lunes, 21 de octubre de 2013
"La opinión" Salvador Ferrer i Paradeda
¿Vivimos en un país de esclavos?
Vivía en un pueblo donde teníamos por costumbre valorar el tema dinero por el origen del mismo, había dinero sucio y dinero limpio, mezclar valores no era costumbre sana, pero desde hace mucho tiempo en México viven en un país en el cual los valores modernos del capitalismo llegaron con fuerza para quedarse y la sociedad rural sigue viviendo hasta el hartazgo la pobreza.
El fruto del esfuerzo para ganar un dinero limpio parece que ha desaparecido y está vigente aquello de…”quien no tranza no avanza”.
El dinero sucio que era el resultado de los juegos de azar, de la explotación, el robo, los políticos, la prostitución y ahora el narco, ha llegado para quedarse.
Es una sociedad que alardea de ser una democracia, justa, igualitaria, liberal, etc. nada más lejos de la realidad, pero nadie se pregunta de donde viene el dinero ni si la riqueza del país está a la altura de la realidad.
Deberíamos preguntar siempre por su origen, ¿son limpios o sucios?, pero para desgracia el engendro del neoliberalismo y la globalización hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Éste, –que pueden ser muchos países- sigue estando a la espera de que la revolución termine y las ideas avanzadas de quienes se levantaron en armas contra un gobierno distante 9 mil kilómetros, se pongan en práctica y que los gobiernos estén a la altura de las circunstancias, dicho sea de paso, parece que se está dentro de la historia de Alicia en el país de las maravillas, pero sin maravillas, claro.
Definitivamente no hay espejo donde mirarse porque quienes rigen los destinos prefieren seguir enriqueciéndose y reírse de los ciudadanos de a pie.
Para poner una guinda al pastel… cualquier evento protagonizado por la señorita Laura Bozo, toma tintes de teleburrada y desprecio para gente pensante. Toda una transformación de gran estrella de circo -en este caso sin rejas que protejan al público- con delirantes actuaciones, lágrimas por doquier y el consabido…¡¡¡qué pase el desgraciado!!!!, nótese que nunca pasa “una desgraciada”, síntoma de su femenil presencia, aunque algo destartalada por cierto.
La mencionada señorita es el símbolo de un patio de vecinos o de gente necesitada de un ídolo sin fronteras, por eso sería interesante mandarla en patinete a Liberia y que se codease con aquella gente, que les regalara computadoras, televisores, un carrito para hacer hamburguesas y un aparato para la sordera. La ventaja de tenerla lejos es que aún queriendo ser protagonista, no tendríamos que aguantar sus sandeces de… soy licenciada en derecho, especialista en criminología, socorrista, salvadora de almas y un poco monja. Quedarían impactados los habitantes del país africano.
La desventaja es que mandes donde la mandes, el interés radica en las estupideces que hace y dice, cualquier paisaje es bueno para ella y enseguida toma posesión de un trono inexistente. O sea, que la potencia de la “criatura” acaba tapando el paisaje y se convierte en protagonista… las cámaras de Televisa enfocarían las cabriolas y los esperpentos de alguien acostumbrada a no dejar hablar e interrumpir, a pesar de salir diciendo que tiene derecho a réplica… ¿qué puede replicar alguien que sabe de malos manejos, complicidades y movimientos ocultos? Porque en Perú no es muy aclamada que digamos.
Esta flautista de Hamelín no saca ni una nota. Por eso en plena selva no atinaría en nada, tal vez sacaría una nueva frase como… “bañarme en agua fría… es horroroso, podría hacerme pipí”, (mearse en la ducha para que me entiendan). O bien exclamar con disgusto… “no hay que cagar en los retretes, para esto está la selva”, una variante de la famosa (quien no ha cagado en el mar, no sabe lo que es bueno).
En fin, este supuesto viaje en patinete será inofensivo porque no se llevará a cabo, Televisa perdería a su “estrella”, pero por lo menos estaría en Liberia, lejos de muchos, eso sí, haciendo sus posturitas, piruetas y vendiendo sartenes, aparatos de gimnasia, tintes para el pelo, fajas, secadores y un largo etcétera. A su lado Idi Amín quedaría ensombrecido, aunque resucitase de pronto.
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