miércoles, 30 de octubre de 2013
Peña Nieto saca adelante la reforma fiscal
Peña Nieto saca adelante la reforma fiscal
El Congreso mexicano aprueba aumentar los impuestos a los que más ganan, a las empresas y gravar la comida basura
Inés Santaeulalia México
En una sesión maratoniana, de más de 13 horas de debate, el Senado mexicano aprobó la noche del martes la reforma hacendaria del presidente Enrique Peña Nieto con 73 votos a favor y 50 contra. El partido del Gobierno -PRI- contó con algunos avales del izquierdista PRD y con la oposición en bloque del Partido de Acción Nacional -el conservador PAN-, que al filo de las tres de la madrugada incluso abandonó el salón de plenos por considerar que los resultados estaban cocinados de antemano y que el debate era una farsa.
La aprobación supone un nuevo triunfo para Peña Nieto, que suma su tercera gran reforma en menos de un año de gobierno, después de la educativa y la de telecomunicaciones. Las reformas son parte de los acuerdos del Pacto por México, la agenda llamada a "transformar México" suscrita por el PRI y los dos principales de la oposición -PAN y Partido de la Revolución Democrática (PRD)- el 2 de diciembre de 2012, un día después de ser investido presidente Peña Nieto.
Con la reforma fiscal el Gobierno pretende aumentar la recaudación del Estado en 230.000 millones de pesos (17.830 millones de dólares) para el año 2014. Los nuevos impuestos incluyen el aumento del gravamen sobre la renta de quienes ganan más de 500.000 pesos al año (unos 39.000 dólares), el fin de tres décadas de privilegios fronterizos con la subida del IVA en la larga franja con EE UU y en la zona de cara a Centroamérica del 11 al 16% para igualarse con el del resto de la república, o un nuevo impuesto a los refrescos y a la comida basura -con alto contenido calórico-, que el Gobierno preconiza como un mecanismo de lucha contra los altos índices de obesidad del país.
El camino de la reforma hacendaria hasta su aprobación no ha sido fácil. De hecho se ha convertido ya en la primera medida del Pacto por México que sale adelante sin el acuerdo de los tres grandes partidos mexicanos, después de la oposición de los panistas. El PRI no tiene mayoría suficiente en ninguna de las dos cámaras del Congreso. El texto solventó su primer escollo hace diez días en la Cámara de Diputados gracias a una alianza del partido del presidente con el PRD, que negoció a cambio de mayores ingresos para el Distrito Federal, gobernado por la izquierda.
El paso por el Senado, sin embargo, ha sido mucho más tortuoso. Los legisladores perredistas, aunque finalmente han acabado cediendo los votos necesarios para avalar la reforma, decidieron jugar sus cartas para sacar mayor rédito a su apoyo con un abanico de propuestas que en su mayoría han sido rechazadas. La batalla (anunciada como “la madre de todas las batallas”) que la oposición prometía en el Senado para tratar de reformar la reforma del presidente, al menos en materia de impuestos, quedó solo en eso: una promesa. Las banderas izadas por los opositores se fueron cayendo una a una durante la tarde y noche del martes. La aprobación ya de madrugada del miércoles del aumento de impuestos en la frontera, a la que se oponían PAN y parte del PRD y que ha suscitado numerosas críticas en los Estados del norte que ven peligrar su competitividad de cara a Estados Unidos, acabó por hacer estallar a los conservadores.
"Si toda esta sesión es una farsa para aprobar lo que de antemano ya está acordado en otro lugar, el grupo parlamentario del PAN se retira", anunció el coordinador Jorge Luis Preciado. Al PAN le siguieron los senadores del PRD que votaron en contra de la reforma. La sesión fue suspendida y se prevé que se reanude al mediodía de este miércoles para rematar los flecos pendientes. La holgada mayoría de votos que han cosechado hasta ahora todas las propuestas priístas no hacer prever cambios sustanciales.
La reforma también pasó por encima de los empresarios, muy críticos con los cambios. La mayoría de sus demandas no fueron escuchadas. Se mantiene así el incremento de la tasa de tributación, la no deducibilidad de las prestaciones laborales como el seguro social o la consolidación fiscal, que obligará a los grupos empresariales a tributar de forma independiente por cada una de sus empresas, un mecanismo hasta ahora utilizado por algunos para pagar menos impuestos. Tampoco es probable que vaya a tumbarse el impuesto a los refrescos o a la comida basura, diana del sector azucarero y cuya campaña a nivel nacional en contra de la medida, con anuncios a toda página en la prensa, habría caído en saco roto.
Ahora la reforma regresará a la Cámara de Diputados para refrendar contrarreloj los pequeños cambios hechos al texto. La reforma tiene que salir completamente avalada por las dos cámaras antes del jueves, fecha límite para aprobar la ley de ingresos para 2014, que variará en función del texto que finalmente se apruebe. Entre las modificaciones introducidas por el Senado está un capítulo de medidas de transparencia y de fiscalización y racionalización del gasto, una exigencia del perredista Armando Ríos Píter, que ha sido uno de los senadores de la izquierda que ha votado a favor de todo el texto. El grupo de senadores del PRD que ha apoyado la reforma sostienen que su aval responde al carácter social de la reforma, que persigue aumentar la recaudación para, entre otras cosas, establecer la pensión universal para mayores del 65 años y el seguro de desempleo.
A punto de rematar una semana de debates interminables, el Senado ya tiene entre manos otro reto que en principio se espera menos complicado. Los diputados ya dieron el primer paso la semana pasada al aprobar los dos de los pilares sociales de la reforma hacendaria. Tanto la pensión universal como el seguro de desempleo pretenden animar a los trabajadores a no caer en el sector informal, ajeno al sistema de impuestos y que actualmente ocupa al 59% de los mexicanos, y paliar la situación de pobreza en la vejez, que afecta al 43% de la población mayor de 60 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Está por ver, sin embargo, cómo resuelven los tres partidos del Pacto por México los problemas internos después del desgaste ocasionado por la reforma fiscal. El senador panista Javier Corral ya advirtió este miércoles que su partido debería abandonar el pacto por la "imposición" de la reforma sobre la base del "silenciamiento y la censura". Una ruptura del acuerdo dejaría en el aire dos de las reformas que ya están sobre la mesa: la energética y la política, vitales para que el presidente pueda seguir cumpliendo con su agenda.
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