• Hay que ubicar el conflicto a la nueva realidad, a los momentos actuales y poder poner orden adentro y después afuera.
Por Mario Ruiz Hernández
NAUCALPAN, Méx., a 13 de enero del 2022.- En diferentes momentos hemos venido comunicando que, a Naucalpan le urge un programa municipal de reordenamiento del ambulantaje en todas sus modalidades.
El municipio no se agota con justamente el Naucalpan centro-San Bartolo-sino que habría que regular la actividad comercial en la periferia, en las colonias populares y en ciertos paraderos del transporte público de pasajeros, entre otros espacios y puntos de venta.
Es real que el comercio en la vía pública ha crecido de manera exponencial, y entre otros factores a la falta de trabajo, y en donde la gente busca los medios necesarios para su subsistencia.
La realidad es caótica, es incluso compleja y tenemos en el municipio un número sumamente importante de detallistas instalados sobre las guarniciones y banquetas en diversos lugares.
Igualmente, vendedores denominados “toreros”, y unos más que, por décadas han ocupado la calle para sobrevivir y sacar adelante a la familia y en distintos casos a sus hijos a terminar una carrera profesional.
Aunado a ello, la progresión desmedida de comercios de todo tipo en cocheras y casas-habitación, impulsando la actividad.
Creo que un programa de reordenamiento implica un proceso además reglamentario, la actualización del estatuto de mercados, centrales de abasto y el precisamente comercio.
Ajustar o poner el denominado también código a las actuales circunstancias, a los momentos del hoy, y no continuar operando un registro totalmente rebasado.
Por otra parte, y todavía más allá de las modificaciones a la estructura de gobierno, el retorno de ciertas dependencias a servicios públicos y tesorería, en el caso de verificaciones y clausuras, dar orden al desorden, pero tiene que iniciar adentro y posteriormente afuera.
El corregir lo que se tenga que corregir en base al marco normativo, y no “llegar de gandallas”, insistimos, apresurar el Reglamento y después, el programa de reordenamiento.
Apremia en verdad la reforma, la disposición y legislar en precisamente la fase reglamentaria, sin caer en “la reglamentitis”, despolvar eso viejo e inusual, y que ya no obedece al aquí y al ahora.
Destacar y últimamente “los levantones de comerciantes de vía pública y algunos toreros”, en San Bartolo para ponerlos a disposición del juez cívico, o de los oficiales conciliadores por una falta administrativa que, no es “por meones y borrachos”, sino por vender en la calle, en lugares prohibidos”.
La disyuntiva, y que de tiempo atrás la hemos venido planteando, el regreso o NO, de comerciantes de vía pública a la cabecera municipal, los planes o proyectos futuros para este sector y otros tantos.
Es momento y claro que sí, de poner orden, y hasta el momento no he escuchado a nadie de los comerciantes que se oponga a un programa de reordenamiento, en lugar de la reubicación.
Por lo pronto, y antes de enviar “casi gendarmes”, a intimidar a los detallistas con todo y todo, hasta niños y niñas por delante, el lograr los nuevos acuerdos, de lo contrario será lo de siempre: “una lucha de poder entre vendedores de vía pública, funcionarios de gobierno y autoridades municipales” …
"Será pues, el mismo Infierno con Diferente Diablo? ".
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