jueves, 12 de junio de 2014

Irak pide socorro a Estados Unidos y Obama se niega a reabrir esa guerra

Agencias en Bagdad |
ÉXODO. Hasta medio millón de iraquíes han huido de sus casas, tras la caída de Mosul y Tikrit en manos de los yihadistas. Hace un mes el primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki, llamó en secreto a la Casa Blanca para pedirle angustiado al presidente Barack Obama que realice ataques aéreos sobre los feudos de los terroristas suníes en el norte del país, y acabar así con la amenaza creciente que se cernía no sólo sobre su gobierno sino sobre toda la nación: la del Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL), una facción escindida de Al Qaeda, más radical si es posible que la red que fundó originalmente Osama bin Laden. El gobernante iraquí veía venir lo que está ocurriendo estos días: la huída de un ejército iraquí desentrenado y asustado ante la violencia suicida de los yihadistas suníes, que ha permitido que los terroristas conquistasen el martes Mosul, la segunda mayor ciudad de Irak, y ayer la vecina Tikrit, patria chica de Sadam Husein. Como consecuencia del avance de los yihadistas, medio millón de personas han huido de sus casas y buscan refugio en zonas controladas por el gobierno. “No”. La respuesta del mandatario estadunidense fue tajante, siempre según la versión de la web del diario The New York Times: “No. Las tropas de EU salieron en diciembre de 2011. Ese frente de guerra está cerrado”. La consecuencia de un ejército iraquí débil y la ausencia de las tropas estadunidenses, recuerda el rotativo neoyorquino, es que el EIIL avanza sin apenas resistencia en dos frentes desde el norte de Irak, uno hacia Siria, contra el régimen de Bachar al Asad, y otro hacia Bagdad, para derribar al gobierno de Al Maliki. El objetivo final sería la creación de un califato que unifique Siria e Irak bajo la ley de la “sharía”. Secuestro de turcos. Turquía confirmó el secuestro ayer de 49 de sus ciudadanos por yihadistas en su consulado en Mosul y amenazó con una dura respuesta en caso de que sufran algún daño. Entre los rehenes se encuentra el cónsul y familiares suyos. “He advertido a todos los bandos de que si se inflige el menor daño a nuestros ciudadanos, nuestra respuesta será absolutamente rotunda”, aseguró el canciller turco Ahmet Davutoglu. “Nadie debería poner a prueba la fuerza de Turquía”, añadió.

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