viernes, 14 de noviembre de 2014

Ausencias que lastiman: abandonan restos y denuncias en Iguala

Hace 22 días fueron identificados objetos de un desaparecido; acusan indolencia; el hijo de Parra Salgado, posible víctima, estudia en EU y teme perder la visa si viaja a Guerrero Claudia Solera
Comuneros de Iguala encontraron varios entierros clandestinos en el monte. Hace 22 días, en una fosa de Iguala aparecieron dos pulseras de látex, la cartera y tarjetas de Felipe de Jesús Parra Salgado, junto a un cadáver enterrado. A pesar de que su familia identificó los objetos, desde el primer momento, y denunció la desaparición del taxista en septiembre de 2013, tanto el cuerpo como las pertenencias siguen abandonados en el monte. Tampoco ha servido para desenterrar a los cuerpos que encontraron comunitarios, en fosas clandestinas ubicadas en el monte de Iguala, y denunciaron ante la Policía Ministerial de Chilpancingo. Es más, durante tres semanas, miembros de la Ministerial de Chilpancingo estuvieron resguardando la zona de fosas en Iguala, acompañando a los comuneros y en algunos casos hasta colocaron para identificar las tumbas clandestinas cintas amarillas con la leyenda de “peligro” y no de “escena del crimen” como se requiere en estos casos. El hijo de Parra Salgado, Felipe de Jesús, de 18 años, se enteró sobre el hallazgo, a más de dos mil kilómetros de distancia en Houston, Texas, donde es un alumno universitario de excelencia. Desde ese día, el joven Felipe de Jesús está desesperado por saber si ese cuerpo corresponde a su padre. Ha buscado viajar a México para poder ofrecer una prueba de ADN, y que alguna autoridad se digne a identificar los restos que la policía comunitaria halló en el paraje de la Joya, el pasado 24 de octubre, gracias a la búsqueda que emprendió en el monte por los normalistas desaparecidos. El joven Felipe de Jesús no sólo debe conseguir que alguien desentierre el cuerpo de la fosa, también si viaja a México corre el riesgo de perder su visa de estudiante, la cual al regresar a Estados Unidos, tendría que volver a tramitar, de acuerdo con la versión de la familia. Hasta hoy, Felipe de Jesús, quien atraviesa un momento de angustia y dolor por los indicios que indican el posible paradero de su padre, sigue sin encontrar la solución sobre cómo realizarse una prueba de ADN desde Estados Unidos o si debe tomar un avión a Guerrero, y lo más importante, desconoce a cuál autoridad recurrir para someterse a los estudios genéticos. Excélsior publicó el pasado 3 de noviembre que, por primera vez, desde que inició la búsqueda de los 43 normalistas en fosas clandestinas en el monte de Iguala, por parte de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), una familia había identificado las pertenencias de su pariente desaparecido entre las credenciales, ropa y carteras que se han asomado entre las fosas clandestinas. “Gracias a que las tarjetas de crédito no se quemaron completamente logramos ver el nombre del propietario y con eso nos guiamos para reportarlo en nuestra página de Facebook”, comentó Miguel Ángel Jiménez, integrante de la UPOEG a su regreso de una búsqueda en fosas. Eran las 19:22 horas del 24 de octubre, cuando los policías comunitarios publicaron en Facebook, las fotografías de las tarjetas de crédito, cartera y pulseras de látex de Parra en la página Frente Igualteco por la Dignidad, para ver si alguien de su familia se ponía en contacto. Al campamento, ubicado sobre la alcaldía de Iguala, donde los policías comunitarios pernoctan desde hace más de un mes, llegó Viridiana Reyes, excuñada de Parra Salgado, 24 horas después de la publicación en Facebook, para indagar más sobre las pertenencias halladas. La familia era la única información que había recibido sobre el posible paradero de Felipe de Jesús. El 3 de septiembre de 2013, Parra Salgado salió de su casa a las 8 de la noche para trabajar el taxi, y aunque esperaban su regreso a medianoche, desapareció entre las avenidas de Iguala. De esas fotografías que vieron en Facebook, lo que más le llamó la atención a la familia fueron las dos pulseras, blanca y roja, que estaban colgadas en una delgada rama de un árbol, porque eran las favoritas de Parra Salgado y jamás solía quitárselas. Esas pulseras han aparecido en algunos medios de comunicación extranjeros como parte de la ilustración de la noticia sobre el hallazgo; sin embargo, en lugar de proporcionar los apellidos correctos de la víctima, se han equivocado refiriéndolo como Quemado Parra y no como Parra Salgado. La mayor súplica que la familia lanzó, a través de Excélsior, es que alguna autoridad desentierre el cuerpo que apareció a lado de las pertenencias de Parra, quien poco tiempo antes de su secuestro había regresado de Estados Unidos a su municipio natal, Iguala. El joven Felipe de Jesús le ruega a su tía, Viridiana Reyes, todos los días por teléfono desde Houston, que le ayude primero a saber si los restos de la fosa son de su padre, y que le dé una digna sepultura en Iguala, para que cuando regrese tenga dónde encontrarlo. La familia pidió que así como el Equipo Argentino de Antropología Forense, ha trabajado en la identificación de los 30 cuerpos recuperados en las primeras seis fosas halladas en Iguala, Cerro Viejo, y en levantamiento de restos humanos y cenizas en el basurero de Cocula, donde se presume podrían haber asesinado y calcinado a los 43 estudiantes; también ayude a que recuperen su identidad todos los cuerpos que han sido descubiertos en fosas clandestinas de la región, durante los últimos 48 días.

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