miércoles, 6 de noviembre de 2013
Aquí todos los días es Día de Muertos: Ecatepec, Estado de México
Aquí todos los días es Día de Muertos: Ecatepec, Estado de México
Por Alina Rosas Duarte
Aquí todos los días es Día de Muertos” es un especial de REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO que repasa lugares donde anidan las muertes violentas, asesinatos y desapariciones con la complicidad u omisión del Estado. En esta ocasión toca el turno a Ecatepec, Estado de México, donde la muerte convive diario con los vecinos.
Abrir los periódicos de nota roja para leer los nombres de calles, avenidas, colonias, parques, escuelas por donde caminan los hijos, las hermanas, los papás, comienza a volverse cotidiano para la mayoría del millón 600 mil habitantes del municipio de Ecatapec, Estado de México.
Aquí la muerte ronda en cada esquina, como sucede en los lugares más “calientes” donde se libra una guerra contra el crimen organizado: al oriente, las pandillas de migrantes que aprendieron el negocio de la intimidación en Los Ángeles, California; al poniente, el control de grupos armados como La Mano con Ojos o los rentistas de Los Zetas; al sur, el descontrol de un transporte público abusivo y riesgoso; al norte, la pobreza que ejecuta con hambre a los vecinos.
Es la cuna del actual gobernador priista Eruviel Ávila y ni eso le ha paliado el aroma a muerte: el diario Reforma contabilizó que, sólo el año pasado, 523 personas tuvieron una muerte violenta y el 23.3 por ciento estaban relacionadas con la delincuencia organizada: ejecutados, decapitados, asfixiados en cajuelas, incluso colgados de un puente.
La saña de esta ciudad contra sus habitantes bien podría ser la de otro municipio en la frontera norte o la tierra caliente del sur: sólo en mayo, 23 mujeres fueron asesinadas y la tierra que vio emerger el cuestionable liderazgo del obispo Onécimo Cepeda ya es primer lugar en robo de automóviles en su entidad (de 15 mil unidades robadas en el Estado de México, 5 mil desaparecieron en el municipio).
En la carretera México-Pachuca y las avenidas Vía Morelos y Central se presentan en promedio cinco asaltos al día; cerca del Metro Ecatepec, hay al menos una averiguación previa diaria por delitos del fuero común; en colonias como Obrera Jajalpa, un mal olor en algún predio casi siempre se debe a algún cadáver en descomposición.
Osmar León, secretario de organización del Partido de la Revolución Democrática en el Estado de México señala que Ecatepec registra casi el 10 por ciento de la totalidad de los delitos que se cometen a nivel estatal.
Hasta nueve muertes violentas en un día se han contabilizado en Ecatepec, Estado de México (Fuente: Emilio Vásquez / Terra)
Por donde se vea, este lugar saca pus.
“Apenas en marzo pasado, este municipio ocupaba el primer lugar en delitos con 73 mil 748”, dice y hace recuento: asaltos a mano armada y asaltos a hogares es lo menor. Lo grave son los cadáveres aventados como comida de perros callejeros, las extorsiones que no dejan dormir a los emprendedores, las violaciones tumultuarias en los camiones destartalados, la suciedad que enferma a niños de colonias populares.
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Se llama Santiago Varela, tiene 24 años, recién terminó la Universidad y vive en Ecatepec. Del año 2008 al día de hoy son 12 los asaltos a mano armada los que ha sufrido, nueve de ellos en su municipio, y entre ellos, uno imborrable en su memoria, el día que, en su hogar, fue amordazado.
Mientras Santiago estaba en su portón con un amigo, dos hombres y una mujer que pasaban por su casa los hicieron entrar a empujones y con cables que arrancaron de electrodomésticos los amarraron en el suelo. Su madre, asustada por el ruido mientras tomaba un baño, fue advertida por Santiago de los intrusos con un grito de desesperación.
Aquel grito le costó varios golpes y patadas a Santiago, quien desde el piso de su cocina y rodeado de armas de fuego se limitó a observar cómo electrodomésticos, dinero y pertenencias eran sustraídas de su hogar mientras la mujer que custodiaba a las víctimas tomaba una Coca Cola -que había tomado de la cocina- para, frescamente, vigilar la acción.
“El tiempo me pareció eterno, sin embargo, creo que sólo duró media hora”, dice Santiago, mientras preocupado narra cómo lo encerraron en su cuarto, mientras a su madre le solicitaban bolsas para ir guardando todo lo sustraído.
De acuerdo con los vecinos, en la mayoría de los delitos graves cometidos en Ecatepec hay policías infiltrados en el crimen (Fuente: Impacto.mx)
“No hablamos a la policía, en Ecatepec está muy coludida con la delincuencia, la gente sabe que no debe avisarles de robos o asaltos, es muy rara la vez que se recurre a la denuncia”.
Minutos después de que los asaltantes salieron, Santiago Varela se desamarró y ayudó a su amigo, sin embargo, el recuerdo sigue atado a su memoria. La muerte le rondó cerca, otra vez.
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En Ecatepec, las avenidas suelen tener pequeñas plazas comerciales y locales, que dan la imagen de una pujante economía local, sin embargo, es un espejismo. Miles de familias de clase media abren sus negocios bajo el asedio de las extorsiones del crimen organizado.
En el corazón del municipio mexiquense, cuenta uno de los vecinos, el dueño de una taquería es extorsionado. El rumor entre los vecinos es que los chantajistas son miembros de La Familia Michoacana, el cartel beneficiado del derecho de piso y “cuando no paga le va como en chinga”, dice, e inmediatamente se autocensura para no dar más detalles.
“Al taquero antes le iba muy bien con las ventas, pero de un tiempo para acá ya no sólo han sido los asaltos a mano armada los que se han incrementado, ahora también le va como en feria con las extorsiones”, cruzado de brazos cuenta otro de los presentes. “No sabemos muy bien qué grupo o cártel sea quien les ‘cobra piso’ pero termina pagando a cambio de protección, esto es muy común en Ecatepec y en municipios aledaños como en Nezahualcóyotl”.
El joven vecino sabe que el tema es complicado y aun así, preocupado, sigue con la charla. En la mirada se le nota: si alguien lo escucha, la maldición puede ir hacia allá.
“A pesar de que pensamos que él siempre ‘paga piso’, muy seguido asaltan sus taquerías. En una ocasión un cliente, que hasta donde se sabe era policía, estaba presente en un asalto, apenas tuvo la oportunidad, en pleno atracó sacó su pistola y asesinó a los chavos que asaltaban. Por el simple hecho de que el señor maneja las taquerías, muchos han de creer que tiene mucho dinero, estoy seguro de que los vándalos piensan eso”, dice el joven de no más de 25 años.
“La última vez que el taquero fue a revisar su negocio, regresaba a su casa en su coche, pero vio cuando otro automóvil lo seguía, trató de perderlo pero fue un intento en vano. Le cerraron el paso hasta obligarlo a bajar, lo arrastraron al lugar del copiloto y durante horas dijo que lo trajeron dando vueltas pidiendo que diera sus números de tarjeta”, y entre más va recordando el joven, con mayor rapidez cuenta los hechos.
Ecatepec se convirtió en el municipio más inseguro del Estado de México con 73 mil 748 delitos denunciados en el primer trimestre del 2013, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
“En todo momento colaboró con los asaltantes, pero eso no fue suficiente para que no lo agredieran, lo golpearon con salvajismo y finalmente lo aventaron muy cerca de un canal, ya sin dinero y sin carro, el señor ya perdió la cuenta de las veces que lo han asaltado”, concluye el chico.
Y si no son los supuestos gatilleros de un cartel como La Familia Michoacana, el asedio en Ecatapec corre a cargo de jóvenes de entre 17 y 25 años, cuya vida académica se vio truncada cuando al salir de la secundaria o la preparatoria, no encontraron alguna otra opción de vida que no fuera la calle.
Es difícil acercarse a ellos: pertenecen a pandillas que se dedican a asaltar zonas fuera de su vecindad. Viven con desconfianza, algunos con la mano en el pantalón acariciando un arma, con mirada puesta en los límites imaginarios y físicos que le han puesto a su barrio. Pasar esas fronteras puede significar la muerte.
Diario, antes de salir a “trabajar”, es común que se persignen frente a un mural en la Colonia Prados en el Municipio de Ecatepec donde, a mitad de todos los colores, se encuentra una Virgen de Guadalupe y un San Judas Tadeo con la leyenda “perdona mi vida loca”.
“No son ninis como yo”, dice un vecino del municipio que los ve a diario cuando va de Tultepec a su destino laboral. “Ellos sí trabajan, ya sea asaltando o en el narcomenudeo, en ‘los Prados’ es un buen lugar para comprar y abastecerse de drogas, sólo hay que tener cuidado, ahí es donde suelen matarse entre bandas, pocas veces se sabe por parte de quién viene el golpe, son problemas entre ellos”.
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El 13 de junio, hubo quienes quisieron ponerle un alto a la muerte. De las calles de Ecatepec, salieron miles de ciudadanos vestidos de blanco bajo la consigna “Seguridad y Militares”. El hashtag #MegaMarchaEcatepecUnido, quedó como registro de ese hartazgo vuelto deseo de tranquilidad.
La red se inundó de fotos: allá la mujer a quien las pandillas le mataron un hijo; más allá el hombre que entrega la mitad de sus ganancias en derecho de piso; acá la niña de primaria veterana en asaltos en la calle de su casa.
Cuatro meses después de la marcha convocada por el grupo de facebook “Mega Marcha Ecatepec”, el Movimiento Otro Ecatepec es Posible, presidido por el líder vecinal Osmar León decidió tomar las calles, las demandas fueron más amplias: “exigimos seguridad pública, alumbrado, inversión en obra, espacios de recreación y mantenimientos de escuelas, servicios públicos eficientes, fomento al empleo, programas sociales sin condicionamientos priistas”.
De acuerdo con los organizadores, la marcha Otro Ecatepec es Posible movilizó unos 5 mil vecinos hartos del mal desempeño del gobernador Eruviel Ávila y el presidente municipal priista Pablo Bedolla.
Los sacó a la calle el hecho de que nadie en Ecatepec sabe si llegará a su destino a diario, no está seguro al tomar el transporte público, al caminar las calles y volverse noticia en la sección roja de los periódicos. Sin embargo, sus pobladores están lejos de la resignación, a cada historia, un respiro y un paso adelante.
“Aprendes a sobrellevar la delincuencia, tratas de lidiar con los asaltos, con la violencia, evitas conflictos con pandillas, no le entras al narcomenudeo, no entras al juego porque si no ya no sales”, dice Tomás, con una mirada que, al acompañar el asentimiento de su cabeza, espera que se interprete como una advertencia, no como una narración más.
Es entonces cuando, al retirarse de Ecatepec, uno entiende que hay territorios tricolores donde el rojo predomina sobre los otros.
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