domingo, 1 de marzo de 2015

Exaltan Villoro y Gedovius el arte de la amistad, del diálogo y amor

LA CRÓNICA Yi Kan Lu es un dragón coreano que llega a una cueva de México para buscar la fórmula secreta que le devuelva el fuego a su aliento; sin embargo, en su camino encuentra a una sociedad codiciosa y a tres personajes que le muestran las virtudes de la conversación, amistad y del amor. Ésa es la esencia de la historia que Juan Villoro narra en el libro ilustrado El fuego tiene vitaminas.
“Es una historia que habla de la amistad, del cariño, de la lengua, de saber hablar. Tiene cosas muy divertidas porque es un dragón que por alguna razón está del otro lado del mundo buscando una fórmula mágica, que un viejo herrero sin edad ni tiempo tiene conocimiento”, comentó Juan Gedovius, ilustrador de la obra. La historia desarrollada en Valle Colorado describe a un dragón con rasgos humanos que lo hacen cercano al público, añade el ilustrador. Por ejemplo, el propio dragón se dice sociable, gustoso de la buena conversación, así como de la buena comida, presume haber aprendido idiomas por internet y vivir en América, espacio nunca antes habitado por los suyos en tiempos antiguos. “Los dragones y monstruos son seres mitológicos que siempre se acercan a nuestras grandes ilusiones. Siempre se habla del dragón bueno, malo o aquel que produce un cambio, es decir, son una figura muy rica de metaforizarnos y más cuando tenemos un personaje bien definidos como el que logra Juan Villoro”, destacó Gedovius. El ilustrador comentó que el caso del libro editado por Almadía, es muy probable que los lectores se identifiquen con el personaje mítico, pues al no ser estrictamente un humano, “es mucho más fácil decir que nos identificamos con este dragón, no porque tengamos colmillos, cuernos o escamas, sino porque es un interlocutor universal con el que empiezan a importarnos otras cosas más allá de las características físicas”. Sobre cuál fue su interacción con Juan Villoro para crear esta historia ilustrada, Juan Gedovius señaló que desde años atrás tenían el deseo de hacer algo en conjunto, no sólo por cuestiones profesionales, sino como un trabajo de amistad. “Con Juan tenía desde hace mucho tiempo de hacer algo. Desde ahí nace esta historia y además es producto de la amistad. Porque Juan es entrañable, es un gran amigo al que admiro como literato, pero antes de eso, como persona, como el ser humano que es”. FANTASÍAS. Juan Gedovius precisó que en El fuego tiene vitaminas le interesaba capturar la esencia de la narrativa de Juan Villoro. “Estamos inundados de dragones, yo mismo he hecho muchos y me fascinan, entonces tenía que hacer dragones diferentes, lograr ser interlocutor entre lo que escribe Juan y lo que le llega al público como imagen”. Técnicamente, dijo, utilizó texturizador, acrílico y una paleta de colores poco usuales para dotar de personalidad y espacio propio al dragón Yi Kan Lu. “¿Cómo logras que cada dragón tenga su espacio?, eso es oficio de la persona que lo crea y Juan hizo uno entrañable, crea una fantasía bien delimitada que hace creíble la historia”. Por último, Gedovius comentó que los dragones siempre han estado de moda como dinosaurios y otros seres fantásticos, “siempre han estado en los cuentos, narrativas, siempre han poblado nuestras historias y no es extraño que nos hagan pensar e imaginar”.

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