El INAH en un comunicado, recordó que las tareas de salvamento arqueológico se lleva a cabo desde 2015 en ese lugar, afirman que mientras los grupos locales tenían sus casas y talleres de trabajo en la ribera, los espacios de habitación y estructuras de orden religioso de la élite se encontraban en un promontorio sobre el que siglos más tarde se desplantó el casco de la hacienda de Iñigo Noriega.
El arqueólogo Ulises Ortiz Hernández, indicó que al frente de la excavación se han registrado una serie de entierros-ofrenda de distintas temporalidades como un incensario.
La pieza descubierta mide aproximadamente 50 x 40 centímetros, presenta al personaje central custodiado por un par de representaciones de Tláloc, Dios de la lluvia, que luce sus características anteojeras y sostiene su cetro en forma de rayo.
Al brasero tipo teatro, estaban asociados un par de cráneos de infantes de entre uno y dos años de edad al momento de morir, uno de ellos fue cremado al interior de los cajetes bicónicos, mientras que el otro fue depositado al exterior del incensario.
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