•Hay que entender las transformaciones sufridas, así como
por sus habitantes, y las relaciones entre ambos factores a efecto de
comprender El Municipio del siglo XXI
•Por otra parte, el reconocer a Naucalpan desde una
sociología urbana, el comportamiento humano en un espacio determinado, “Nuestra
Ciudad”.
Por Mario Ruiz Hernández
Naucalpan, Méx., enero del 2024.- Naucalpan continúa en la
amplia demanda de generar una “Nova Ciudad”, a la realidad actual, a la que se
vive en el aquí y el ahora.
El municipio y quienes gobernaron estas generosas tierras,
dejaron en el tiempo, una serie de pendientes aún no resueltos.
La demanda superó la oferta con respecto a las obras y los
servicios básicos. Naucalpan en distintos momentos creció de manera
desordenada, creando una serie de “cinturones de miseria”.
Las consecuencias, una pobreza patrimonial terrible, falta
de infraestructura urbana e hidráulica, drenajes, pavimentación y sobre todo
agua, entre otros.
En décadas, al menos las últimas cinco, el municipio se
desdibujó, y surgieron distintos asentamientos que obviamente, requería mejores
condiciones de subsistencia.
Hoy en día, queramos o no reconocerlo y no es cuestión de
separatismo o segregación social, el concebir en un mismo municipio, diversos
Naucalpan.
Dicho sea, el caso, el de las colonias, el de los pueblos
originarios, el de los fraccionamientos medios y residenciales, cada uno con
sus problemáticas, sueños, esperanzas y anhelos.
El entender a Naucalpan desde una sociología urbana, el
comportamiento humano en un espacio determinado, “Nuestra Ciudad”.
Bajo esa lógica, las transformaciones sufridas en esta
ciudad, así como por sus habitantes, y las relaciones entre ambos factores a
efecto de comprender el Naucalpan del siglo XXI.
En nuestro tiempo, la retrospectiva a la denominada “Joya de
la Corona”, por su auge industrial en los años 50’s a los 70’s, o el nacimiento
de las colonias populares; el de la participación ciudadana.
Claro que sí, “Naucalpan fue hecho a mano”, con la
participación comunitaria, los Ejércitos del trabajo y la Operación Hormiga y
el referente más cercano, Valle Dorado y Los San Rafaeles Chamapa.
Las luchas sociales y democráticas por una vivienda digna,
por la introducción del drenaje, las faenas sabatinas y dominicales para la cimentación
de los nuevos hogares y su escrituración en Auris.
El otro ejemplo, o del otro lado, el referente “del Pico y
la Pala”, en alusión al trabajo comunitario y popular, en “La México 68”, y sus
colonias que surgieron a partir de este proyecto.
El Naucalpan receptor de los impactantes flujos migratorios
derivados de la expulsión de habitantes de “La Gran Metrópoli, La Ciudad Madre,
el Distrito Federal”, actualmente CDMX., y su expansión.
El asentamiento pluricultural, el de residentes de casi
todos los Estados de la República compartiendo el territorio espacial, o el
mismo espacio”, con incluso, distintas formas de pensamiento y de ser.
El Naucalpan de precisamente este tiempo, “Migrante”, el de
paso, y en una de esa, el asentamiento de por vida, ante la problemática de sus
países de origen y no lograr “El Sueño Americano”.
El Naucalpan de esa sociología urbana estrechamente ligada a
la arquitectura de sus habitantes con la morfología de la Ciudad, a definir en
parte el comportamiento humano.
Es decir, los niveles de comodidad (contar con paseos,
bulevares, espacios para caminar, por ejemplo), de acceso a los servicios, de
cercanía a zonas verdes, comerciales y de entretenimiento.
El Naucalpan y para conocerlo y entenderlo a fondo, no el de
moda para los partidaristas o los políticos, ese además de la antropología
social, el de la psicología de la percepción, la estética o la semiología para
comprender las nuevas relaciones que se establecen en “nuestra ciudad”.
No el Naucalpan de la “Ciudad Ecológica” o el “Naucalpan con
Sentido Humano” de los priístas, Azucena Olivares y David Sánchez, “La Ciudad
con Vida” de los panistas Edgar Olvera y Victor Gálvez, o “El Naucalpan,
Construyendo Confianza”, de los morenistas encabezados por Patricia Durán.
El asunto y de todos, el reconstruirlo, el llevarlo al lugar
donde debe o debería estar, y conquistar el inevitable modelo de la “Nova
Ciudad”, que urge.
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