• Como nunca antes, “El Viacrucis de este Viernes Santo”, desolado a raíz del aislamiento social
Por Mario Ruiz HernándezVALLE DE MÉXICO, a 10 de abril de 2020.-En este denominado “Viernes Santo”, al igual que en el calendario Litúrgico, vivimos hoy un día sumamente especial más en el fondo que en la forma.
“El Viernes Santo” pese a la Pandemia Global del Covid-19, sigue presentando el drama inmenso de la muerte de “Cristo en el Calvario”, no obstante al aislamiento o la reclusión social.
La cruz erguida en pie sobre el Mundo, continúa siendo generación tras generación, el signo de salvación y de esperanza, y algo fundamentalmente en esta era apocalíptica.
Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado del Nazareno.
San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia.
Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente, ante el crecimiento de diversas denominaciones religiosas.
“Los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina.
Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia.
Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos.
La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el camino de Jesús
La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo, Jesús muere en la Cruz y llega al padre.
Sin embargo, de ese corolario, ese testimonio inolvidable para “Los Católicos”, y sois la imagen de la humanidad hundida y oprimida, llama a la reflexión en estos claros momentos trágicos.
Por otra parte, es notable que para muchos no es lo mismo “El Viacrucis” como en otros tiempos, el de las grandes procesiones, “Los Nazarenos, Penitentes y los que se flagelan” en sus promesas anuales
Los centros religiosos y sus territorios parroquiales prácticamente vacíos, al menos en esta región del Valle de México- Naucalpan, Tlalnepantla y Atizapán de Zaragoza -(NZT) y desde ayer “Jueves Santo”
El lavatorio de pies que nos invita a la humildad; la última cena, que nos deja la sabiduría de compartir el vino y el pan con el prójimo y la impresionante Oración del Huerto en Getsemaní, lo más elevado.
Finalmente y en el recorrido, los lugares desiertos como nunca antes además en la visita de las 7 casas, en muchos pero muchos años que no se miraba esto-la convocatoria de la “Semana Santa”.
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