lunes, 9 de junio de 2014
100 días para el referéndum: ¿será Escocia un nuevo Estado independiente?
© AFP Andy Buchanan
Faltan 100 días para que se celebre el referéndum en el que los escoceses tomarán una decisión histórica: seguir formando parte del Reino Unido o convertirse en ciudadanos de una Escocia independiente.
El 18 de septiembre los escoceses acudirán a las urnas para responder a la pregunta "¿Cree usted que Escocia debería ser un país independiente?". Si la mayoría de los votantes responde afirmativamente la nación se independizará del Reino Unido el 24 de marzo de 2016. Según la última encuesta efectuada por Ipsos Mori, el número de partidarios de la independencia está creciendo muy lentamente. Así, si en febrero de este año el 57% de los escoceses estaban en contra de la secesión respecto del Reino Unido, en junio su número se redujo, pero solo en un 3%. Mientras tanto, un 10% de los escoceses aún no tiene clara su postura definitiva. Es precisamente esta parte de la población, que según otras encuestas supone hasta un 13%, a la que están tratando de convencer los nacionalistas en el marco de la campaña electoral para el referéndum, que comenzó el 30 de mayo y se desarrollará durante las próximas 15 semanas.
Argumentos en contra de la independencia
A lo largo de 2013 la cuestión de la independencia de Escocia fue uno de los principales problemas de la política interna del Reino Unido. El Gobierno británico, encabezado por el primer ministro David Cameron, está llevando a cabo una campaña cuidadosamente planificada que tiene como misión explicar a los escoceses a qué dificultades tendrán que enfrentarse si se independizan.
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El principal argumento de los partidarios de la unidad del Reino Unido es el económico. Londres pone de manifiesto que, en caso de independizarse, Escocia perderá el derecho a utilizar como moneda nacional la libra esterlina británica. Esto, a su vez, pondrá a los escoceses ante un dilema: optar por el euro —una decisión que traerá consigo los problemas de la zona euro— o crear su propia moneda con todas las consecuencias resultantes.
Los impulsores del referéndum en realidad no han explicado a la población cómo se las apañará sin la libra una Escocia independiente ni quién va a apoyar a los bancos escoceses, que fueron rescatados de la quiebra por los contribuyentes británicos. Parece que su mejor baza, el argumento de que gracias al petróleo Escocia se convertirá en una segunda Noruega, no ha logrado convencer a todo el mundo.
Por otra parte, el Gobierno británico recuerda que actualmente Escocia se encuentra en una posición muy favorable, ya que tiene autonomía en una serie de competencias —salud y educación, transporte y justicia penal— a la vez que mantiene una colaboración mutuamente beneficiosa con el resto del Reino Unido en lo que respecta a las políticas macroeconómicas, la Defensa y la política exterior.
Argumentos a favor de una Escocia independiente
Los partidarios de la independencia de Escocia presentaron recientemente el 'Libro blanco' ('White Paper'), un documento que enumera las causas por las que la región necesita separarse del Reino Unido. En particular, los autores establecen que con la independencia cada habitante del nuevo Estado escocés pasaría a pagar a las arcas públicas cerca de 600 libras menos.
Entre otras prioridades se destacan la optimización fiscal y la mejora del sistema de bienestar social, especialmente el infantil. Con ello, los autores argumentan que la reducción de la carga fiscal y la mejora de las obligaciones sociales del Estado fortalecerán la economía escocesa y permitirán que esta crezca rápidamente. Como fuente principal de ingresos, los partidarios de la independencia apuntan a los ingresos derivados de la venta de gas y petróleo. Además, los nacionalistas insisten en que la situación económica y financiera de Escocia es más estable que la de otras regiones del Reino Unido.
Cabe mencionar que, al mismo tiempo, los funcionarios de la causa independentista no han especificado cómo garantizará el nuevo Gobierno el régimen de aduanas, teniendo en cuenta la total ausencia de infraestructuras fronterizas entre Escocia e Inglaterra. Tampoco responden a las dudas que suscita el aspecto de la migración y su impacto en la economía del nuevo Estado, limitándose a decir que como base tomarán el sistema de inmigración irlandés.
En cuanto a la necesidad o no de mantener la libra británica existe divergencia de opiniones entre los partidarios de la independencia, como si desconocieran la posición única del Reino Unido en este sentido: el Partido Nacional Escocés opta por conservar la libra esterlina, mientras que otros grupos nacionalistas se oponen a ello.
Ante la afirmación del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, de que sería "extremadamente difícil, si no imposible", hacer que una Escocia independiente del Reino Unido formara parte de la UE, los independentistas escoceses no creen que Bruselas pueda "echar" a un país que ya está dentro de la Unión. Con respecto a la duda sobre la pertenencia del posible nuevo Estado a la OTAN, los independentistas alegan que parte del arsenal de la organización internacional se encuentra en territorio escocés y que su retirada afectaría considerablemente la posición de la Alianza.
Con ello, para aumentar el número de simpatizantes los nacionalistas escoceses lograron reducir hasta los 16 años la edad mínima para votar. Los sociólogos y políticos creen precisamente que las voces de los jóvenes podrían decidir el destino del país.
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Historia del problema
Escocia, que en el año 1707 formalizó legalmente su unión con Inglaterra, recibió autonomía limitada en el proceso de descentralización que tuvo lugar en 1997. Desde 1999 Escocia opera su propio Parlamento y el poder ejecutivo. Sin embargo, sus competencias se limitan principalmente a la educación, la cultura, la salud, el transporte, el medio ambiente y algunas otras áreas. Además, Escocia tiene tradicionalmente su propio sistema judicial.
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