viernes, 17 de julio de 2015
Descubren escultura de jaguar bicéfalo; data del 750 al 850 d.n.e.
LA CRÓNICA Hallan en Oxtotitlán, al norte de Guerrero, una escultura de más de tres metros de ancho de un jaguar bicéfalo que posa sobre una representación miniatura de una montaña sagrada, vestigio que podría ser la personificación de un espacio que se empleó entre los años 750 y 850 d.n.e para actividades rituales y ceremoniales. Así lo considera Raúl Barrera, arqueólogo responsable de los estudios en dicha zona.
“El monolito que localmente es conocido como la piedra de las calaveras, debido a que los lugareños lo asocian con la representación de dos cráneos, se encuentra situado sobre un arroyo del temporal de la zona”, precisa el arqueólogo.
La escultura, añade, fue elaborada aprovechando un afloramiento de roca metamórfica cuyas dimensiones son 4 metros de longitud por 3.50 metros de ancho y 1.50 metros de espesor, con una orientación de oriente a poniente siguiendo el curso del arroyo.
“En la montaña de Guerrero el jaguar representa un ente sobrenatural, aspecto que lo vemos reflejado en este monolito altar, que representa la unión de dos jaguares y de la montaña sagrada representada en miniatura con aspectos arquitectónicos y pozuelos con pequeños canales para simular corrientes de agua”, indica Barrera.
Para el especialista, los elementos iconográficos representados en esta escultura se pueden dividir en dos grupos: el jaguar dual o bicéfalo como una entidad sobrenatural y la montaña sagrada. “Ha sido complicado para mí esta estructura porque al revisarla, tenemos el cuerpo y dos rostros del jaguar que al parecer están descarnados, pareciera que son dos jaguares en uno, formando un solo animal fantástico”.
Sobre la expresión que denota las dos cabezas de jaguar unidas en un solo cuerpo, explica Raúl Barrera, en una sección es de acecho porque el felino se encuentra agazapado en posición de alerta, dispuesto a saltar, como si quisiera atacar en la dirección donde se oculta el sol.
“La otra sección da la impresión de estar sentado como si estuviera vigilando en una orientación hacia el horizonte, ambos cuerpo unidos y en posiciones diferentes, son robustos con dos cabezas grandes y ovaladas como si estuvieran viendo hacia direcciones opuestas, los rostros al parecer se encuentran descarnados”.
Los rasgos de las narices y los hocicos abiertos con la lengua de fuera, precisa, presentan en la superficie líneas onduladas paralelas que podrían corresponder a la representación de corrientes de agua, al igual que los dientes, colmillos y encías que se pueden apreciar a pesar de su estado de deterioro.
“En la parte superior de los cráneos, todavía pueden vislumbrarse evidencias de las orejas que al parecer eran cortas y redondeadas, a esto hay que agregarle la hendidura craneal que presentan y que en la cosmovisión olmeca se le relaciona con la germinación del maíz y con la llegada de las lluvias”, explica Barrera.
La espalda del felino es plana con algunos elementos glíficos esculpidos, pero debido a la evidente erosión y a que fueron elaboradas de forma muy superficial, actualmente ya no se pueden apreciar nítidamente. “Se pude ver una incisión triangular, una figura rectangular cerrada por tres de sus lados a manera de corchete que marca a tres protuberancias semicirculares que quizá pudieron representar ojos estelares o nubes de agua”.
Sobre la temporalidad de la escultura, Raúl Barrera señala que es incierta, pero supone que corresponde a una época tardía de Mesoamérica e infiere que la pieza fue hecha entre los años 750 y 850 d.n.e.
MONTAÑA. “Al parecer, el monolito representa una montaña sagrada de donde emerge y mora el jaguar fantástico, en el contorno de la roca desde su parte inferior presenta esculpidas unas prolongadas escalinatas que condicen y convergen en la parte superior de la misma”, destaca el arqueólogo.
En la parte alta, agrega, se concentran una serie de pequeños pozuelos con canaletas que alegóricamente representan corrientes de agua y que en la realidad, surgen desde manantiales en las cuevas de la parte alta de la montaña, bajan por las laderas y se dirigen hacia el arroyo que pasa escasos seis metros de este lugar.
“En las faldas de esa misma montaña, están representadas escalinatas, terrazas, espirales, templos circulares y en la parte superior del monolito se encuentran evidencias de tres juegos de pelota, práctica que junto con el jaguar, se ligaba con el sacrificio humano y por consecuencia con la fertilidad de los campos agrícolas”, indica.
Para Barrera, esta montaña en miniatura más que tratarse de la planeación de un centro ceremonial o de una copia fiel del entorno del paisaje de Oxtotitlán, considera que se trata de la personificación de un espacio sagrado empleado para la realización de actividades rituales y ceremoniales.
“El monolito altar forma parte de la geografía sagrada del lugar, misma que es representada por una agreste montaña antes boscosa. La ubicación de este monolito no es accesible a las personas, eso ha servido para que pueda conservarse, aunque presente deterioros naturales a causa de la proliferación de musgos y líquenes.”
Sin embargo, destaca que uno de los recientes daños es producto del vandalismo, ya que en ambos rostros del jaguar, en sus colmillos, encías y lengua fueron remarcados con elementos punzocortantes como clavos u otros objetos de metal.
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