En SSN precisa que la causa de estos sismos es el desplazamiento convergente entre la placa de Cocos y la placa de Norteamérica la primera se introduce por debajo de la segunda a un ritmo de 60 milímetros al año. La interacción entre estas dos placas tiene lugar en la costa del Pacífico desde Chiapas hasta Jalisco.
El terremoto del pasado viernes alcanzó una elevada magnitud de 7,2: con esta tasa es habitual que se produzcan múltiples réplicas posteriormente, ya que las rocas que se hallan junto a la zona de ruptura tienden a reacomodarse otra vez, generando una ola de temblores posteriores o réplicas.
En el caso del terremoto en cuestión, numerosas réplicas siguen registrándose días después del sismo inicial, según se desprende de los datos del SSN, alcanzando la mayor de ellas una magnitud de 6.
El reporte del SSN concluye diciendo que estar informados acerca de estos fenómenos naturales sería de gran ayuda para mitigar el riesgo sísmico en caso de un evento de magnitud considerable.
Por otro lado, en el marco de una conferencia de prensa con el motivo del reciente terremoto, la jefa del SSN, Xyoli Pérez Campos, explicó que la diferencia entre cada unidad de magnitud de los terremotos es 32 veces la fuerza con que se sienten. Por ejemplo, un temblor de magnitud 5 es 32 veces más fuerte que el de 4.
Así, el terremoto del 16 de febrero, de magnitud 7,2 resultó ser 1,5 veces más fuerte que el del 19 de septiembre de 2017, que dejó 369 muertos y grandes daños materiales en toda la nación.
La causa por la que el sismo del viernes de la semana pasada, a pesar de ser más fuerte, causó pocos daños materiales y ninguna víctima, es que la distancia entre su epicentro y las zonas donde se sintió fue mucho más grande en comparación con el terremoto mortífero de septiembre pasado.
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