martes, 31 de diciembre de 2013
2013. Una Asamblea Histórica en la ONU
En setiembre de 2013 se reunió en Nueva York la Asamblea número 68 de las Naciones Unidas, un espacio donde los representantes de cada país exponen libremente sus ideas ante el foro de las naciones.
Dilma Rousseff, presidenta del Brasil, fue la primera oradora.
El tono general de estas reuniones ha sido siempre bastante hipócrita, para decirlo sin vueltas. De unos años a esta parte eso cambió un poco, en gran medida gracias a la retórica del presidente Hugo Chávez, a quien se lo puede calificar tranquilamente como el primer líder político de este siglo. De alguna manera, sus intervenciones desenfadadas cambiaron el estilo de esos cónclaves. Fue inolvidable la vez que dijo que el lugar en el que estaba parado olía a azufre, porque en él había estado poco antes Bush. "Aquí estuvo el Diablo" dijo, y eso recorrió el mundo, despertando la simpatía instantánea de aquellos que pensábamos que Chávez, al decir eso, tenía razón.
Como se dijo, la primera en hablar fue Dilma, que salió con los tapones de punta en contra de los EEUU, pescado in-fraganti espiando al gobierno y a las empresas brasileñas a través de la Red.
La presidenta de Brasil exigió una explicación y el cese inmediato de toda actividad de espionaje contra su país, poniendo de relieve que no había justificación para tales prácticas, porque Brasil es un aliado histórico de EEUU y porque esos métodos están fuera de ley.
Luego le tocó hablar a Obama, que tenía la cabeza en otra cosa, al ver que su ilusión de bombardear Siria se le estaba yendo de las manos. El discurso de Obama tenía un tono de suficiencia que contrastaba con su papel de las semanas anteriores, cuando sus pretensiones de ir a la guerra chocaron una y otra vez contra la oposición mundial. Tal vez lo suyo hubiera sonado convincente en épocas en las que EEUU tenía un poco más de credibilidad. Esta vez ya no, y menos viniendo de un premio Nobel de la Paz.
Siempre con actitud de firmeza arrogante, intentó justificar el espionaje contra Brasil diciendo que era por la propia seguridad de los brasileros, cuando ya se conocía que, por ejemplo, EEUU espió a Petrobras sabiendo que esa empresa estaba por dar importantes concesiones petroleras. En ese caso usaron el espionaje no para proteger a nadie sino para robar información confidencial y valerse de esa ventaja para ganar las concesiones. Eso era sabido por todos los presentes, conscientes de que sus propias naciones también estaban siendo espiadas por los servicios secretos de quien estaba en el podio hablando en ese momento.
Luego, Obama condenó el uso de armas químicas por parte de Siria recordando a todos que la prohibición de usarlas es anterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque evitó mencionar que durante la época de la prohibición a la que hizo alusión, EEUU usó armas químicas en abundancia contra la población vietnamita y que más tarde vendió a su antiguo amigo Saddam Hussein los gases mostaza y sarín que este usó para masacrar a una población kurda en su propio territorio, cosa por la que, en aquel momento, sus proveedores de armas químicas no lo condenaron.
Siguiendo con las incongruencias de su discurso, Obama justificó la intervención en Oriente Medio por la presencia de regímenes peligrosos, pasando por alto la peligrosidad que representa su mayor aliado, Israel, acostumbrado a ejercitar la violencia extrema contra sus vecinos para poder avanzar en la ocupación ilegal de Cisjordania (perteneciente a Palestina) y los Altos del Golan (perteneciente a Siria), sumado al control brutal ejercido contra los palestinos en la Franja de Gaza, los bombardeos en el Líbano, etc., todos hechos condenados por la ONU en varias resoluciones mayoritarias, ignoradas por el gobierno israelí y su socio americano.
Más tarde Obama defendió el uso de drones, los aviones no tripulados que están bombardeando zonas de Pakistán, Yemen y Somalía, países que no están en guerra con EEUU, diciendo que "apenas hay certeza de que hubiera víctimas civiles", siendo que es sabido que las víctimas civiles ya se cuentan por centenares (No había transcurrido un mes de esta presentación de Obama cuando Amnistía Internacional emitió un comunicado de prensa denunciando que los EEUU habían cometido homicidios "ilegítimos" en Pakistán con el uso de Drones. Estos crímenes están bien documentados, y según Amnistía Internacional podrían constituir Crímenes de Guerra).
Obama redondeó su discurso con las siguientes palabras de corte mesiánico, como para justificar todo lo anterior:
"EE.UU. es excepcional [es decir, diferente del resto de las naciones], en parte porque hemos demostrado una buena voluntad, .a través del sacrificio de sangre y dinero, abogando no solo por nuestro propio interés, sino por los intereses de todos",
Barack Obama indicaba de esa manera que su país estaba decidido a continuar ejerciendo un liderazgo de facto sobre el resto del mundo, liderazgo basado, casi exclusivamente, en su poderío militar, su capacidad de espiar al resto del mundo, y el control de la principal moneda mundial, el dólar.
Lo curioso del hecho es que Obama decía esto aparentando una gran seguridad, aún sabiendo (no podía ser de otro modo) que estaba delante de un auditorio que sabía perfectamente que las cosas que él decía no eran ciertas, sobre todo teniendo en cuenta que sus proclamas democráticas no guardan mucha relación con ese liderazgo que pretende mantener sobre todos, sin pedirle permiso a nadie.
Tal vez la sensación de absurdo del discurso de Obama se acentuó debido a que habló después de Dilma, quien se había pronunciado de manera bastante lógica respecto no sólo del espionaje, sino también de la cuestión Siria, al exigir que se cumplan las leyes internacionales y cesen las acciones unilaterales de las potencias, postura compartida por la Unasur un mes antes en la cumbre de Surinam, como se pudo comprobar con las exposiciones posteriores de Evo, Cristina, Mujica y los representantes de Ecuador y Venezuela. Hasta el presidente de Chile, el empresario de derecha Piñera, abogó por una solución pacífica del conflicto.
Cabe recordar que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro no pudo asistir a la asamblea porque los EEUU le negaron a él y su comitiva las visas para poder ingresar a su territorio. Un acto ilegal, casi infantil, hecho ante los ojos del mundo por el país anfitrión de la ONU, que pretende, además, liderar al mundo.
Un liderazgo que no sea guiado por un profundo sentido ético, está condenado, fatalmente, al rechazo.
La cuestión es que en la Asamblea número 68 de la ONU, prevaleció, felizmente, la voluntad de honrar la legalidad, contra las pretensiones unilaterales y anacrónicas de EEUU, que insiste en ver el mundo a su manera, confundiendo la realidad con alguna de sus películas de acción.
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