• Endeudamiento y seguridad pública, los apremios.
Por Mario Ruiz Hernández
VALLE DE MÉXICO., a 13 de diciembre del 2018.- Alcaldes electos de la denominada Zona Metropolitana del Valle de México, coincidieron en el tema de las prioridades, en endeudamiento público y seguridad.
En la diversidad de esos grandes males que les aquejan en los municipios que gobernaran a partir del 1° de enero del año que entra, pareciera estos dos asuntos de la mayor urgencia.
En relación al endeudamiento público y hay que decirlo como es, ediles encontrarán al menos en Tlalnepantla, Naucalpan y Atizapán, haciendas públicas técnicamente colapsadas y en virtual quiebra financiera.
El antecedente, el claro y presumible “saqueo a más no poder”, de las arcas municipales, es decir, de los dineros públicos que, sin duda, beneficiaron a unos cuántos, a “una casta y/o pandilla”.
En ese orden, “La Tierra de Enmedio”, colapsó gradual y gravemente de hoy, y de años atrás al sostener a diferentes grupos políticos parasitando del erario.
Una casta decía, de los mismos de siempre, de familias completas en la total depredación que en todo momento y lugar, actuaron incluso hasta burdamente, bajo la impunidad y la corrupción.
Sin embargo y desde antes, lo comunicábamos que Tlalnepantla de Baz, era y es, el peor ejemplo a nivel nacional de la promiscuidad y perversidad política, en donde muchos rostros son visibles.
Concibieron en sus propios entornos, figuras de todas las expresiones precisamente políticas que en más de dos décadas, subsistieron del recurso público a través de la componenda, hasta que tronó.
Lo mismo ocurrió con el Naucalpan, esa reiterada alternancia del poder público del PRIAN, y de las tres o cuatro familias de poder que aquí, han hecho, todo lo que han querido a la vista de todos.
Digo pues, esa horda que ha sido de capaz de transferir el poder por medio del acuerdo, hasta llegar a “la traición política”.
Por otra parte, en el capítulo de seguridad, los municipios están superados por el crimen y la filtración de “malosos” en los cuerpos policíacos estatal, local y federal indica del tamaño del reto.
Actualmente, la gente, la sociedad o el pueblo, le teme más a los uniformados que a maleantes, y la percepción que se tiene de ellos, es cruel.
De hecho, alcaldes electos como Raciel Pérez Cruz de Tlalne, o Patricia Elisa Durán Reveles, en Naucalpan, así como Ruth Olvera Nieto, en Atizapán de Zaragoza, lo priorizaron en sus respectivos discursos de toma de protesta.
Lo anterior y así también, entre otras realidades y que lo infieren, el bajarle a los excesos, a las nóminas, acabar con “los entres”, la corrupción y establecer un plan de austeridad.
El operar bajo la disciplina financiera, y evitar tanto sueldos como gastos suntuosos, al margen del aparato administrativo, en el que se estima el asentamiento de gobiernos plurales, cohabitables y hasta compartidos.
En la diversidad de esos grandes males que les aquejan en los municipios que gobernaran a partir del 1° de enero del año que entra, pareciera estos dos asuntos de la mayor urgencia.
En relación al endeudamiento público y hay que decirlo como es, ediles encontrarán al menos en Tlalnepantla, Naucalpan y Atizapán, haciendas públicas técnicamente colapsadas y en virtual quiebra financiera.
El antecedente, el claro y presumible “saqueo a más no poder”, de las arcas municipales, es decir, de los dineros públicos que, sin duda, beneficiaron a unos cuántos, a “una casta y/o pandilla”.
En ese orden, “La Tierra de Enmedio”, colapsó gradual y gravemente de hoy, y de años atrás al sostener a diferentes grupos políticos parasitando del erario.
Una casta decía, de los mismos de siempre, de familias completas en la total depredación que en todo momento y lugar, actuaron incluso hasta burdamente, bajo la impunidad y la corrupción.
Sin embargo y desde antes, lo comunicábamos que Tlalnepantla de Baz, era y es, el peor ejemplo a nivel nacional de la promiscuidad y perversidad política, en donde muchos rostros son visibles.
Concibieron en sus propios entornos, figuras de todas las expresiones precisamente políticas que en más de dos décadas, subsistieron del recurso público a través de la componenda, hasta que tronó.
Lo mismo ocurrió con el Naucalpan, esa reiterada alternancia del poder público del PRIAN, y de las tres o cuatro familias de poder que aquí, han hecho, todo lo que han querido a la vista de todos.
Digo pues, esa horda que ha sido de capaz de transferir el poder por medio del acuerdo, hasta llegar a “la traición política”.
Por otra parte, en el capítulo de seguridad, los municipios están superados por el crimen y la filtración de “malosos” en los cuerpos policíacos estatal, local y federal indica del tamaño del reto.
Actualmente, la gente, la sociedad o el pueblo, le teme más a los uniformados que a maleantes, y la percepción que se tiene de ellos, es cruel.
De hecho, alcaldes electos como Raciel Pérez Cruz de Tlalne, o Patricia Elisa Durán Reveles, en Naucalpan, así como Ruth Olvera Nieto, en Atizapán de Zaragoza, lo priorizaron en sus respectivos discursos de toma de protesta.
Lo anterior y así también, entre otras realidades y que lo infieren, el bajarle a los excesos, a las nóminas, acabar con “los entres”, la corrupción y establecer un plan de austeridad.
El operar bajo la disciplina financiera, y evitar tanto sueldos como gastos suntuosos, al margen del aparato administrativo, en el que se estima el asentamiento de gobiernos plurales, cohabitables y hasta compartidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario