lunes, 16 de junio de 2014
Puentes peatonales en Guadalajara, un peligro
Roberto Medina Polanco |La Crónica.
Cada vez que usted camine sobre un puente peatonal y sienta que éste rechina y tiembla a cada paso, recuerde que el Ayuntamiento de Guadalajara no ha invertido un solo peso en la rehabilitación de estas estructuras.
Lo anterior se desprende de una revisión de los planes operativos anuales recientes y de la respuesta a una solicitud de información hecha a la autoridad municipal.
Este medio preguntó por los montos de inversión realizados en mantenimiento o reforzamiento de los puentes peatonales de la ciudad desde el año 2006. En la misma respuesta contestaron cuatro oficinas municipales: Obras Públicas, Comisión de Planeación Urbana, Servicios Públicos Municipales y Secretaría General. Todas concluyeron que no existe registro de tal inversión.
En la misma respuesta, la Dirección de Padrón y Licencias aclara que es la Secretaría de Obras Públicas a nivel municipal la competente para atender este asunto.
No son pocos los puentes peatonales que están en mal estado: tienen escalones prácticamente destruidos, barandales flojos, láminas sumidas y diversos orificios.
El ayuntamiento de Guadalajara tiene conocimiento de esta situación. El padrón de bienes inmuebles de 2012 señala que hay 10 puentes en condiciones “regular” o “baja”, de los 42 que estaban inventariados en aquel entonces; sin embargo, entre ellos están algunos que ya no existen, como el que se encontraba ubicado a la altura del Parque Morelos.
La Crónica de Hoy Jalisco verificó tres de estos puentes. Aunque en 2012 se le considera “en buen estado y en funciones”, uno de los que presenta peores condiciones es el ubicado en Periférico, a la altura de la colonia Rancho Nuevo.
Tres ejemplos de deterioro. Cada día, Laura cruza el puente peatonal que está sobre el Boulevard Marcelino García Barragán. La estructura de cemento está ubicada a un costado de la Escuela Vocacional de la Universidad de Guadalajara, donde ella estudia. Lo usa porque siente que no le queda de otra: por abajo no hay paso para los peatones (aunque la gran mayoría de los estudiantes busca el momento para pasar corriendo) y ésa es la opción que tiene para llegar al otro lado de la avenida.
Esto no significa que el puente sea totalmente seguro. El ayuntamiento de Guadalajara lo tiene ubicado, al menos desde 2012, como uno de los que están en regular estado. Los barandales flojos y algunos escalones prácticamente destruidos así lo demuestran. Lo anterior no ha sido motivo para que la autoridad municipal invierta un solo peso en su rehabilitación.
Los desperfectos en el cemento del puente por donde caminan las personas podría ocasionar una caída si se lleva mucha prisa, piensa Laura; pero el mayor problema lo ve cuando anochece: falta iluminación en la estructura. Cuando el sol se oculta, seguido le toca ver a grupos de personas reunidas sobre la estructura. En esos casos, cuando no sabe si son estudiantes o personas dispuestas a asaltarla (la Universidad de Guadalajara ha ubicado a grupos dedicados a delinquir contra alumnos en esta zona), prefiere pasar la avenida por abajo.
Laura termina su recorrido por el puente y se acerca a la orilla de la banqueta para esperar su camión. Desde ahí, ve cómo prácticamente todos los alumnos de su escuela esperan la oportunidad para cruzar la avenida corriendo.
El puente de la Avenida Hidalgo, a la altura de la calle Baeza Alzaga, en el centro de la ciudad, es otra muestra del deterioro de estas estructuras. Cuando el peatón ha llegado al centro de la estructura, siente cómo las láminas se sumen con cada paso.
Los orificios, aunque pequeños, tampoco son cómodos para el caminante. Al menos así lo considera Roberto, quien trabaja en la zona y lleva tres años usándolo. En ese tiempo no ha visto ni una mejoría en el puente, sólo desgaste.
Éste es otro de los que están señalados como en estado regular. Basta usarlo una vez para entender las razones. Como el anterior, tampoco tenido ni la mínima inversión para mejoras. Ni siquiera hay preocupación por limpiar los charcos que dejó la lluvia del día anterior y que están repartidos a lo largo del puente. De una u otra manera, el riesgo de accidente está ahí.
De los tres puentes revisados, éste es el peor. Que sea el más descuidado en su imagen es lo de menos; llega un punto en el que la lámina se sume más de lo que debería. Es la alternativa más “segura” que tienen los peatones para cruzar Periférico, a la altura de la colonia Rancho Nuevo.
Llama la atención que, pese al estado de deterioro, en el inventario de bienes inmuebles de 2012 fuera considerado como “en buen estado y en funciones”. Uno de los peatones expresa con el cuerpo el daño de la estructura: cuando ha llegado el centro, donde las láminas se sienten más frágiles, prefiere dar pasos lentos, muy lentos, para evitar un accidente que seguramente ya se imaginó trágico.
Abel es otra de las personas que usa el puente. Lo hace desde hace dos años. Otra vez, la misma historia: nunca ha visto que le hagan alguna mejoría. Las láminas sumidas, dice, lo hacen sentir inseguro cada vez que lo cruza. Detrás de él vienen otros tantos peatones. A cada paso, se percibe el temblar de la estructura.
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