lunes, 27 de octubre de 2014

El Diablo, un visitante distinguido de Manila

El Sol de Toluca - RODRIGO MIRANDA TORRES.
IXTAPAN DE LA SAL, Méx.- Aunque Malinaltenango se distingue por su sabroso dulce de pepita, el imán de atracción se debe a las constantes visitas de Satanás, El Diablo o Lucifer, como es conocido. En una visita realizada a este pequeño pueblo que se ubica en los límites con el estado de Guerrero, específicamente Pilcaya, pobladores narraron sus vivencias con este personaje maligno, a quien por cierto le adjudicaron la construcción del famoso puente denominado Puente del Diablo. Aquí algunos hechos verídicos. La noche me sorprendió aquel día en el campo, había salido de mañana para desviar el agua y llevarla a mis tierras de cultivo. Sin darme cuenta, ya era casi la media noche y el viento soplaba lento en mi oído. Caminé por las veredas y una vez que entraba al pueblo con el azadón en la mano, divisé a un grupo de borrachos que convivían en el barrio de La Cruz. -Jajajaja, hasta que hubo alguien que nos va echar el agua para regar, dijeron. Enseguida, sin decir palabra alguna, me fui a casa por una pistola, no se iban a burlar de mí. Ya con arma en mano, salí para agujerar a los borrachos. Antes de llegar al curato comencé a sentir un escalofrío terrible, segundos después un aullido me hizo detenerme. Frente a mis ojos, se paró un animal muy grande, era como un toro gigante, sus ojos como de seis pulgadas brillaban, me quedé pasmado. Todavía recuerdo sus brillantes ojos, era algo ¡espantoso! Temblando de miedo, me di la vuelta y corrí. El susto, no me dejó ni gritar. Era el mismísimo Diablo. Al día siguiente fui a ver al cura del pueblo, que sin contarle lo vivido, me dijo: -Qué noche la de ayer. -¿Por qué Tata, qué pasó? le pregunté. -Pues que un perro estuvo aullando muy fuerte, como si hubiera visto al mismo Diablo. Me desperté y me puse a rezar hasta la madrugada. -Padre, usted sólo lo escuchó, yo lo vi, fue algo horrible, un toro gigante, y sí era el Diablo, le dije. -Hijo mío, ¿no te pasó nada?, preguntó. -No -le contesté. -Bueno, ven, tienes que confesarte para evitar algo malo, me ordenó el cura, que por cierto aún vive y se encuentra en Totolmajac, su nombre es Domingo Rencillas. El Diablo vestido de mujer Dicha leyenda comienza con las constantes salidas que hacía un hombre de su casa para ir a ver a otra mujer. Para ello inventaba cualquier pretexto para salir de noche y ver a su querida. -Oye mujer, la situación está muy difícil, no tenemos dinero, le dije aquel día a mi esposa. -Me ofrecieron algunos animalitos, voy a ir a verlos a ver en cuánto me los dejan, insistí para escaparme de mi casa. Ya con el permiso de la señora salí contento y caminé por la vereda. Eran cerca de las 01:00 horas. En una vereda muy oscura, algo me sorprendió. Era una mujer con un cuerpo muy bonito. Creo que no voy a llegar a ver a mi querida, murmuré al momento de que me acercaba a ella que al verme cruzó la pierna. -¿Y tú qué, por qué tan noche. Eres de jalé?, le pregunté. -Sí, claro, contestó. -Mira, no te voy a cobrar nada, pero eso sí, sólo te voy a pedir que cierres los ojos y cuando despiertes, vamos a estar en un hotel de lujo, añadió. -No se me iba a escapar, pensé. Y de inmediato los cerré. No sé que me pasó ni cómo fue, pero amanecí en un árbol de espinas. Pobladores acudieron al lugar y me rescataron. Mi cuerpo sangraba. ¡Fue el diablo, fue el diablo!, gritaron.

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