martes, 17 de noviembre de 2015
Los dilemas del presupuesto de egresos de la federación 2016
Por Arlen Jaime Merlos
Recordemos que debido a que México enfrentará un contexto económico complicado en el 2016 caracterizado por bajas expectativas de crecimiento económico, los bajos precios del petróleo a nivel mundial, la baja producción petrolera nacional y el incremento en las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos lo que implicará un mayor servicio de la deuda nacional, fue entonces que el gobierno federal anunció la implementación de la metodología del Presupuesto Base Cero (PBC) en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016.
Bajo ese escenario, se entiende que el PBC consiste básicamente en asignar partidas presupuestales a programas que sean prioritarios de la manera más óptima posible y que han probado su eficacia para alcanzar sus objetivos, es decir, condiciona la asignación de recursos públicos, con el fin de optimizarlos.
Es importante mencionar que en días pasados se aprobó en la Cámara de Diputados el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016, el cual asciende a 4 billones 763 mil 874 millones de pesos. En este sentido, la pregunta obligada consiste en conocer si realmente se cumplen los estándares y características de un PBC.
En ese sentido, de acuerdo con los estudios realizados por especialistas del CIDAC (Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C) el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016 quedó lejos de cumplir los objetivos de un PBC; por lo que señalaron que lo que se hizo realmente fue una reasignación o reingeniería presupuestal, pero no bajo el esquema de un PBC. En primer lugar se identificó la falta de racionalización consciente de los recursos y no eliminar los gastos excesivos, es decir, se dejaron intactas las partidas para ingresos de la alta burocracia, sin embargo, se realizaron recortes en los rubros de educación, campo, cultura, y salud.
Por otro lado, se identificó el incremento presupuestal en las aportaciones y participaciones federales para los estados y municipios, éstas contenidas en el Ramo 28 y 33; sin embargo, es necesario puntualizar que en la práctica estos recursos quedan a discreción de los gobernadores y son utilizados con fines políticos, por lo que no se ajustan a criterios de transparencia, lo cual generará un gasto discrecional para fortalecer el asistencialismo y el clientelismo electoral; en síntesis, el presupuesto tendrá un efecto directo en los procesos electorales locales del año próximo.
En este sentido, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), calificó que el ejercicio del gasto federalizado, en el cual se encuentran los Ramos 28 y 33, carece de metas anuales y mecanismos de evaluación. Además, sus mecanismos de asignación, así como las disposiciones para su ejercicio, no son explícitos, ni transparentes.
Es entonces, que debemos entender que en lugar de transitar hacia un esquema de asignación de recursos más transparentes, se reducen en el Presupuesto rubros de orientación social, en sectores prioritarios como la educación, salud, campo y cultura. Es así que el famoso presupuesto base cero, quedo en el discurso, más no en los hechos.
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