La devolución de estos objetos elaborados en barro modelado, fue posible gracias a la cooperación bilateral establecida mediante la propia Embajada de Estados Unidos, con la Fiscalía General de República, y las secretarías de Relaciones Exteriores (SRE) y de Cultura (SC), está última a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), institución que fue responsable de confirmar su autenticidad, realizar su registro, y a cuyo resguardo quedan ambos bienes prehispánicos.
El acto protocolario fue encabezado por la secretaria técnica del INAH, Aída Castilleja, en representación del director general del instituto, Diego Prieto Hernández; así como por James Wolfe, consejero para Asuntos Educativos y Culturales de la Embajada de Estados Unidos; y Sergio Estrada Rojas, encargado del Programa de Recuperación del Patrimonio Cultural, de la SRE.
La antropóloga Aída Castilleja y el consejero de la embajada norteamericana, James Wolfe, expresaron que detrás de este evento reivindicatorio del patrimonio cultural de México, está la correcta aplicación de lo dispuesto tanto en el Tratado de Cooperación que Dispone la Recuperación y Devolución de Bienes Arqueológicos, Históricos y Culturales Robados, suscrito entre ambos países en 1970; como en la Convención de la UNESCO, de ese mismo año.
Los funcionarios enfatizaron que los gobiernos de México y Estados Unidos son grandes aliados, y muestra de ello es el apoyo que este último, a través del Fondo de Embajadores para la Preservación Cultural, ha dado a la conservación de la Tumba de Pakal, localizada en el Templo de las Inscripciones de la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas. Asimismo, con estos recursos se ha impulsado la rehabilitación del Templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, Puebla, severamente dañado tras el sismo del 19 de septiembre de 2017.
“La entrega de estas dos piezas teotihuacanas tiene un doble simbolismo, pues concreta la voluntad de México y Estados Unidos en el combate al tráfico ilícito de bienes culturales, y su recuperación también nos conduce a revalorar el legado de las civilizaciones que se asentaron durante siglos, en lo que hoy es nuestra nación”, reiteró la secretaria técnica del INAH.
Por su parte, Sergio Estrada Rojas, encargado del Programa de Recuperación del Patrimonio Cultural, de la SRE, explicó que la colaboración entre los países norteamericanos, los cuales comparten una frontera de casi tres mil kilómetros, requiere la instrumentación de acciones eficaces para impedir la salida de objetos arqueológicos, históricos y artísticos. Se trata de la tercera actividad ilícita que más ganancias genera a nivel mundial, detrás del tráfico de drogas y de armas, abundó.
Comentó que el año pasado en territorio estadounidense fueron decomisadas 800 piezas de origen mexicano. Estos bienes retornarán al país en distintos lotes, conforme el procedimiento de valija diplomática. Además de los tratados multilaterales, México cuenta en la actualidad con nueve instrumentos en materia de cooperación jurídica firmados con otros Estados para procurar el combate a este tipo de tráfico. Además del tratado con los Estados Unidos de América, se han signado con China, Guatemala, Belice, Chile, Perú, El Salvador, Uruguay y, recientemente, con Suiza.
Esta problemática global de alguna manera está representada en el caso que llevó a la recuperación del par de piezas teotihuacanas, pues fueron rescatadas en el curso de una investigación llevada a cabo por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) en contra del ciudadano estadounidense Don Miller, en cuya casa fueron requisadas aproximadamente 42 mil piezas de valor cultural, siete mil de las cuales —según las pesquisas— fueron sustraídas ilegalmente de países como China, Canadá, Irak, Perú y México, entre otros.
Edward J. Gallant, agregado jurídico adjunto del FBI, explicó que Don Miller ejerció la arqueología de forma amateur entre los años 60 y 70, participó en excavaciones en diferentes países, sustrayendo piezas de su contexto, por ejemplo, centenares de restos óseos humanos procedentes de entierros.
“Sin embargo, en este caso no se levantaron cargos y Don Miller cooperó con las autoridades. Un año antes de su muerte, a los 91 años de edad, Miller aceptó regresar las piezas que, probablemente, fueron adquiridas violando leyes estatales y federales, así como tratados internacionales. Fue su deseo que los objetos fueran devueltos a sus legítimos dueños”, dijo Gallant ante los medios de comunicación.
El arqueólogo Omar Silis García, de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del INAH, precisó que al acceder a la lista de siete mil piezas arqueológicas que estuvieron en posesión de Don Miller, cuyo origen es ilícito, se dictaminó que sólo el par de figurillas teotihuacanas fueron sustraídas de territorio mexicano.
Aunque la parte fuerte de la información se perdió al sacarlas de su contexto, Omar Silis comentó que las figurillas —ambas en posición sedente y altura promedio de 10 centímetros— reflejan los rasgos físicos, la vestimenta y los ornamentos de los pobladores de la que fue una de las grandes urbes del mundo antiguo, Teotihuacán, una ciudad pluriétnica que llegó a extenderse más allá de los 20 kilómetros en el Altiplano Central.
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