martes, 27 de mayo de 2014

La encrucijada de la basura nuclear y los indigenas yakama

Imagen de referencia | Autor desconocido En estados unidos la realidad dista mucho de ser perfecta, idea vendida alrededor del mundo. Muestra de ello es la actualidad del pueblo nativo Yakama, que luego de verse obligados por el gobierno federal a desprenderse de sus territorios, deben soportar los residuos radiactivos de Hanford, complejo nuclear que a pesar de estar casi inservible desde hace años, es considerado el lugar más contaminado del país, herencia del conocido Proyecto Manhattan. El principal activista a favor de que se resuelva la situación, es precisamente Russell Jim, un indígena con 78 años de la nación Yakama, que se desenvuelve como director del Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos (ERWM, por su sigla en inglés), de dicha tribu, que desde su oficina relata a la prensa el conflicto. La reserva de los Yakama, en un principio compuesta por cerca de 5 millones de hectáreas, hasta que en 1855 el gobernó los obligó a cederlas, se localiza al sureste de Washington –a únicamente 32 kilómetros de Hanford— está formada por 486 mil hectáreas, donde viven 10 mil indígenas y aproximadamente 12 mil caballos sin domesticar. A pesar de que la planta de Hanford, inaugurada en 1943, dejó de operar de manera no oficial en 1989 con el fin de la industria armamentista nuclear, todavía hoy continúa con la filtración de material radiactivo, producto de los nueve reactores y los cinco complejos donde procesaba plutonio. Peligros ambientales Esos residuos fueron impedidos de llegar a los caladeros ancestrales por los yakamas, quienes para ello recurrieron al tratado de 1855, el cual les aseguraba tener acceso a sus sitios “usuales y acostumbrados”. Empero, como explica Jim, la realidad es diferente como lo manifiesta el Departamento de Energía, pues la administración federal inatenta “reclasificar la basura como de ‘baja radiactividad’” para dejarla ahí de manera casi superficial, aunque científicos han recomendado que debe sepultarse profundamente. Para Tom Carpenter, de la organización Hanford Challenge, la lucha es para que el gobierno quite los desechos, en beneficio de la entidad y las tribus. Aunque el peligro para el medio ambiente igual de impresionante, debido a las filtraciones de basura radiactiva no retirada por argumentos de las empresas contratistas. En este contexto, el Río Columbia es quizá el más afectado, ya que ciertas filtraciones se ubican a tan sólo 100 metros del recorrido acuático (el gobierno del estado reportó agua contaminada con uranio, estroncio-90 y cromo) sitio donde los yakamas entran a Hanford Reach, reserva natural en la que la mayoría de los salmones reales desovan. Y es justamente esta situación la que produce otro problema. Puesto que la dieta de los yakamas consiste en la ingesta diaria de entre 150 y 519 gramos de pescado, corren el riesgo (uno entre 50) de desarrollar cáncer. Ya en 1997, la fundadora de Médicos por la Responsabilidad Social, Helen Caldicott les advirtió que comer pescado de ese río les provocaría la muertem, incluso los estados de Oregon y Washington han limitado el consumo de peces por el alto nivel de contaminantes. “El Departamento de Energía le dice al Congreso estadunidense que el corredor del Río está limpio. No lo está, pero ellos temen que los demanden”, asegura el líder indígena, cuya tribu nunca ha sido indemnizada por las filtraciones radiactivas ocurridas entre 1944 y 1971, calculadas en 6.3 millones de curios (unidad de medida radiactiva) de neptunio-239. Para Russel Jim, uno de los principales obstáculos en esta batalla es que en el plano de lo legal se les considera “partes interesadas”, a pesar de ser gobiernos divididos. “Fuimos la única tribu en denunciar la cuestión nuclear y prestar testimonio en un subcomité del Senado en 1980”, asegura el nativo, para luego explicar que en 1982 solicitaron se les otorgara el estatus de tribu afectada, aunque tiempo después los umatillas y los nez percés se deslindaron. Quienes sí se consideraron afectados, fueron los paiutes del Sur y los shoshones occidentales, tras la decisión de Barack Obama de eliminar la cadena montañosa Yucca Mountain, en Nevada como zona de almacenamiento provisional de residuos de Handford. No obstante, el peligro no cesa. Tan sólo el 23 de marzo pasado el Boletín de científicos atómicos expresó su intranquilidad por la nula existencia de sitios para enterrar este tipo de desechos. Ante ello, el único que no renuncia a la lucha es Jim, pues como afirmó en una reunión con políticos, donde se preguntaban dónde vivirían en un futuro con la basura radiactiva: “Hemos estado aquí desde el inicio de los tiempos, así que también estaremos para entonces”. Fuente: Revolución 3.0

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