viernes, 9 de mayo de 2014

Panamá tendrá un presidente acusado de financiar campaña con lavado de dinero

Carlos Bauer . A menos de un mes de que se efectuaran las elecciones presidenciales panameñas del domingo pasado, en las que resultó vencedor el candidato opositor Juan Carlos Varela Rodríguez, Diario las Américas publicó una denuncia donde se acusaba a este político y empresario de haber recibido fondos provenientes del lavado de dinero para sufragar sus gastos personales y de campaña.
De acuerdo con este diario publicado en la ciudad estadounidense de Miami, entre 2009 y 2013 el vicepresidente de Panamá y hoy presidente electo para el periodo 2014-2019 recibió más de 700 mil dólares de cuentas cuyos fondos provenían de “juegos de azar por internet” que operaban en Estados Unidos. El dinero fue entregado a Varela a través de cheques girados “ya sea directamente a Juan Carlos Varela o a familiares, sociedades vinculadas y a los proveedores en publicidad, promoción, transporte y espectáculos, insumo fundamental de las campañas políticas”. Aunque de inmediato Varela Rodríguez se deslindó de esas acusaciones y las denunció como parte de un ataque político lanzado por el candidato oficialista José Domingo Arias, resalta que al día de hoy no se haya abierto ninguna averiguación oficial para descartar o confirmar la veracidad de los cargos. En los medios que informaron sobre su victoria en los comicios del domingo 4 –en los que su Partido Panameñista apenas obtuvo 11 de 71 curules en la Asamblea Legislativa–, pasó desapercibida la denuncia publicada el 13 de abril. En su cobertura, Diario las Américas no recordó el escándalo que él mismo había destapado. Juan Carlos Varela es un empresario de 50 años que estudió Ingeniería Industrial en Estados Unidos. Miembro de una de las familias más ricas del país, desde joven ha trabajado en las empresas familiares y participado en las actividades del Partido Panameñista, aunque su primer cargo público fue la vicepresidencia que ocupa desde 2009, cuando fue compañero de fórmula con el presidente saliente, Ricardo Martinelli, del partido Cambio Democrático (CD). Entre ese año y 2011 ocupó también la cartera de Relaciones Exteriores, pero en agosto Martinelli lo destituyó del cargo, lo que provocó la ruptura de la alianza entre el panameñismo y CD; Varela permaneció en la vicepresidencia por ser un puesto de elección popular sobre el que el presidente no puede disponer. El distanciamiento entre estos dos partidos de la derecha panameña surgió por el fenómeno del transfuguismo desatado en los primeros años del gobierno de Martinelli. Entre 2009 y 2011, la bancada de Cambio Democrático en la Asamblea pasó de 13 a 36 diputados sin elecciones de por medio, ya que al menos 24 diputados de otros partidos se pasaron a CD, que logró así el control absoluto del Legislativo. A finales del periodo presidencial de Martinelli, el blog pma507 contabilizaba 30 diputados tránsfugas, la mayoría de ellos proveniente del panameñismo, pero también del Partido Revolucionario Democrático (PRD) y otras formaciones. El diario más importante de Panamá, La Prensa, calculaba que para marzo de 2012 30 por ciento de las autoridades elegidas en las urnas (diputados, alcaldes y concejales) se había pasado al oficialismo, en lo que Varela y otros miembros de la oposición califican como una compra de políticos con recursos públicos. Martinelli siempre negó enfáticamente que los políticos tránsfugas hubieran sido sobornados, pero subsistió el malestar ante el hecho de que la mayoría legislativa con que gobernó el político de ultraderecha no correspondiera con la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Analistas señalan esto como una de las posibles causas de la sorpresiva derrota del candidato oficialista, quien era favorito en la mayoría de las encuestas realizadas antes de la elección. En general se asume que no existen diferencias ideológicas significativas entre Martinelli y Varela, pues ambos son empresarios muy ricos y sostienen excelentes relaciones con Estados Unidos, por lo que se espera un gobierno de continuidad en el que las diferencias se verían no en las decisiones en materia política o económica sino en el estilo de gobernar. Durante el gobierno de Martinelli, Panamá ha sido el país con el mayor crecimiento económico de América Latina, llegando a registrar tasas de hasta 10 por ciento anual, un éxito que no ha dejado de verse ensombrecido por denuncias de corrupción masiva y ataques a la libertad de expresión.

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