martes, 31 de diciembre de 2013
El huapango se ha mezclado con cumbias y corridos; “el resultado cultural es interesante”
Víctor García E. en Xicotepec de Juárez |
Ante el cambio cultural, muchos sones huapangueros de herencia desestiman la música tradicional.
La globalización es un fenómeno tan extendido que alcanzó hasta los últimos rincones de la sierra y la comunidad más alejada de la Huasteca. De repente se ve cómo en una comunidad que se caracterizaba por el uso de ropa de manta, prendas bordadas a mano y con técnicas textiles propias, se cambian por las modas del exterior. Ésta es la percepción de Cecilia Guinea, promotora cultural de la Huasteca Potosina.
“De repente te encuentras con muchachos que se visten como punketos o cholos, que cada vez más se niegan a hablar su lengua madre, porque les da vergüenza”, dice la también compositora, escritora y artista plástica, que aunque es originaria del Distrito Federal, lleva más de 25 años en San Luis Potosí, donde trabaja como consejera estatal de cultura en Tanquián de Escobedo.
La fundadora del Comité Pro-Huapango dice que ha sido testigo “con tristeza, de cómo muchos grupos que sones huapangueros, de herencia, porque el abuelo o el papá eran violinistas, continúan con la tradición, pero sus inquietudes juveniles los llevan a tocar un corrido o música comercial, como grupero o ranchero, y se olvidan del huapango”.
Desde esta parte de la Huasteca, dice que los jóvenes han cambiado conforme pasa el tiempo, algo que califica como normal, pues de acuerdo a los contextos que va viviendo”, comenta Guinea.
EN LOS ESTADOS. Ante esta situación, Yuyultzin Pérez Apango, promotora cultural de Veracruz, también comenta que los jóvenes prefieren hacer variaciones en sus orígenes porque están “más expuestos al mundo” con la entrada de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, considera que “agregar al repertorio huasteco cumbias, corridos y todo eso, al final traen como consecuencia un proceso bastante interesante, donde existe una apropiación de lo ajeno a través de la identidad propia, porque después de todo esas variaciones se logran a través de los instrumentos tradicionales.
“En general, pienso que el impacto que ha tenido la globalización en pueblos de la Huasteca han sido en ocasiones bien y en ocasiones mal empleados, pero ha producido cosas diferentes”, señala.
En Tamaulipas, otro de los estados que forman parte de la Región de la Huasteca, Marvin Huerta Márquez dice que los jóvenes ya son una generación perdida, “porque es un poco difícil cambiar su mentalidad, que ya es muy diferente a la de antes”, y dice que la esperanza de él, como promotor cultural de su estado, queda en la educación que como padres pueda brindarse a los niños de ahora.
“Yo pienso que no es difícil, hay que trabajar a nivel educativo, las autoridades nacionales tienen que hacer las reformas pertinentes para que esto cambie, porque en realidad todo está en la escuela y en las enseñanzas de los maestros, quienes deben amar realmente su profesión para promover los valores entre los niños y a la par contribuir con nosotros, porque tampoco hay que dejárselo todo a ellos”, explica.
Por su parte, Juan Gregorio Regino, director de Desarrollo Intercultural de Culturas Populares, señala que “los jóvenes de cualquier rincón de la Huasteca son herederos de una tradición ancestral y es importante que se den cuenta de las diversas funciones que tiene la música.
“Es a través de la música que se puede heredar lo ya heredado antes, pero por otra parte, también significa innovar y abrirlos a otros espacios de otras comunidades, a fin de que logren un intercambio cultural que el día de mañana puedan heredar.
“Si logramos esta cadena, yo creo que podemos preservar las tradiciones, pues la clave está en que los jóvenes se den cuenta de la importancia que tiene su propio origen, para que con ese conocimiento sean capaces de experimentar con el mundo exterior, sin olvidar su identidad”, explica.
PROGRAMAS. Jacobo Cruz es un joven de Xicotepec de Juárez, Puebla, tiene 18 años y es danzante que aprovecha las festividades de su pueblo para dar a conocer el legado de sus antepasados, por medio de un espectáculo que incluye, además del movimiento corporal, una vestimenta particular: el traje que asemeja a la fisonomía de una guacamaya, donde usa huahuas, concheros y carrizos.
“Hay muchos jóvenes a los que nos gusta la danza y nos dedicamos cuatro o seis horas diarias a practicarla. Y nos juntamos los domingos a practicar otros tipos de bailes tradicionales y diferentes tipos de huapangos.”
La intención de todo esto, dice Jacobo, es “tratar de rescatar las mayores tradiciones de nuestros pueblos para que no se nos olvide la danza de nuestros antepasados, que es una herencia”.
Ante el escenario que muestran algunos promotores culturales, pertenecientes a varios estados de la Huasteca, forman sus conclusiones sobre el rumbo que pueden tomar las tradiciones que se encuentran en crisis en algunas de las comunidades que representan.
“El Programa Cultural de la Huasteca extiende programas que atienden inquietudes e iniciativas. Creo que es un trabajo conjunto entre el estado, la federación y los municipios que muestran interés”, dice Juan Gregorio Regino.
“Yo no me puedo quejar de lo mucho o poco que hacemos, de alguna forma, con programas donde son los jóvenes quienes ponen en práctica los sones que estaban guardados en el baúl, se contribuye de poco en poco. Y aunque hemos estado en un constante ir y venir y tocar puertas, al final aquí seguimos”, explica Pérez Apango.
“Ahorita escuchamos frecuentemente que el huapango se está perdiendo… y no es cierto. Yo creo que mientras estemos trabajando en formar músicos y niños versadores, que aprendan a trovar y a improvisar, entonces tendremos un semillero que dará fruto. Creo que si nosotros no sabemos de dónde venimos, nunca vamos a saber hacia dónde vamos”, comenta Guinea.
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