lunes, 31 de marzo de 2014

El colapso de la Pirámide del Sol es sólo una teoría

Para la investigación, los físicos emplearon un detector de partículas (muones) que atraviesan la pirámide. Ante encabezados de algunos medios de comunicación como “Enorme pirámide mexicana podría colapsar como castillo de arena”, “Pirámide del Sol podría hundirse e incluso colapsarse” o “Hundimiento amenaza al mayor tesoro arqueológico de Teotihuacán”, entre otros, el Instituto de Física (IF) de la UNAM busca precisar los hallazgos que han dado pie a estos escenarios “catastróficos”.
“El posible colapso de la pirámide es solamente una teoría entre varias otras. Lo importante aquí es que estamos descubriendo el interior de la estructura”, dice Arturo Menchaca, el líder del proyecto e investigador del Instituto de Física. “Efectivamente, hay razones para pensarlo, pero para nuestra fortuna, también hay razones para matizarlo”, puntualiza un comunicado del instituto. En febrero pasado, al participar en la conferencia “Estudio interdisciplinario del pasado de Teotihuacán”, dentro del programa por el 75 aniversario del IF, Menchaca Rocha dio a conocer algunos de los resultados del proyecto Radiografía de la Pirámide del Sol que realizó con la arqueóloga Linda Manzanilla y el cual concluyó en junio del 2013 tras 14 años de trabajos. Para entonces, en un texto publicado en Crónica sobre la conferencia, refirió que en su lado sur la tierra de la pirámide perdía humedad y producía espacios microscópicos entre la tierra. Pero “la Pirámide del Sol no se va a desmoronar porque tiene una recubierta de piedra, pero sÍ podría tener un colapso”, dijo el físico entonces. “Por ello, se debe estudiar y diseñar métodos para humedecer su tierra de manera sistemática”, agregó. En la investigación realizada mediante un detector de muones para estudiar el interior de la pirámide —en la búsqueda de posibles huecos que refirieran la existencia de tumbas—, los científicos hallaron información sobre aspectos internos de la estructura que siguen analizando, pero lo que midieron fue una diferencia en la densidad: la cara sur tiene 20 por ciento menos densidad que la cara norte. “¿Qué interpretaciones puede tener esta diferencia de densidad? Una, la más dramática y, de acuerdo con el físico, también la más lógica es que el lado menos denso esté seco (por la razón obvia de que la tierra mojada es más densa que la seca) y que el desequilibrio de masa pueda traer como consecuencia un hundimiento parecido al del subsuelo de la ciudad de México: pierde humedad, pierde densidad y entonces es cada vez más difícil sostener las edificaciones”, abunda el IF. HIPÓTESIS. Aún en ese escenario hay que rastrear explicaciones. ¿Por qué estaría menos seco y, en consecuencia, menos denso un lado que el otro? Sin ser su área de especialidad, como buen científico, Menchaca tiene una hipótesis: hace 100 años por orden de Porfirio Díaz se llevó a cabo un proyecto de rescate de la zona arqueológica; colocaron cemento sobre las piedras de la pirámide, un material impermeable que pudo haber disminuido la infiltración de la lluvia y la humedad natural de la estructura. Pero si se colocó cemento en toda la pirámide, ¿qué explicaría, de nuevo, que el lado sur estuviera más seco que el norte? “Cuando llueve, el agua cae sobre la pirámide en la misma cantidad por el norte que por el sur. La mayor parte del líquido escurre hacia el piso por las caras de la pirámide, pero una fracción (desde hace 100 años, más pequeña) se filtra hacia su interior, debido a la porosidad de la superficie”. El ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) refiere que en ambas caras la humedad interna se escapa en forma de vapor por la misma porosidad. Sin embargo, Teotihuacán está en el hemisferio norte, por lo tanto el Sol ilumina durante mayor tiempo su lado sur. Es decir, el lado norte resulta ser un poco más frío, por lo tanto, evapora menos. De esta forma, la pirámide mantiene su humedad con mayor eficiencia en el lado norte que en el lado sur, que es más caliente. De cualquier modo, el investigador enfatiza que la posible resequedad y la teoría del colapso es sólo una interpretación posible de entre muchas más. “Quien mandó construir la pirámide pudo haber pedido específicamente que pusieran más piedras de un lado que del otro o el diseño de la pirámide pudo haber incluido un gran hueco en el lado sur”, por ejemplo. En cualquier caso, las interpretaciones ya no tienen que ver con el trabajo de los físicos, sino con arqueólogos, historiadores, especialistas en suelos y en edificaciones, con quienes ya planean encontrarse. En cuanto publiquen los resultados, el equipo del Instituto de Física se reunirá con los encargados del sitio arqueológico para que sean ellos quienes tomen las decisiones y las medidas preventivas que juzguen necesarias. “Nosotros hicimos una radiografía pero eso es sólo la mitad de la chamba. Toca ahora a los arqueólogos investigar, con alguna técnica de excavación, para encontrar la explicación correcta para esa diferencia de densidad tan apreciable”, dice Menchaca.

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