domingo, 29 de diciembre de 2013

En busca de regalos de Navidad, niños de Alcozacán Guerrero

La Nochebuena de 2013 de los niños indígenas de La Montaña Guerrero. Foto: Arturo de Dios Palma Por Arturo de Dios Palma Gabriel, Guillermo, Isidro, Lucas y Hermelindo, cinco niños indígenas, pasaron parte de la noche del 24 y toda la madrugada del 25 de diciembre recorriendo todas las posadas que se organizaron en la cabecera municipal para obtener algo de dulces y juguetes, porque allá en su pueblo, Alcozacán, en su casa para celebrar la Nochebuena sólo hubo atole. Los cinco niños, ninguno mayor de los 12 años, llegaron a Chilapa en la tarde. Todos en la espalda traían consigo una mochila para aguardar lo que lograran obtener en las pasadas a las que asistieron. Los cinco pequeños llegaron solos sin ningún adulto. Todos llegaron con la firmeza de no dormir ningún momento para poder recorrer todas y cada una de las posada que se organizaron. Allá en Alcozacán la celebración de la Nochebuena se iba a reducir a tomar atole y después dormir, por eso el gran ímpetu por estar en Chilapa en todas las posadas. Pero llegar hasta acá les significó un gasto de 15 pesos por el pasaje. Por ejemplo, Guillermo, uno de los cinco niños, tuvo que trabajar gran parte del día 24 chaponando para obtener 100 pesos y poder trasladarse a Chilapa. En los cinco niños, sin exclusión, se les notaba que no se prepararon mucho para la celebración de la Navidad. Todos vestían sus ropas sucias con sus huaraches de cuero. A Guillermo todavía se le notaba la tierra en sus pies. Pero también se les notaba el entusiasmo por recorrer todas las posadas. -¿Dónde van a dormir?, pregunta el reportero. -En ningún lado, vamos esperar despiertos que vuelvan a trabajar los de las camionetas. -¿Y no les va dar sueño? -Qué sueño nos va dar, si vamos andar de allá pa’ acá, contesta Lucas, uno de los más entusiastas y el más desesperado por terminar la plática para continuar su recorrido. Los cinco pequeños volverán a su pueblo hasta el amanecer del día 25, como a las cinco ó seis de la mañana, cuando reanuden la rutina las camionetas pasajeras. Mientras eso sucede, caminaron por gran parte de Chilapa buscando quién les diera una regalo de Navidad. La noche del 24 a Chilapa llegan cientos de personas provenientes de las comunidades cercanas. Familias completas dejan sus hogares y deciden recorrer las calles en busca de una posada. En muchos de los casos, el motivo de no celebrar la Navidad en sus casas es la falta de dinero. Muchos de los padres de familias que recorrieron las posadas en esta Navidad no tienen -como gran parte de los trabajadores de este país- un ingreso fijo y, mucho menos, tienen prestaciones como el aguinaldo, así que las posibilidades de comer pavo, beber cidra son mínimas. Pero la noche del 24 en Chilapa muestra nítidamente la desigualdad del país. Unos durante todo el día recorrieron las calles buscando los ingredientes para la cena y la ropa que estrenarían por la noche. Mientras que otros –los niños indígenas- también recorrieron las calles en busca de un dulce, de un juguete o de un plato de comida que en su casa no pudieron tener.

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