martes, 27 de mayo de 2014
La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda (Del jardín al Edén)
Del jardín al Edén
Salvador Ferrer i Paradeda.
(Se inicia con unas tenues gotitas de lluvia que aparecen y desaparecen).
No hay flor sin hojas ni semilla sin raíz, de aquí que el famoso Edén deba compartirse con aquellos que crean en él, sean de la condición que sean y el color que tengan. Después de una horas de reflexión y debate interno, llego a la conclusión que los pensamientos pueden más, los sueños menos y la realidad…¿la realidad?, pues eso, se desconoce por completo.
Volveremos a los castigos corporales por un ¡quítame esas penas!, regresaremos al silíceo porque no entra en el debate de quien lo usa o desmitifica, estaremos de nuevo entre el cielo y el infierno –nada que ver con el purgatorio- y con ello, las dudas que tanto acosaron a la humanidad no hace muchos años.
Las leyendas de la devoción se presentarán como mujeres hermosas, de un color blanco pálido, seguramente incluso, cargadas de pecho –porque es lo que distingue entre una justicia de estatua y una súper justicia- no crean que por ello doy nombre a la mujer, más bien a la representación que siempre nos han hecho de lo llamado… justicia.
(Y vuelve a llover, ahora sí llueve qué llueve).
Sueño con un lugar desierto y envuelto de nenúfares, colores vivos, cielo azul y aguas transparentes. Sueño con los sueños sin dar cabida a la duda y tal vez con la solución adecuada, una lotería bien premiada y sin repartir con nadie. Sueño porque soñar es gratuito, con el valor de un sueño y la equidistancia de la realidad.
El hombre como tal, debería saber el lugar que ocupa y el resto de seres vivientes no ocupar mucho espacio porque a lo mejor entorpecen, no dejan saborear el sueño que mencionaba con anterioridad.
Si me preguntan el por qué de estas frases escritas a golpe de tecla, solamente hay una respuesta; somos lo que somos porque no sabemos ser otra cosa y además la cagamos continuamente al no saber recomponer la historia.
Políticos y facinerosos han ganado…. Consiguieron que haya nuevos enemigos y además a fuerza de mentiras piadosas, que es lo más doloroso. En fin, bienvenida la concordia, los jardines, los lugares solitarios el castigo corporal, los colores hermosos y aquello que no tiene nombre: la verdadera libertad de elección.
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