martes, 27 de mayo de 2014
El Papa “abre la puerta” al casamiento de sacerdotes
Agencias en Ciudad del Vaticano |
El papa Francisco sorprendió ayer con una declaración que revolucionaría la Iglesia Católica como la conocemos. Al ser preguntado sobre el celibato en el avión que lo llevaba de regreso a Roma desde Tierra Santa, subrayó que “no es un dogma de fe”, recordó que hay sacerdotes casados por ritos orientales y agregó que “la puerta está siempre abierta” a tratar el tema.
Sin embargo, el pontífice aclaró que “en este momento hay otros temas sobre el tapete” según la agencia italiana Ansa, que recogió las declaraciones del papa a la prensa en su vuelo de regreso a Roma desde Israel.
Aunque a renglón seguido, el pontífice añadió que el voto de no casamiento de los sacerdotes “es una regla de vida, que yo aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia”, reiteró que “el celibato no es un dogma de fe”.
El “no” de Ratzinger. En la Iglesia Católica de rito latino, el celibato eclesiástico, es decir, la renuncia al matrimonio y la promesa de castidad, es obligatorio para los sacerdotes desde el II Concilio de Letrán, en 1139. No lo es, por el contrario, en las iglesias católicas de rito oriental.
El predecesor del papa Francisco, el papa emérito Benedicto XVI, se mostró tajante sobre el papel del celibato en la Iglesia romana.
Ratzinger, de quien se sabe que en su juventud tuvo dudas sobre esta disciplina, llegó a defender el “valor sagrado” del celibato, aunque también reconoció que no se trataba de “un dogma”.
Enamoradas de curas. El pronunciamiento de Bergoglio se conoce días después de que se conociera que un grupo de 26 mujeres le escribió una carta para solicitarle una revisión de la disciplina del celibato, ya que han vivido o viven una relación sentimental con un sacerdote, se sienten enamoradas y querrían hacerlo sin ocultarse. La Santa Sede no había hecho hasta ayer comentario alguno sobre esa misiva.
En ella, las que se dirigían al papa decían ser “un grupo de mujeres que escribe para romper el muro del silencio y de la indiferencia con el que nos topamos cada día. Cada una de nosotras mantiene, ha mantenido o querría mantener una relación sentimental con un sacerdote”.
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