sábado, 18 de enero de 2014

La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda

Ni lo uno, ni lo otro… Salvador Ferrer i Paradeda
Después de unos días de ausencia, porque la madre naturaleza me castigó en forma de gastritis (y todavía sigue haciéndolo), necesitaba estar en contacto con las teclas, la pantalla, las letras y las morbosas ideas que por la cabeza dan vueltas. Aunque no crean que han sido pasadas por el correspondiente colador, no, faltaría más, eso son cosas que solamente ocurren cuando uno anda falto de ellas y además se le castiga por opinar, cosa que no es mi caso, hasta la fecha nadie me ha llamado la atención y en cuanto a la falta de ellas…. No, todavía me sobran y seguramente, si el tiempo lo permite, seguirán acompañándome. Toquemos madera, de esa buena, de la dura, algo así como caoba. Estos días las redes sociales han sacado humo, el tema de Michoacán, el ejército, el gobierno, la gente armada y los silencios por parte de quien debería decir las cosas claras, hicieron que muchas opiniones salieran a la palestra –arena, campo, coso, plaza, estadio- como quiera llamársele. Muertos que no están “moridos”, vivos que se van a lugares secretos, balazos por doquier, incendios en cada esquina, protestas, “expulsaciones”… en fin, una larga letanía de cosas habidas y por haber. Estamos en pleno siglo XX1, las comunicaciones no se quedan calladas, pero… tampoco los mentideros y las falacias. No aprenderemos ni nacimos aprendidos, pero el aprendizaje no puede aprenderse por falta de aprendices. Dicho sea lo mismo, ¿quién miente?. Sabrá Dios quién lo hace, porque los terrenales ni pum, ni idea, nos formamos una novela escrita a golpes de sangre ajena y de allí no salimos. Estamos esperando una debacle para poder decir… ¡ya lo decía!. En fin, seguiremos paseando los fines de semana, porque además es cuando menos noticias se dan, no sé si realmente ocurren, pero no se dan. Pasearemos por los lugares de calma, empujaremos los columpios con los niños sentaditos, tomaremos hasta un helado a pesar del frío y los más atrevidos pasarán el domingo con un asado, unas chelas y un regreso a casa haciendo malabarismos y deseando que el equipo favorito haya derrotado a su contrincante y el equipo odiado haya caído por una goliza de aquellas que hacen historia. Ni lo uno ni lo otro… sino todo lo contrario.

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