lunes, 19 de octubre de 2015
Barcelona tendrá un cónsul de México relacionado con el narco
EL PERIÓDICO Der ser ciertas las afirmaciones de 14 testigos protegidos, las suposiciones de innumerables víctimas de secuestro y extorsión, las investigaciones a uno y otro lado del río Bravo, la calificación de la revista Forbes como una de las «10 personas más corruptas de México», o la propia convicción del pueblo veracruzano, que aún lo recuerda como «el Z-1», o protector del cártel de Los Zetas, México envía a Barcelona como cónsul a un auténtico representante de lo que hoy es su Estado.
Miembro de pura cepa del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), gobernador del estado de Veracruz entre el 2004 y el 2010, el cónsul Fidel Herrera llegará el lunes a ocupar la Casa Muley Afid, el palacete que alzó Josep Puig i Cadafalch en el paseo de la Bonanova y que un cónsul muy distinto, el poeta Sealtiel Alatriste, convirtió en delegación mexicana para Catalunya y todo el norte de España. «Hay muchos mexicanos allá, el nombramiento ha sido recibido con mucho entusiasmo», dijo el exgobernador antes de partir a Barcelona.
EXILIO DE LUJO
No será cónsul general, sino de carrera. Así, su nombramiento no tuvo que pasar la aprobación del Senado. «Para Veracruz es bueno que Fidel Herrera esté lejos, tras el terrible daño que ha hecho al estado su gobierno y su herencia», dice un medio veracruzano. Otro señala en su editorial: «Al exgobernador Fidel Herrera le construyeron un exilio de lujo necesario para acabar con su proclividad a internarse en asuntos de Estado». El propio Herrera, de 66 años, ironizó: «No lo veo como un exilio. Hoy existen Blackberry y Whatsapp, la aldea global me permite estar conectado». También dijo: «Yo solo quiero que le vaya bien a Veracruz».
Fidel Herrera dejó en el gran estado del Golfo de México una deuda pública de casi 600 millones de euros y se despidió de Veracruz amparado por una agencia ilegal que trató de lavar su imagen y atacar a sus enemigos en la televisión y las redes sociales. Pero en la memoria popular queda el rastro de sangre y el auge de los secuestros y extorsiones que perlaron su mandato, sobre todo en el puerto de igual nombre de ese estado oriental, punto estratégico en el tráfico de cocaína y drogas sintéticas a EEUU y Europa.
REUNIONES Y FIESTAS TURBIAS
Cuando todo el estado de Veracruz estaba aún lleno de letreros rojos de campaña que solo decían «Fidel», se formó una especie de «consejo de gobierno o junta gerencial» de los narcotraficantes del Golfo denominado La Compañía, que llegó a dominar las rutas del trasiego de drogas a lo largo del este del país.
Al menos 14 testigos protegidos, excolaboradores del entonces gobernador, han detallado las varias reuniones y fiestas de Herrera con capos y jefes de plaza de los narcos y han explicado cómo optó por apoyar a Los Zetas cuando, a finales del 2008, dejaron de ser el brazo armado del cártel del Golfo para convertirse en el grupo más temido del país.
La narcoguerra dentro del que era el estado modélico de México convirtió al gobernador en el Z-1, tanto en las calles veracruzanas como en las redes sociales, donde esa equiparación fue trending topic. Tampoco resulta Herrera una oveja negra: su sucesor al timón de Veracruz, Javier Duarte, ha cuadriplicado la deuda pública y engrandecido los regueros de sangre.
Bajo su mandato ha medrado el cártel ahora más poderoso, el Jalisco Nueva Generación, que se presentó en Veracruz como los Matazetas, y han sido asesinados, desaparecidos o ahuyentados más periodistas que con su antecesor.
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