipal.
La escuela primaria hasta antes de su demolición colindaba con los portales centrales de la ciudad construcción realizada en 1791 y por tal considerada por el INAH como monumento histórico.
La suspensión se dio porque el gobierno municipal no presentó el proyecto de reconstrucción de la escuela que estaba obligarlo hacerlo por colindar con un monumento del siglo XVIII. Esta suspensión no sólo ha provocado el retraso en la reconstrucción de la escuela, sino que dejó sin un espacio adecuado a sus estudiantes.
Ahora los más de 400 alumnos toman clases en una casa que hasta esta administración era utilizada como instalaciones del DIF municipal. Antes estuvieron separados: unos en casas particulares y otros en la Casa de la Cultura.
En el lugar donde están ahora, es una la casa de dos plantas con recamaras que no coinciden con las medidas de una aula regular, los 18 grupos que integran la escuela la ocupan. No tienen agua, ni baños suficientes para los 400 alumnos y los alrededor de 20 profesores. Tampoco tienen un espacio para jugar o hacer sus actividades físicas de forma adecuada.
El pago, de alrededor de 7 mil pesos, por la renta de esta casa corre por cuenta de los 20 profesores. Pero el verdadero problema ahora es que no hay fecha para cuando se concluya la reconstrucción de la escuela. Hasta el día de hoy, los trabajos aún no se han reanudado, sólo unos trabajadores hacen excavaciones en el terreno que está cercado y que mantiene cancelado el paso en la avenida Revolución.
Pero la suspensión de la reconstrucción de la escuela Eucaria Apreza no sólo ha dejado sin un espacio a los alumnos, también ha provocado la disminución de las ventas de los comerciantes del mercado central de Chilapa porque cerraron, sin que realizaron ningún trabajo, la avenida principal y obstaculizó el acceso a ese centro comercial.
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