lunes, 28 de septiembre de 2015
El día de la indignación nacional
Por Arlen Jaime Merlos
El pasado 26 de septiembre, México vivió un día inundado de indignación y de tristeza al cumplirse el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas; 43 jóvenes que fueron privados de su libertad, que fueron objeto de un ataque desproporcionado, 43 jóvenes que fueron brutalmente agredidos y desaparecidos sin saber a la fecha en donde están. Después de 365 días, se han puesto sobre la mesa distintas versiones sobre los hechos; sin embargo, la desconfianza en las instituciones es cada vez mayor y persiste la indignación.
A un año de esos lamentables hechos, la sociedad volvió a salir a las calles y se realizó la Marcha por la Indignación Nacional, en donde miles de personas acudieron y se escucharon las consignas contra el gobierno federal exigiendo la renuncia de un Presidente indiferente al dolor. Y bajo las voces de “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, la marcha dio inicio encabezada por los padres y madres de los normalistas, con rostros marcados por la tristeza y desesperación de tanto llorar, de tanto exigir y de tanto gritar. Y bajo la lluvia las lágrimas de los padres de los 43, se confundieron entre las gotas de agua que corrían por sus rostros.
Detrás de los padres, el contingente se integró por estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, seguidos de organizaciones sociales como Greenpeace y Amnistía Internacional, además de sindicatos y estudiantes de universidades públicas como la UNAM, el Politécnico Nacional y la UAM, pero también por estudiantes de universidades privadas como el ITAM, del Colegio de México y del CIDE, así como también se veían niños sosteniendo cartulinas y dibujos que iban acompañados de sus familias.
Fue así como la voz del pueblo caminó por las calles de la capital del país para dar muestra de la solidaridad a los padres de los normalistas pero también para demostrar el descontento social que existe y la crisis de desconfianza en las instituciones del Estado tras desnudar sus carencias frente a un espejo nacional pero también internacional.
México es uno antes y otro después de Ayotzinapa, la desaparición de los 43 normalistas dejaron al descubierto la crisis de derechos humanos que tenemos. Fue así que estos acontecimientos detonaron la caída del capital político del Presidente, de un gobierno indiferente que buscó con frialdad minimizar la tormenta, indiferente a los reclamos, indiferente a la violencia, indiferente a la pobreza e indiferente a la desigualdad que se han convertido es un lastre para el desarrollo del país.
Sin duda, esa noche representa un parteaguas en la historia de nuestro país que marcará a este gobierno y su imagen ante el mundo.
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