miércoles, 13 de agosto de 2014
Un ordenador verifica un problema matemático planteado hace 400 años
© REUTERS Arko Datta.
Una computadora ha verificado la solución a uno de los mayores problemas matemáticos, inaugurando una nueva era en la que los científicos podrán dedicarse a la resolución de problemas, mientras las máquinas hacen el trabajo 'pesado' de confirmarlas.
La Conjetura de Kepler, propuesta por el matemático y astrónomo Johannes Kepler en el año 1611, sostiene que la manera más eficaz, o sea, con mayor densidad, de apilar esferas, es hacerlo en forma de pirámide. En la vida cotidiana podemos ver la plasmación de esta hipótesis en los mercados donde venden manzanas o naranjas, conservadas precisamente de esta forma. Sin embargio, el propio Kepler no pudo comprobar esta hipótesis, como tampoco pudieron hacerlo otros matemáticos desde entonces.
En 1998 una solución fue propuesta por el profesor Thomas Hales, de la Universidad de Pittsburgh en EE.UU. Entonces, 12 científicos tardaron 4 años en estudiar la prueba del problema, expuesta en 300 páginas, sin bien no pudieron dar un 100% de garantías de que la solución fuera la correcta. En 2005 la solución fue publicada en una de principales revistas matemáticas, pero quienes la revisaron dijeron estar seguros en un 99% de que la solución no contenía errores.
Entonces, el autor de la solución se dedicó a crear el proyecto Flyspeck, consistente en un programa que verifica paso a paso todas las afirmaciones lógicas de la solución matemática, verificándola en lugar de los propios matemáticos. El sábado el equipo de Hales anunció que el programa que crearon logró verificar la solución de la Conjetura de Kepler propuesta por Hales, y que no encontró errores.
"Esta tecnología excluye a los árbitros matemáticos del proceso de verificación. Su opinión sobre la corrección de las pruebas ya no importa más", afirma Hales, citado por la revista 'New Scientist'. La prueba del problema, verificada por una computadora, puede abrir una nueva era en las matemáticas donde las máquinas harán el "trabajo pesado" liberando a los científicos para que se puedan dedicar al "pensamiento más profundo", concluye la revista.
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