domingo, 11 de mayo de 2014
Las mujeres en el mundo prehispánico, maternidad y servicio doméstico
Redacción Revolución 3.0
- De acuerdo con los registros arqueológicos y los códices que se conservan, la función de las mujeres en el México prehispánico, sin importar su estatus social, se limitaba a su papel como procreadoras y encargadas de los hijos y el hogar. Como explica María J. Rodríguez-Shadow, investigadora adscrita a la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las mujeres tenían vedado el acceso a la autoridad y al poder pues se encontraban aisladas de la vida pública y la educación profesional. La única sociedad donde las mujeres llegaron a ocupar algún cargo político fue la maya, pero su presencia fue excepcional.
La importancia de la función reproductora variaba según el tipo de sociedades de que se tratase. Para las culturas agrícolas, los hijos –y en especial los hijos varones– eran mano de obra indispensable en los trabajos del campo. En el caso de las sociedades guerreras, como el imperio mexica que dominaba Mesoamérica a la llegada de los españoles, las mujeres eran formadoras de guerreros, pues cada varón era un soldado que contribuiría a engrandecer el poderío mexica. Pero fueran sociedades agrícolas o guerreras, las familias numerosas eran el ideal.
La función reproductora era tan importante que todas las sociedades mesoamericanas tenían una deidad dedicada al parto, que relacionaba la fertilidad de las mujeres con la de la tierra. Morir durante el parto elevaba a las mujeres a la categoría de diosas, mientras que la infertilidad les acarreaba el desprecio de la sociedad. Una mujer que no pudiera parir no podía hacer nada por su comunidad.
“A las mujeres se les enseñaba la sumisión que debían mostrar y el rol que debían adoptar, su lugar en la producción, el respeto a las normas morales, a los privilegios clasistas, el reconocimiento de la superioridad masculina, de la autoridad marital, de la brutalidad militar y, en general, la aceptación del orden establecido”, señala Rodríguez-Shadow, autora de libros como La mujer azteca y Las mujeres mayas de antaño.
En su papel de madres, las mujeres eran las encargadas de enseñar a sus descendientes a “a conducirse de acuerdo con su género y su clase social”. Para los varones esto significaba que les fuera inculcada “la adoración a los valores guerreros, al combate, a la expansión del imperio, vinculados con el género masculino”, mientras a sus hijas les transmitían la sumisión, expresada en términos simbólicos y prácticos: una mujer no debía mirar a los ojos ni alzar la vista, sino desarrollar las artes culinarias y los trabajos manuales, siempre en el marco del hogar.
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