martes, 22 de diciembre de 2015

Aumentan casos de depresión navideña

LA CRÓNICA La alegría que se percibe en la Navidad, los encuentros familiares, los regalos, las luces, y en general el ambiente de paz y amor característico de esta época del año, es —en opinión de académicos, sociólogos y psicólogos— sólo eso, una percepción, una imagen impuesta por el mercantilismo, que no todas las personas viven de la misma manera y con creciente frecuencia deriva en depresión con desenlaces fatales y repunte del suicidio en nuestro país.
Esta imagen de lo que en teoría es la Navidad puede inducir a algunas personas a experimentar episodios de la llamada “depresión navideña”, con aumento en las cifras de pensamientos suicidas, que en casos extremos desembocan en hechos fatales. Para la doctora María Elena Sánchez Azuara, investigadora del departamento de Sociología, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa, en la actualidad es mentira el ambiente que se pretende vender de alegría, paz, amor y armonía, en el que las familias están reunidas con motivo de las fiestas navideñas. Especialista en psicología social, señala a Crónica que “en este momento histórico, más que en el pasado, las familias están expuestas a la desunión, enfrentan violencia intrafamiliar, hay conflictos, y entonces es un mito que las familias unidas celebran las fiestas navideñas. Para muchas personas la realidad que se experimenta contrasta con la imagen que se tiene de la Navidad”. Se habla de la familia y la unión en la Nochebuena, y de los regalos; pero lo cierto es que esos regalos sustituyen las verdaderas necesidades, profundas, que todos los seres humanos tenemos: las necesidades afectivas a las cuales nada puede reemplazar. “Aquí el problema es que se vende la idea de que, si tienes las posibilidades económicas de adquirir, comprar, o recibir objetos materiales, es como si en efecto recibieras lo que en realidad falta: el amor, el cariño, el afecto, la necesidad de un contacto profundo”. Es decir, recalca, se sustituyen estos afectos por los bienes materiales. Aunado a lo anterior, diciembre también es una época en que se activan los sentimientos de tristeza, ante el recuerdo de los seres amados ausentes, por ejemplo los que ya han fallecido, lo cual puede llevar a la depresión e incluso el suicidio. Lo positivo de la vida está en sentir, que es precisamente lo que se pregona en la Navidad; pero si hay alguien que no lo siente, que no lo vive, entonces no espera nada de la vida. “Si alguien no se siente capaz de recibir la felicidad que en teoría se experimenta en estas fechas, el pensamiento es que esa felicidad no se merece, y entonces la alternativa es terminar con ese sentimiento”. RELACIONES EN DECADENCIA. Sánchez Azuara abundó en el momento histórico en que se ve envuelta la sociedad en su conjunto, que es la globalización, en la cual el afecto se cambia por la efectividad; es decir, por el afán de ser productivo y por los bienes materiales. “Entonces, tenemos que hay algo en las personas que no las llena, hay un vacío: porque los valores que prevalecen son los de tener, comprar y regalar bienes materiales, no las necesidades afectivas humanas. Las relaciones cara a cara —advierte— se están sustituyendo por las relaciones virtuales. Cada vez es más común ver incluso a los niños jugando con su Ipod en lugar de practicar aquellos juegos de tocarse, de interactuar unos con otros, de contacto, de afecto. Todo eso se ha cambiado por relaciones virtuales, por lo cual, evidentemente, hay carencias en las personas que se tratan de cubrir con bienes materiales. Y cuando estas carencias no son cubiertas estos índices de depresión se incrementan sustancialmente. SUBEN SUICIDIOS. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que en Sonora, en diciembre de 2001 se registraron 20 suicidios, mientras que la media durante todo ese año se mantuvo en 14 por mes. En Puebla, en el mismo año y mes referencia se registraron 33 suicidios, en tanto que la media anual fue de 21 suicidios. Y en Sinaloa, en diciembre la cifra se ubicó en 14 suicidios mientras que la media en el año fue de 13. ¿“ECHARLE GANAS”? Consultada por separado, la maestra Katia Villafuerte Cardona, directora de la Licenciatura en Psicología Organizacional en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (ITESM) dijo que en esta época es cuando más notorio resulta que una persona tiene problemas sentimentales con la pareja o que no tiene pareja, pues social y tradicionalmente se acostumbra estar cerca de la familia, con los hijos y los amigos. Estas ausencias o carencias —señala— se acentúan y hay a quienes se les agudiza la soledad, lo cual provoca un incremento en la depresión navideña. Si este es el caso, habrá que estar muy alerta para identificar la tristeza o la depresión que una persona pueda sentir o padecer, pues no basta con decirle “échale ganas”. Una persona con depresión, detalla, no se halla en una situación de gusto o elección, tiene lapsos de tristeza más prolongados, sin una razón o un motivo para estar triste, o muchas veces la causa no se identifica ni se sabe que lo originó. En este mismo sentido, indica que existen muchos factores de depresión, como el pensar en lo que se debería estar haciendo en Navidad, el tipo de relaciones familiares, amorosas, de amistades que se deberían tener, y cuando se compara lo que se tiene y lo que se debería tener, o lo que se quisiera tener, es cuando la persona se comienza a sentir mal consigo misma. COMO PODER AYUDAR. Lo fundamental en estos casos —señala la especialista— es tener apertura y comunicación abierta, preguntarle a la persona, ver qué está pasando, explorar si es algo pasajero, por una situación en particular, o si es una situación que ya tiene tiempo, y ver qué tanta apertura tiene esa persona para ir con un especialista. Porque quien debe buscar la ayuda es la persona misma que está sufriendo el padecimiento; desafortunadamente no se puede llevar alguien a recibir ayuda, si ese alguien no quiere.

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