•La liturgia del Viernes Santo, en toda su riqueza, nos
depara momentos intensos en los que podremos profundizar en el misterio del
sacrificio de Cristo
•En cada centro religioso de alguna manera, con mucha devoción y fe recuerdan “el camino del Calvario”, en donde toda la iglesia se une en duelo y en espíritu penitencial a cargar la Cruz liberadora
Por Mario Ruiz Hernández
Naucalpan, Méx, marzo del 2024.- Como cada año, el
“Viernes Santo” en Naucalpan congregó a la comunidad católica del municipio
para revivir, la Pasión y Muerte del Señor.
En cada centro religioso de alguna manera, con mucha
devoción y fe recuerdan “el camino del Calvario”, en donde toda la iglesia se
une en duelo y en espíritu penitencial a cargar la Cruz liberadora
La liturgia del Viernes Santo, en toda su riqueza, nos
depara momentos intensos en los que podremos profundizar en el misterio del
sacrificio de Cristo.
En el municipio, en La Iglesia de San Bartolomé Apóstol, o
en la Basilical de los Remedios, en los Pueblos originarios, en San Francisco
Chimalpa, Santiago Tepatlaxco o Rincón Verde, entre otras comunidades, se
llevaron a cabo diversas expresiones de fe, y sobre todo el Vía Crucis (El
camino a la Cruz), en grandes procesiones en medio de los rayos del sol.
El camino es largo, cada centro religioso recorre su extenso
territorio parroquial, y no importa la geografía del lugar, todo son
procesiones o liturgias públicas, que avanzan con el sacerdote en turno.
En el recorrido, en cada estación del Vía Crucis, nos
muestran esos impresionantes episodios, desde el encuentro de Jesús con su
Madre, hasta la ayuda a Cargar la Cruz y la Crucifixión.
Antes de la Muerte, se escucha el “Sermón de las Siete
Palabras” -reflexión en torno a las palabras que Cristo dijo en la Cruz-
presididos por la imagen de Cristo sufriente y de su Madre Dolorosa.
La Celebración de la Pasión del Señor, que conmemora los
distintos momentos por los que pasó el Salvador en las horas previas a su
ejecución.
Ese itinerario de dolor se recuerda paso a paso a través de
la lectura de la Palabra, la Adoración de la Cruz y la Comunión Eucarística
-consagrada el día previo, Jueves Santo.
Paralelamente con el Viacrucis, la Santa Madre Iglesia hace
la invitación a acompañar a la Virgen María en sus sufrimientos de madre.
Ella nunca abandonó a su Hijo y, a diferencia de la gran
mayoría de discípulos, no huyó y permaneció firme a los pies de la cruz.
Por la noche, concurrió la procesión del silencio, en el que
los feligreses acompañan a la Madre del Señor a recorrer otra vez el territorio
parroquial, pero ya en un ambiente de solemnidad y paz.
En el Viernes Santo también los fieles responden guardando
“silencio” -externo e interno- o fomentando el espíritu reflexivo.
Finalmente es la unión al duelo por la muerte de Jesucristo,
y hacer propios los sentimientos de la Iglesia”, cumpliendo, además, con los
preceptos de ayuno y abstinencia.
Cabe destacar que, El Vía crucis es una devoción centrada en
los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y
deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los
episodios más notables de la Pasión.
El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las
cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade
una decima quinta, dedicada a la resurrección de Cristo.
En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradición cristiana, que propone a la meditación y contemplación uno de los momentos importantes de la Pasión de Jesús.
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