domingo, 17 de enero de 2016
La reducción del consumo de refresco sería mayor a la comprobada por el INSP
LA CRÓNICA Arantxa Colchero, autora principal del estudio que refiere que la ingesta de bebidas azucaradas disminuyó un promedio del 6% debido a su gravamen, señala en entrevista que los datos son conservadores. La investigadora del INSP explica además las implicaciones que tendrían sus resultados como ejemplo para otros países, así como los trabajos de investigación que falta desarrollar.
El problema más grande de México en salud pública es el sobrepeso y obesidad, origen de complicaciones cardiovasculares y diabetes tipo 2, principales causas de mortandad entre nuestra población. Las acciones emprendidas por el gobierno federal están enmarcadas en la Estrategia Nacional para Prevención y el Control del Sobrepeso, entre las que sobresalen las encaminadas a que los mexicanos asuman una alimentación más saludable.
Entre éstas destaca la regulación de alimentos y bebidas chatarra dirigidas a niños; regulación de etiquetados frontales que informen de manera clara a las personas sobre el contenido de productos procesados; regulación de expendio de alimentos y bebidas saludables en escuelas; así como una política fiscal que imponga un gravamen en alimentos chatarra.
La efectividad en la implementación de estas acciones no puede ser medida aún, o no de manera confiable, excepto la referente a la política fiscal, más precisamente en la aplicación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios a refrescos y bebidas de alto contenido calórico, que es del 10%, equivalente a un peso. Investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) asesoraron a las autoridades sanitarias y fiscales del gobierno federal para su implementación, y hace algunos días, publicaron un estudio donde evidenciaron la eficacia de la medida para disminuir el consumo de bebidas azucaradas entre los mexicanos, productos asociados directamente al problema de sobrepeso y obesidad de los mexicanos, que de acuerdo a estudios de la Universidad de California —encabezados por Kimber Stanhope— además provocan daños metabólicos a tan sólo unas semanas de consumirlos.
El reciente estudio del INSP, publicado en una de las revistas médicas más importantes el mundo, el British Medical Journal, refiere que en 2014 la reducción del consumo promedio de este tipo de bebidas fue del 6% y que alcanzó hasta el 12% en el mes de diciembre. El resultado se acentuó en el sector poblacional de menores recursos, con un promedio del 9%, que alcanzó el 17% en diciembre.
La investigación fue realizada por investigadores del INSP y la Universidad de Carolina, su autora principal fue Arantxa Colchero —investigadora de la Dirección de Economía de la Salud del Centro de Investigación en Evaluación y Encuestas del instituto de salud mexicano—, quien refiere que las estimaciones publicadas podrían incluso ser conservadoras. En entrevista, la especialista explica además las implicaciones que tendrían sus resultados como ejemplo para otros países, así como los trabajos de investigación por desarrollar ahora.
— Los porcentajes referidos por los estudios se basan en datos y encuestas realizadas dentro del consumo familiar, esto significa que no se contabilizó la ingesta individual de bebidas azucaradas. ¿Esto significaría que las estimaciones del 6% y 12% podrían subvalorar el promedio real?
— Las compras de estos productos se basan en el registro hecho en el hogar, según un registro diario de las compras, pero sin duda también existen compras individuales, que no serían registradas por el informante principal del hogar (quien proporcionó los datos de consumo en las encuestas). Esto significa que sí, las cifras podrían estar subestimadas, nuestro resultado es conservador.
—¿Hay forma de medir o resarcir esa subvaloración?
—Una manera es medir con otras bases de datos, pero básicamente el resultado podría ser mayor, sobre todo porque hicimos un estudio de cómo el impuesto (IEPS) pasó de forma directa al precio final y las presentaciones más grandes tuvieron un aumento menor que las presentaciones mas chicas o individuales.
— Éste es el primer estudio de su tipo, ¿será de utilidad esta experiencia para otros países que planean implementar este tipo de políticas públicas?
—El caso de México es una prueba de concepto de que demuestra que aumentar los impuestos de bebidas azucaradas tiene un efecto positivo y que podría ser empleado para otros países. En Francia, por ejemplo, han estudiado si el impuesto pasó por completo al precio del consumidor final, análisis que ha tardado mucho más que en México, así que nuestro caso presenta algo interesante para los demás.
— El impuesto —que trató de vulnerarse en la Cámara de Diputados por el cabildeo de la industria refresquera— ha demostrado ser una medida efectiva, pero no resolverá el problema de salud que tenemos en el país.
El estudio ayuda a demostrar a los gobiernos que generar una política fiscal es viable, pero no es suficiente puesto que debe estar acompañada de otras políticas importantes como una campaña educativa. Es muy importante que las personas conozcan por qué el consumo de bebidas azucaradas tiene un efecto nocivo en su salud; la población debe tener más información clara sobre el contenido nutricional de estas bebidas, que implicaría además muchas intervenciones respecto al etiquetado. Deben ser varias medidas para tener una respuesta mayor y contrarrestar las potenciales estrategias de la industria. A pesar de que vimos que el impuesto pasó por completo al precio, puede haber la existencia de nuevos productos, promociones y mayores campañas de las empresas, por lo que las políticas deben contrarrestar esas intervenciones y fortalecer la lucha contra la obesidad.
CALIDAD EN LA INVESTIGACIÓN. El estudio “Beverage purchases from stores in Mexico under the excise tax on sugar sweetened beverages: observational study” es el tercero de una serie de investigaciones realizadas por el INSP a cargo de Arantxa Colchero. Anteriormente, su equipo había analizado cómo respondería la población ante cambios de los precios, así como la verificación de que el impuesto habría pasado por completo al precio final.
Si bien este es un estudio muy importante, aún hay mucho por investigar, menciona la experta, cómo los datos de reducción en el consumo de 2015, caracterizar al tipo de individuos que disminuyeron más su ingesta, así como las bebidas por las que sustituyeron los refrescos y otros productos con impuesto.
Finalmente, la investigadora refiere que este tipo de estudios sólo se pueden llevar a cabo de manera efectiva si es hecha por equipos multidisciplinarios, que en el caso del INSP requirió de la colaboración de epidemiólogos, nutriólogos y economistas. “Pero además deben ser realizados por expertos sin conflicto de interés y sus resultados requieren ser publicados en revistas arbitradas, para que demuestren su evaluación. En el INSP queremos ser muy transparentes y, si de estudios se trata, sólo hablar en términos de publicaciones con otros investigadores”, como aquellos que han desestimado su investigación y carecen de lo mencionado por Colchero.
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