viernes, 11 de julio de 2014

Río de Janeiro desplegará en la final "la mayor operación de seguridad de su historia"

© REUTERS Kai Pfaffenbach La ciudad brasileña de Río de Janeiro se prepara para llevar a cabo el domingo "la mayor operación de seguridad de su historia". Miles de policías se movilizarán para garantizar el orden público en la final del Mundial de fútbol. Argentina y Alemania disputarán el domingo 13 de julio la tercera final de la historia entre ambas selecciones en un Mundial de fútbol. Es la mayor operación de seguridad que la ciudad y el país han visto Al menos once jefes de Estado y 74.000 hinchas acudirán al estadio Maracaná y se espera que el ambiente en las calles de la ciudad sea eufórico. Por eso, la Policía de Río de Janeiro se está preparando para evitar cualquier tipo de incidente. "Es la mayor operación de seguridad que la ciudad y el país han visto. Es una gran responsabilidad no solo organizar la final del Mundial sino también tener tantas autoridades y visitantes extranjeros en el evento", aseguró el secretario de Seguridad Pública del estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame. Se desplegarán más de 25.000 agentes y dentro del Maracaná habrá 1.500 guardias privados contratados por la FIFA. Los policías tratarán de garantizar que las posibles movilizaciones anunciadas por algunos grupos sociales se desarrollen con normalidad y evitar posibles disturbios durante y después del partido. Según Beltrame, las Fuerzas Armadas apoyarán la operación con la movilización de militares, grupos especializados en defensa química y biológica y 25 embarcaciones en el litoral de Río de Janeiro, apunta la agencia Efe. Asimismo, la Fuerza Aérea será responsable de garantizar el cumplimiento del cierre del espacio aéreo de Río de Janeiro, medida que comenzará pocas horas antes del inicio del partido y finalizará horas después de la final. "Contamos con un plan de seguridad tan detallado para la final que estamos seguros de que mantendremos el nivel de excelencia conseguido durante todo el Mundial", afirmó el ministro brasileño de Justicia, José Eduardo Cardozo.

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