domingo, 11 de mayo de 2014
Berlín, la capital de los solteros
Dpa./ La Jornada.
Berlín. “La gente viene a Berlín a tomarse las cosas con calma. Nadie tiene ganas de asumir compromisos ni de asentarse”, responde Maggie cuando se le pregunta por qué no tiene pareja estable. Lejos de ser una excepción, su experiencia es compartida por millones de personas que están desarrollando nuevas formas de compañía y de soledad en la efervescente capital alemana.
Con su población joven y nómada y su espíritu liberal y experimental, Berlín es una mina de solteros. El porcentaje de personas que no forman una relación fija –o ni siquiera la buscan– va en aumento desde la caída del Muro hace 25 años. Y la tendencia ya está alterando la cara social, demográfica y económica de la ciudad.
Maggie es parte activa de esos cambios desde el mes pasado, cuando decidió rebelarse contra la soledad. En su pequeño local de ropa en Neukölln, uno de los barrios más jóvenes de la ciudad, creó un innovador “Silent-Dating”: un encuentro en el que varios solteros mantienen entre sí “microcitas” de un minuto... sin hablar.
“Es un modo de presentarse siendo auténtico y sin tener que impresionar al otro”, explica esta londinense instalada desde hace casi cinco años en la capital alemana. “Me pareció que era algo que hacía falta en Berlín: un espacio en el que poder relacionarse en persona y sin estar ebrio como en una discoteca”.
Maggie se siente bien sin pareja, pero observa con curiosidad la dificultad para crear vínculos duraderos en Berlín y el avance de lo “online” en las relaciones. “Cada vez somos más independientes. Ni siquiera hacen falta amigos para el fin de semana: basta con abrir una aplicación en el teléfono para conocer gente nueva”, reflexiona.
Como espacio anónimo y veloz, Internet se convirtió efectivamente en el complemento ideal del “boom” de solteros en Berlín y en la base de sus relaciones casuales y sin compromiso.
Las opciones son incontables: de fiestas para “singles” convocadas en Facebook a portales de citas tradicionales como Parship, de la popular “app” Tinder para ubicar con el teléfono a solteros en la cercanía a ideas provocadoras como “Shop a man”, web en la que los hombres son tratados como productos que las mujeres pueden “comprar”.
Hasta qué punto la búsqueda de pareja online perdió en Berlín cualquier dejo de reparo social queda claro en imgegenteil.de, un portal de solteros en el que cada usuario se presenta estilizadamente en un formato de entrevista, con videos y fotos realizados por profesionales, como un famoso en una revista de moda.
Nona, de 26 años, resume en su perfil de Tinder la sensación de muchos ante ese panorama: “Mientras estoy recorriendo cientos de caras, me doy cuenta de que Tinder es un buen ejemplo del típico estilo de vida de Berlín: infinitas oportunidades para tener sexo, cero tiempo para que a uno le importe. A los turistas les encanta. Pero creo que Berlín está lleno de gente sola”.
Las estadísticas apoyan esa observación. La gran oferta de vías para conocerse no reduce la cifra de solteros, sino lo contrario. El porcentaje de hogares en los que vive sólo una persona ronda el 54.3 por ciento en Berlín, más que en ninguna otra parte de Alemania y 1.3 puntos más que en el estudio anterior, hace cinco años.
El aumento se debe en parte a la mayor esperanza de vida –en muchos hogares ya sólo vive un viudo– y al aluvión de jóvenes inmigrantes del este y el sur de Europa, pero también a una creciente masa de solteros de 20, 30 ó 40 años. Unos lo viven como una continua decepción, otros lo celebran.
Stefan, asesor en Relaciones Públicas de 33 años, explica que sigue soltero sencillamente porque se siente mejor solo. “Después de una relación de diez años, llevo dos siendo un soltero feliz. Y no tengo pensado cambiar eso por un tiempo”, cuenta el alemán. “En este momento veo muy positivo conocer a mujeres que no quieren compromiso. Después de todo, tampoco yo estoy interesado en tenerlo”.
Una visión diferente tiene Maria, estudiante de doctorado de 36 años. “Sí, es especialmente difícil encontrar pareja aquí”, lamenta. Nacida en Kirguistán e instalada en Alemania desde los 15 años, se siente frustrada. “Organicé encuentros para solteros, busqué en portales de citas, participé en eventos de cocina para 'singles'... Nada funcionó. Los hombres son aburridos y pasivos o no les intereso”.
La web de contactos ElitePartner preguntó a más de 4 mil personas las razones de su soltería. “Tengo expectativas demasiado altas y no quiero compromiso” fue la respuesta más popular, junto con “Soy más bien tímido y conozco a pocas personas”. Otras razones frecuentes fueron la concentración en el trabajo o la carrera, sentirse poco atractivo o incluso “ganar demasiado poco”.
Tan variadas como las causas son las consecuencias: el auge de solteros obliga a replantear fenómenos como el envejecimiento de la población –gran problema demográfico de Alemania– o desafíos urbanos como la oferta inmobiliaria. Y crea incluso nuevos tipos sociales como los ya llamados “mingles” (de “mixed”, liados, y “singles”, solteros), personas en una ambigua relación más seria que una aventura pero menos comprometida que un noviazgo.
Los expertos apuntan que también está generando una verdadera economía del hogar unipersonal. Supermercados, agencias de viajes o aseguradoras comienzan a ampliar su oferta a las necesidades particulares de los solteros.
Sobre todo los más jóvenes son considerados consumidores con buen poder adquisitivo. “Prefieren ir a un restaurante antes que cocinar y gastan más en ropa o maquillaje porque siguen buscando pareja”, explicó Norbert Schneider, presidente del Instituto de Investigación Demográfica de Alemania, al diario berlinés Tagesspiegel.
El aumento de solteros es un fenómeno compartido por otras metrópolis mundiales, donde el camino tradicional hacia la formación de una familia se ve atacado por la incertidumbre económica, las ansias de autonomía y crecimiento personal o los problemas para relacionarse en el entorno más bien anónimo de la gran ciudad.
Pero la sociedad joven, digitalizada y desprejuiciada de la nueva Berlín reúne todos los ingredientes para llevar al extremo el fenómeno y poner a prueba sus derivaciones. La capital alemana es un laboratorio en el que asomarse al futuro, también a nivel social.
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