En octubre de 2024, México conmemora el bicentenario de la promulgación de la Constitución de 1824, documento que estableció el sistema político federal en nuestra nación y tuvo como fin principal declarar el carácter independiente de los Estados Unidos Mexicanos como país. Con ese motivo, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revoluciones de México (INEHRM), institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, invita a la doble jornada del conversatorio “A 200 años de la primera república federal”.
El encuentro académico se llevará a cabo el miércoles 9 y el jueves 10 de octubre, a las 17:00 h, de manera presencial en la sede del instituto (Plaza del Carmen 27, San Ángel, CP 01000, alcaldía Álvaro Obregón) y será transmitido en directo por Facebook (/inehrm.fanpage) y YouTube (/Canal Inehrm).
En la primera sesión, titulada “La Constitución de 1824: aspectos internacionales, nacionales y locales”, participarán la historiadora e investigadora del INEHRM Tamara Aranda Ramos, el historiador y docente en el Instituto Tecnológico Autónomo de México Víctor Villavicencio Navarro y el investigador de la Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público Carlos Mújica Suárez.
Durante el segundo día de sesiones, se llevará a cabo la presentación del libro: El nacimiento de la República. México de 1821 a 1824, de Horacio Cruz García, investigador del Inehrm. Los comentarios a estarán a cargo del investigador del Archivo General de la Nación (AGN) Diego Alonso Garay y la docente en la Escuela Nacional Preparatoria No. 4 Rebeca Rodríguez Zárate.
A 200 años de la primera república federal
Una vez consumada la Independencia de México, el 28 septiembre de 1821 se proclamó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, en la que se reiteraron los principios asentados en el Plan de Iguala, así como en los Tratados de Córdoba.
El 10 de noviembre de ese mismo año, se convocó al Congreso Constituyente (que se reunió por primera vez el 24 de febrero de 1822) con la intención de elaborar una Constitución que proporcionara legalidad al Estado mexicano. Sin embargo, el emperador Agustín I acabó con ese sueño constitucionalista al disolver el Congreso y detener a 17 diputados, 31 de octubre de 1822.
Disuelto el Congreso, varias provincias quisieron separarse de la nación y ser independientes. En diciembre de 1822, Antonio López de Santa Anna y Guadalupe Victoria se levantaron en armas para exigir la restitución del Congreso y desconocer a Iturbide. El 1 de febrero de 1823, un nuevo levantamiento militar, conocido como el Plan de Casa Mata, expresó los deseos de autonomía regional y la exigencia de un nuevo Congreso Constituyente. Iturbide tuvo que abdicar. Se convocó a un nuevo Constituyente.
Ante la amenaza de que se desintegrara la joven nación, pues diversas provincias se declararon estados libres y soberanos, se integró un nuevo Congreso en noviembre de 1823, en el que formaron dos bloques: uno, federalista, encabezado por Miguel Ramos Arizpe y Valentín Gómez Farías; y otro, de tendencia centralista, dirigido por Servando Teresa de Mier y Carlos María Bustamante. Dicho congreso promulgó el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana el 31 de enero de 1824, la cual reconoció a las entidades como estados soberanos en su régimen interior.
La Constitución promulgada el 4 de octubre de 1824 tiene una gran importancia histórica, pues fue el triunfo del ideal insurgente de constituir una República. Fue la derrota de las monarquistas, defensores de los privilegios y fueros del ejército y de la Iglesia. Reafirmó la independencia de España y el principio de soberanía popular, definió el territorio de México, la forma de gobierno como una República representativa, popular y federal. Estableció la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, el legislativo se compondría de dos cámaras, la de senadores y la de diputados.
Especificó cómo se elegirían los representantes populares y las facultades que tendrían: entre ellas, la de sostener la independencia nacional, conservar la unión federal de los estados, promover la ilustración, garantizar la libertad de imprenta, fijar los impuestos y aprobar los tratados de paz y amistad, entre otras. Definió también las facultades del presidente: entre ellas, la de ejecutar las leyes y decretos para conservar la integridad de la Federación, nombrar a los jueces entre una terna propuesta por la Suprema Corte de Justicia, disponer de las fuerzas armadas terrestres y marítimas, declarar la guerra, cuidar que la Suprema Corte, los tribunales y juzgados administraran correctamente la justicia.
La Constitución también estableció que la Suprema Corte estaría formada por 11 ministros, que serían elegidos en votaciones abiertas en cada uno de los estados el mismo día en que se eligieran las legislaturas locales. En cada estado, se elegirían 11 ministros cuya lista se remitiría al Congreso federal. Los diputados federales harían el cómputo, resultandos electos quienes obtuvieran el mayor número de votos del número total de las legislaturas. Asimismo, la Constitución fijó las obligaciones de los estados de la Federación: entre ellas, la de guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes generales de la Federación.
La Constitución de 1824 estableció principios republicanos y democráticos que siguen vigentes. Garantizó la independencia, la libertad, la República Federal, la división de poderes, la libertad de imprenta, principios enarbolados por la generación de hombres y mujeres que hicieron la independencia contra los grupos conservadores
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