• El municipio, políticamente hablando están elevando además sus niveles de promiscuidad política, y lo malo es que ex priístas, ex panistas y ex perredistas dirijan a morenistas u a otros.
Por Mario Ruiz Hernández
NAUCALPAN, Méx., julio del 2022. -En un diagnóstico y
aproximación primera del pulso político en Naucalpan, nada sorprendente que
ocurra, algo así como llamar la atención al ciudadano libre y al elector.
Las circunstancias que prevalecen totalmente alejadas a la
realidad, cuando el interés en la participación pública por estos canales de
comunicación, gestión e interlocución, no han sido los mejores.
Es claro que en Naucalpan existe una importante crisis de
credibilidad “partidocrática”, hacia la cosa pública y sus políticos, que se
refleja en los niveles de participación en las urnas electorales.
Hace un buen tiempo, quizá un lustro o posiblemente una
década atrás, que los partidos políticos con representación en la localidad, se
apartaron de la sociedad, y crearon indistintos “feudos”.
En cada instituto, hay una historia que compartir, de grupos
mayores y hasta menores incrustados en esas élites de poder, y llámese “tribu,
expresión, o corriente”, plenamente identificadas.
La situación, es que no han logrado calar hondo en el alma y
corazón del ciudadano, y en el que los mismos se sientan al menos atraídos por
sus principios ideológicos y su programa de acción.
En esta extraordinaria municipalidad, en la que convergen
innumerables asentamientos humanos con un alto potencial, convertidos en una
sociedad sumamente critica, exigente, plural y demandante.
Es una sociedad del mismo modo abierta, compleja y en la que
cada día reclama mejores condiciones y calidad de vida, elevar el nivel de
satisfacción y particularmente seguridad.
Naucalpan es, además, un municipio de alta competencia y de
elevados signos de la alternancia pública, aquí ha gobernado el PRI, PAN y MORENA
y todos de alguna manera han imprimido su huella.
Sin embargo, y más allá de la crítica social, la falta de
resultados en el ejercicio de precisamente gobierno, la devastación, el
quebranto e impactante endeudamiento público, las urnas electorales, es el
mejor y a cómo lo aprecien, parámetro de evaluación de los ejercicios
municipales.
Asimismo, y analizarlo a profundidad, no sólo y
exclusivamente los que eventualmente ganan la elección, si los que no votan y
se muestran en el espectacular abstencionismo y que es preocupante.
Por otra parte, el bajo crecimiento de las militancias, a la
vez de la renovación de los órganos de dirección, y que todo pareciera que es
un pervertido “reciclaje de las élites de poder”.
Referir que, en Naucalpan, la clase política partidista es
la misma de hace poco más de tres décadas atrás, el asunto es que “el
chapulineo” es una constante y muchos subsisten en lado como en el otro.
Lo aberrante, y que deja distintas lecturas, son los casos
en que luego de salir de un partido y emigran a otro, logran consolidarse de
tal suerte, que ya no es raro que ex priístas, ex panistas y ex perredistas
dirijan a morenistas o a otros institutos políticos emergentes y en la
localidad, sobran ejemplos.
Actualmente todo es diálogo, todo es negociación y
concertacesión, al amparo de la Unidad y del proceso a gobernador del Edoméx,
aún y con los que tienen diferencias irreconciliables.
En otros casos, hay que incluir, compartir el poder y
alcanzar los acuerdos “en nómina”, y volver a resurgir entre las cenizas, y en
el que el discurso de que nadie sobra, todos faltan, buscar el éxito.
Finalmente, realizar la introspección partidista, o la revisión en el seno de las dirigencias municipales en el que en estos momentos la mayoría están en los procesos de renovación de sus órganos de dirección.
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