viernes, 19 de junio de 2015

Consumo de refrescos se redujo al aumentar su gravamen: INSP

LA CRÓNICA El impuesto a refrescos y bebidas azucaradas, ejecutado desde 2014, ha funcionado para desincentivar su consumo o, al menos, su compra en nuestro país, señala un estudio coordinado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Universidad de Carolina del Norte. Tras la puesta en marcha del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicado en un 10 por ciento a refrescos y bebidas de alto contenido de azúcar, dice un reporte preliminar, hubo una reducción en su compra del 6 por ciento, que a finales de año se incrementó hasta en 12 por ciento.
Para obtener los resultados, los investigadores utilizaron datos comerciales de un panel de consumidores que contiene información sobre compra de bebidas en hogares de 53 ciudades del país con al menos 50 mil habitantes. El modelo, apunta el instituto, coincide con la tendencia hacia la baja observada desde 2012 para bebidas con impuesto y por variables macroeconómicas que se asocian con compras. Si bien hubo disminución en todos los sectores de la población, el INSP publica que el sector más pobre alcanzó una mayor: 9 por ciento, que también se incrementó a finales de año hasta ascender a 17 por ciento. “El impuesto tuvo mayor efecto en el sector de la socieda, donde las enfermedades relacionadas con el consumo de estas bebidas, como diabetes, tienen consecuencias catastróficas y no pueden tener diagnósticos, recursos de prevención ni atención adecuados, provocando la pauperización de las familias”, señala Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, organización civil perteneciente a la Alianza por la Salud Alimentaria. El IEPS en estas bebidas, recuerda, es una medida fiscal recomendada por organismos internacionales como la ONU, OMS, OPS y OCDE, que ha demostrado ser efectivo y beneficiará el combate al sobrepeso, obesidad y diabetes, que representan el mayor problema de salud pública del país. Si bien en 2014 la industria refresquera lanzó campañas importantes de comercialización y publicidad —como los nombres en latas de Coca-Cola—, nuevos productos y presentaciones grandes a precios bajos, el impuesto ha repercutido en la baja de consumo. “El impuesto tampoco generó las pérdidas económicas y de empleos que dijo la industria refresquera”. A su vez, los resultados también muestran un aumento del 4 por ciento en las compras de bebidas sin impuesto, principalmente agua embotellada. En este sentido las organizaciones civiles concentradas en la Alianza por la Salud Alimentaria instan al gobierno federal a eliminar el IVA al agua embotellada en envases menores a 10 litros, para hacer el líquido más accesible que las bebidas azucaradas. BEBIDA PERJUDICIAL. Recientemente, una investigación de la Universidad de California en Davis —“A dose-response study of consuming high-fructose corn syrup-sweetened beverages on lipid/lipoprotein risk factors for cardiovascular disease in young adults” , publicado en American Journal Clinical Nutrition— señala que el consumo de bebidas azucaradas no sólo se asocia a la obesidad y diabetes, sino también al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en México. Por otra parte, un análisis del Global Burden of Diseases Nutrition and Chronic Diseases Expert Group (NutriCoDE) señala que en México 24 mil 100 muertes al año son atribuibles a los padecimientos generados por el consumo de bebidas azucaradas. En nombre de la Alianza, el director de El Poder del Consumidor puntualiza que frente al éxito este impuesto a refrescos, la medida por sí misma es insuficiente para contrarrestar la epidemia de obesidad que enfrenta el país. “El IEPS del 10 por ciento a refrescos no es suficiente. Organismos internacionales recomiendan un impuesto del 20 por ciento para tener reducciones significativas”. Se estima que este aumento porcentual podría igualmente duplicar el porcentaje de disminución de compra de estas bebidas. Estas medidas, añade, deben acompañarse además de políticas integrales de combate a la mala nutrición, con base en evidencia científica, así como la implementación de bebederos en las escuelas y otras acciones de prevención financiadas a partir de lo recaudado por el mismo IEPS.

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