• “Un día totalmente diferente a otros tiempos”, a consecuencia de la Emergencia Nacional Sanitaria.
Por Mario Ruiz HernándezVALLE DE MÉXICO, a 11 de abril del 2020.- Efectivamente, este “Sábado Santo o de Gloria” dejó de ser igual que otros años- y todavía más fúnebre, el completo luto de todas las denominaciones religiosas-
La Iglesia, el templo, la congregación, la sinagoga o como cada cual le llame, permanece cerrado junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección.
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos.
“El Sábado de Gloria”, verdaderamente muy alejado y de siempre, de las grandes concentraciones, las playas y los cubetazos de agua, en los vecindarios, y el desperdicio del vital líquido.
Aunado a ello, y todavía bastante distante al mito de “nuestros abuelos y/o nuestros Grandes”, del “no bañarse en este día para no convertirnos en pescados o que nos salgan escamas”.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la Resurrección del Domingo.
Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado y resucitado.
El estado de “Cristo” muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del “Sábado Santo” en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".
Un día antes, “El Viernes Santo”, el Papa Francisco presidió la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que en esta ocasión estuvo vacía a causa de la pandemia del coronavirus.
El Santo Padre, vestido de púrpura en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz, se postró en el suelo delante del altar para orar durante unos minutos.
En la oración universal de los fieles, el Papa elevó una especial petición por los enfermos de Covid-19, y en diversas partes del mundo, la reflexión también llamó a la solidaridad con el prójimo.
Por otra parte, y en el aislamiento social que padecemos, en la Zona Metropolitana del Valle de México- Naucalpan, Tlalnepantla y Atizapán (NZT), este “Sábado de Gloria” totalmente diferente a otros años-
Lo anterior y aún y cuando en soledad, la pandemia del Coronavirus y en estos días que esperamos sean cortos, nos levantaremos y saldremos de las tumbas de nuestros hogares.
Bajo esa lógica y creo no para volver a la vida anterior como Lázaro, sino a una vida nueva, como Jesús. Una vida más fraterna, más humana. ! Más cristiana!
Salir a la vida en cualquier parte de esta gran conurbación, en el que los problemas y rezagos sociales están ahí, quizá, esperando a ser resueltos a posteriori a la Emergencia Nacional Sanitaria.
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