• Atrás quedaron los pretextos y seguir culpando al pasado de lo que ya pasó, cuando la actual realidad emplaza a los gobiernos municipales al diseño de escenario futuros a través de la planeación estratégica.
Por Mario Ruiz HernándezVALLE DE MÉXICO., a 27 de noviembre del 2019.- Al cierre de este año, de este 2019 que, para muchos ayuntamientos de esta zona resultó delicado por las condiciones financieras en que recibieron la hacienda, lo importante sin duda para el mañana, es lograr la estabilidad económica.
Un tema, sumamente delicado, cuando en verdad pocos ayuntamientos tienen un evidente sistema de planeación, que les permita diseñar el futuro inmediato, es decir a partir del 1° de enero del 2020.
Asimismo y entre la construcción de escenarios, y a unos días de aprobar los respectivos presupuestos de egresos del año que entra, realizar los cálculos financieros en base a los resultados.
Incidir de una y numerosas formas el aplicar las herramientas que permitan incorporar en el proceso presupuestario consideraciones sobre los resultados obtenidos y esperados de la aplicación de los recursos públicos, y si realmente todas las áreas de la gerencia cumplieron los objetivos
Lo anterior, a la vez, de mejorar la calidad del gasto público y la rendición de cuentas. En tanto, elevar la manera mediante la que los gobiernos gestionan sus recursos, con el fin de consolidar su desarrollo social y económico, y proveer mejores servicios a la población.
Por otra parte, y después de un año de mandato constitucional, franca y sinceramente ya no se vale por salud pública y mental, seguir culpando el pasado cuando lo importante es el aquí y el ahora.
Bajo esa lógica, además, estimular la prevención ante las turbulencias financieras que suele ocurrir, en el mercado internacional con afectación a los gobiernos locales por aquello de la reducción de las partidas a programas federales, y obviar la dependencia económica con tal instancia.
Lo trascendente, aplicar planes de disciplina financiera, los programas de austeridad pero de adeveras, disminución al capítulo 1000 y otros gastos suntuosos.
De igual manera, el apostar por los recursos propios y asumir una recaudación óptima y eficiente, a la vez de explotar con toda honestidad, otras potestades tributarias que tienen.
Dejar claro que el poseer más impuestos o gravámenes, no garantiza una recaudación elevada, toda vez que sólo una mínima parte de cada 100 pesos por ejemplo, genera percepción.
En otro orden de ideas, el contexto actual llama a gastar menos y hacer más, y dejar “los moches, las maiceadas, los acuerditos, los apoyitos en dietas especiales en especie o dinero público”.
Así también, en la entrega de vehículos con o sin rotulación del ayuntamiento y demás gastos a ediles y funcionarios del primer nivel a comprobar en el que al final, es un egreso público.
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