miércoles, 14 de octubre de 2015
En México cuatro de cada 10 niños trabajadores no asisten a la escuela
LA CRÓNICA Cuatro de cada 10 niños trabajadores en México no asisten a la escuela, como Mario, quien ya cumplió 12 años y desde los nueve vive de la recolecta de alimentos en la Central de Abastos del Distrito Federal.
Un problema a contracorriente en el país: los casos de multiplican y según la Subdirección de Protección Laboral Infantil de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) no se cuenta con presupuesto para prevenirlos ni erradicarlos.
“Es importante contar con recursos, porque hemos venido trabajando pero sin ellos, sin nada, sólo con alianzas de otras dependencias”, aseguró Graciela Vargas García, subdirectora del área.
De manera cotidiana decenas de chicos en un rango similar al de Mario acuden al mercado más grande del país y de Latinoamérica en busca de desechos. Algunos bodegueros calculan que son más de 100… “Los madrugadores”, les dicen, porque son los primeros que llegan. Aún en la oscuridad, casi a tientas…
Para los chiquillos no hay mejor lugar para trabajar de recolectores. Es aquí, donde se desperdician por lo menos 900 toneladas diarias de productos alimenticios.
Otros más pequeños, quizá menores de cinco años, arriban con sus padres, dedicados también al rescate de desperdicios. Se arremolinan en las piletas donde los vendedores a gran escala tiran lo que ya no les sirve, lo que ya no les compran. La merma.
Mario se ha especializado en el jitomate. Su vista, sus manos, de hecho todos sus sentidos se concentran en las pelotas despanzurradas que son como un tesoro para los taqueros nocturnos de la ciudad.
“No importa que estén aplastados, golpeados o podridos de alguna parte, hasta se pelean por ellos”, dice.
-¿Quiénes? -se le pregunta.
-Los que venden taquitos en las esquinas…
-¿Y qué hacen con estos jitomates destripados?
-Los usan en las salsas, dicen que entre más aguaditos mejor. A veces también las tamaleras compran.
-¿Y a qué precio los vendes?
-A 25 o 30 pesos la caja, según como estén de humor. No se puede más, porque la gente quiere barato.
Son cajas de cartón, de entre 11 y 12 kilos. Mario y cada uno de los otros pequeños logra juntar cuatro o cinco cajas por jornada: en promedio tres veces a la semana. De repente también recogen fruta, pero es más difícil hacer negocio, porque las personas dedicadas a preparar aguas o frutas sólo aceptan las que están en mejor estado, las que garanticen un buen sabor.
“A veces se encuentra bueno, a veces no, porque todo viene desecho”, describe Mario.
-¿Y la escuela?
-Ya no voy.
-¿La dejaste?
-Me quedé hasta cuarto año.
-¿Por qué?
-Es que mi mamá murió y me fui a casa de un tío. Ya no se pudo…
OLVIDO. Y ahí, sobre la mesa, están las últimas cifras oficiales compartidas por el INEGI y la Unicef: al menos 2.5 millones de menores mexicanos trabajan y el 40 por ciento dejó la escuela. Sin educación, se limitó a las actividades laborales.
Una realidad sombría, pero sin asignación financiera.
Al hablar de presupuestos públicos para la atención integral de la niñez y adolescencia, Vargas García apuntó: “Estamos en el E005 -clave presupuestaria-, que es el Fomento de la Equidad de Género y la No Discriminación en el Mercado Laboral, de ahí nos desprendemos, pero de hecho no hay presupuesto como tal y es importante tenerlo… Hay inquietud por los recursos para erradicar el trabajo infantil. Nos preocupa que hemos escuchado los programas que se etiquetaron en la Secretaría de Hacienda, pero no se menciona este programa especial”.
Pese a la falta de dinero, el tema se ha logrado subir a la agenda nacional y se ha definido ya un programa sectorial en la materia. En cumplimiento a las recomendaciones internacionales, el año pasado se modificó además la Constitución para elevar la edad legal mínima para trabajar de los 14 a los 15 años, como un aliciente para que los menores culminen por lo menos la educación básica.
“La idea es generar acciones para eliminar las peores formas de trabajo infantil, las tareas peligrosas. Un sector afectado es el agrícola, los niños se encuentran en lugares riesgosos e insalubres”.
Una de las principales dificultades, expresó la funcionaria, es que “la mayor parte de los niños y adolescentes ocupados se encuentran con un familiar. Los podemos retirar, ¿pero luego qué hacemos con ellos? Hay una parte que sí pero otra se encuentra en compañía de las familias y ahí el margen de acción se reduce”.
Aunque se ha generado asistencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el diseño de protocolos de inspección en centros de trabajo, a fin de evitar la explotación de menores de edad, se carece de una plantilla suficiente de inspectores a nivel federal.
SIN INGRESOS. Tan sólo en la Ciudad de México, trabajan más de 85 mil niños conforme a estadísticas oficiales del gobierno local. Casi el 35 por ciento no recibe ingresos y por lo menos la mitad lo hace en el comercio informal, en labores de limpieza, en el cuidado de autos, en cocinas económicas y en la recolección de residuos o restos alimenticios.
Mario ganará alrededor de 120 pesos por cuatro cajas de jitomate que completó durante el día, para la salsita y el tamal. “Es algo, a veces son 150”, presume con ingenuidad.
-¿Y sí sabes contar?
-Las sumas sí me las sé, llegué a cuarto. Noé no, y además él no gana dinero.
Se refiere a uno de sus compañeros de andanza entre la montaña de desperdicios. Noé, de 13 años, acompaña a su padrastro a la Central de Abasto. Debe llenar tres cajas, pero sin un centavo en la bolsa…
Principales sectores de los niños trabajadores
Comercio informal
Agropecuario
Industria manufacturera
Construcción
Servicios
Entidades con más menores empleados
Edomex
Guanajuato
Puebla
Jalisco
Chiapas
Fuente: Inegi
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario