domingo, 17 de agosto de 2014

La opinión de...Salvador Ferrer i Paradeda (¿No me interesa?)

¿NO ME INTERESA? Salvador Ferrer i Paradeda.
Hace mucho tiempo escribí en un papel un título desesperado: "no me interesa”. Tal vez a modo de huida, desconocimiento y un poco de misticismo. Algunos pensarán como yo; no nos tendría que interesar, más bien, porque si nos interesara, quiere decir que ya hemos " bebido aceite”. (Una expresión un tanto complicada de traducir del catalán al castellano). Aceite de ricino, de conocidos efectos y acreditado protagonismo en la historia de las depuraciones ideológicas por vía intestinal, algunos aún le tienen mucha devoción. Por cierto que a la planta del ricino se le llama también con otro nombre; "higuera infernal ", por alguna cosa debe ser. De manera que aquí,(como en muchos lugares) leer la prensa diaria y escuchar los noticiarios, es desde hace mucho tiempo, meses o quizás años, como ingerir la ración de aceite de ricino - higuera infernal -. Y no me interesa, ya estoy suficientemente purgado, ya me han limpiado bien limpios los intestinos, ya estoy purificado, ya he pasado todas las catarsis o limpiezas del caso, ya tengo suficiente, ¡ no me interesa !, no quiero llegar a la deshidratación moral, a la extinción de la fantasía, al descrédito de toda cosa pública propia y no propia. Menos aún quiero correr el riesgo, que ya se esparce como un imparable contagio, de confundir purgación - penitencia y purificación de los pecados - y purgaciones que, según el diccionario, es aquel " líquido purulento que se produce en la uretra y es expelido por el orificio exterior de éste "; los académicos son muy discretos. La política y sus glosadores tienen, esos últimos años, una irreprimible vocación de enfermedad venérea; contagio en lugar vergonzoso, actividad nocturna y clandestina, rostros picados y velados, inflamación y supuración de las partes pudientes, pudendagra, que es el nombre que se le puso al " mal francés ", así lo bautizó Gaspar de Torroella, asesor del Vaticano en tiempo del Papa Borja. El remedio eran sales mercuriales - que finalmente afectan el cerebro, es fácil de observar -y baños prolongados de aceite de oliva virgen, con lo cual volvemos al principio; no me interesa. Tendríamos que pensar que no es cosa nuestra, habría que poner fronteras morales al contagio, pensar -y llegar a creer, cosa más ardua - que los susodichos políticos, (aquellos y estos), periódicos, aquellos periodistas, banqueros, secretarios, gobernadores, policías futuros, policías presentes, asesinos triunfantes, espías gloriosos, generales, obispos, industriales, ladrones oficiales, lobos de diversas especies y otros segregadores de purulencias, no son cosa nuestra. Que son de otro país, que todo esto no nos corresponde, que no nos toca, etc. “Tendríamos que mirarnos las noticias de México - México, España - España, como si fueran de Suecia o de Tartaria, con el mismo distanciamiento y con la misma distancia moral. Como si entre ellos y nosotros hubiera muchos miles de kilómetros. O simplemente una frontera”. Ya sé que sería muy bonito y muy bueno para la salud, pero es pura irrealidad,- la frontera existe, pero en Guatemala y Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo. Hace poco en una celebración a nivel nacional, la conversación entre los anfitriones cayó inexorablemente en las supuraciones y virulencias. Unos kilómetros más al norte - o al sur - hubiera sido otra cosa; los periódicos no deben tener muy claro quién es quién. Yo sé que cada país tiene su pudendagra, pero es esto, la propia. El problema es que la de " ellos " es también un poco la nuestra. Las infecciones del vecino del norte, - o del sur -, nos llegan frescas y potentes, nos atacan, nos turban el cerebro, nos impiden dedicar la mente y los esfuerzos a las enfermedades de casa, que no son pocas ni leves. Es decir, que sí nos interesa; al menos para situar en su lugar la fuente del contagio, el origen de las supuraciones y uno de los fundamentos ( o más de uno ) de las miserias propias. No somos culpables tan sólo nosotros de la ascensión fulgurante de un determinado partido político, (aquí, allí o en la luna) ahora tenemos el gobierno que tenemos, - ya hablaremos en otro momento de lo que tenemos -, por méritos propios, no lo dudemos, pero mas aun por contagios externos, por la pudendagra de otros. ¡ Qué podemos hacer , no hay fronteras morales, no hay defensas, no hay distancias, todo jugamos al mismo juego infeccioso !. De manera que sí nos interesa; para mirarlo todo y pensar que sin esto, sin ellos y las purulencias que nos envían, tal vez nos podríamos ocupar más de nuestros males, que no sería poco descanso.

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