miércoles, 3 de abril de 2024

Reviven Naucalpenses desde la comunidad católica el “Viernes Santo”


•La liturgia del Viernes Santo, en toda su riqueza, nos depara momentos intensos en los que podremos profundizar en el misterio del sacrificio de Cristo

•En cada centro religioso de alguna manera, con mucha devoción y fe recuerdan “el camino del Calvario”, en donde toda la iglesia se une en duelo y en espíritu penitencial a cargar la Cruz liberadora

Por Mario Ruiz Hernández

Naucalpan, Méx, marzo del 2024.- Como cada año, el “Viernes Santo” en Naucalpan congregó a la comunidad católica del municipio para revivir, la Pasión y Muerte del Señor.

En cada centro religioso de alguna manera, con mucha devoción y fe recuerdan “el camino del Calvario”, en donde toda la iglesia se une en duelo y en espíritu penitencial a cargar la Cruz liberadora

La liturgia del Viernes Santo, en toda su riqueza, nos depara momentos intensos en los que podremos profundizar en el misterio del sacrificio de Cristo.

En el municipio, en La Iglesia de San Bartolomé Apóstol, o en la Basilical de los Remedios, en los Pueblos originarios, en San Francisco Chimalpa, Santiago Tepatlaxco o Rincón Verde, entre otras comunidades, se llevaron a cabo diversas expresiones de fe, y sobre todo el Vía Crucis (El camino a la Cruz), en grandes procesiones en medio de los rayos del sol.

El camino es largo, cada centro religioso recorre su extenso territorio parroquial, y no importa la geografía del lugar, todo son procesiones o liturgias públicas, que avanzan con el sacerdote en turno.

En el recorrido, en cada estación del Vía Crucis, nos muestran esos impresionantes episodios, desde el encuentro de Jesús con su Madre, hasta la ayuda a Cargar la Cruz y la Crucifixión.

Antes de la Muerte, se escucha el “Sermón de las Siete Palabras” -reflexión en torno a las palabras que Cristo dijo en la Cruz- presididos por la imagen de Cristo sufriente y de su Madre Dolorosa.

La Celebración de la Pasión del Señor, que conmemora los distintos momentos por los que pasó el Salvador en las horas previas a su ejecución.

Ese itinerario de dolor se recuerda paso a paso a través de la lectura de la Palabra, la Adoración de la Cruz y la Comunión Eucarística -consagrada el día previo, Jueves Santo.

Paralelamente con el Viacrucis, la Santa Madre Iglesia hace la invitación a acompañar a la Virgen María en sus sufrimientos de madre.

Ella nunca abandonó a su Hijo y, a diferencia de la gran mayoría de discípulos, no huyó y permaneció firme a los pies de la cruz.

Por la noche, concurrió la procesión del silencio, en el que los feligreses acompañan a la Madre del Señor a recorrer otra vez el territorio parroquial, pero ya en un ambiente de solemnidad y paz.

En el Viernes Santo también los fieles responden guardando “silencio” -externo e interno- o fomentando el espíritu reflexivo.

Finalmente es la unión al duelo por la muerte de Jesucristo, y hacer propios los sentimientos de la Iglesia”, cumpliendo, además, con los preceptos de ayuno y abstinencia.

Cabe destacar que, El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión.

El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade una decima quinta, dedicada a la resurrección de Cristo.

En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradición cristiana, que propone a la meditación y contemplación uno de los momentos importantes de la Pasión de Jesús.

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