martes, 30 de junio de 2015
Texas lucra con el temor al narco mexicano
PROCESO Políticos y policías de Texas manejan en los últimos tiempos un discurso altamente productivo: esgrimen estrechos vínculos de las bandas y pandillas fronterizas con los poderosos cárteles de la droga que actúan en Tamaulipas. Así, obtienen abultados presupuestos y apoyo de tecnología anticrimen de punta. Pero mientras ellos atizan ese alarmismo que se traduce en un aumento de la xenofobia y el antimexicanismo, académicos y especialistas advierten: pandillas texanas sin vínculos con el narcotráfico mexicano luchan entre sí por el control de la droga y por los negocios asociados al crimen organizado.
MCALLEN, Texas En marzo pasado, un grupo de pescadores encontró flotando en la Isla del Padre el cuerpo de un hombre desnudo y decapitado. La cabeza no fue localizada. Gracias a las huellas dactilares pudo establecerse su identidad: Franklin Rodríguez Palacios Paz, inmigrante ilegal originario de Honduras, de 30 años.
“Tengo mucho tiempo tratando de hacer cumplir la ley y esta es la primera vez que veo un asesinato como este. La cabeza de la víctima fue limpiamente cortada, y al parecer utilizaron un instrumento muy afilado. También, el cadáver tiene una serie de laceraciones en el pecho que pudieron deberse a un intento de cortar el cuerpo”, comenta el sheriff que investiga el crimen. “A primera vista esto podría muy bien ser una ejecución de un cártel”, enfatiza el jefe policiaco.
Anteriormente, el 23 de julio del 2014, un miembro de una pandilla acusado de ejecutar a un joven de 19 años hirió con disparos de fusil de asalto a dos uniformados que pretendían detenerlo, en una balacera que duró alrededor de tres horas.
Los agentes policiacos recibieron el reporte de que el pandillero, identificado como Joaquín Cibrián, se hallaba refugiado en un domicilio de La Joya, Texas, y solicitaron apoyo para capturarlo. “Una vez que llegaron las autoridades a la casa, su objetivo comenzó a dispararles con un rifle semiautomático”, contó el jefe de la policía, Giovanni Hernández, al diario local Breitbart Texas.
“Los policías volvieron a su formación y buscaron ponerse a cubierto detrás de sus unidades. A medida que la situación empeoraba, terminaron siendo inmovilizados durante tres horas”, refirió Hernández. Cibrián no pudo ser sometido hasta que llegaron cuerpos especiales que utilizaron gases para obligarlo a abandonar su refugio…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2017 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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