domingo, 10 de enero de 2016
Todo empezó con una matanza de chinos
LA CRÓNICA Los primeros años de la historia del narco en México, recogida en diversos textos, entre ellos los del ex director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Guillermo Valdés, se escenifican en lo que décadas después se convertiría en la tierra dominada por el cartel de El Chapo Guzmán.
La historia de los cárteles sinaloenses está lejos de la leyenda que se crearon para explicar sus orígenes: hombres forjados desde la pobreza con base en empeño y sagacidad. En realidad sus orígenes se localizan en el despojo a un grupo de extranjeros, los chinos, que se convirtieron en víctimas de la xenofobia desatada en el México de inicio de los años treinta.
Valdés rememora, por ejemplo, que en las décadas de fines del Siglo XIX, la construcción del ferrocarril y la explotación de minas en Baja California, Sinaloa y Sonora atrajeron una cantidad importante de mano de obra china. Poco a poco, comenzaron a instalarse fumaderos públicos de opio.
A inicios del siglo XX se vendía jarabe de heroína para la tos, faringitis, laringitis y neumonía; el vino de coca y el vino Mariani para curar depresión, presión baja y dar tono a las cuerdas vocales. La mariguana se consumía para combatir el asma.
Puede inferirse que los chinos eran, en el noroeste del país —principalmente en Sinaloa, aprovechando las condiciones climatológicas idóneas—, quienes habían implementado el cultivo, mano de obra y conocimientos para la producción de la amapola y su transformación en opio. Se trataba de un esquema completo que iba de la producción al consumo, algo que resultaría útil más adelante para el tráfico de la mariguana.
Los chinos (y no los sinaloenses) hubieran seguido expandiéndose en estas actividades, de no ser por el inicio de una etapa negra, hoy oculta y olvidada, de la historia del país. La xenofobia que se desarrolló en la década de los treinta en algunos territorios del país, incluyendo Sinaloa, la cual se dirigió directamente hacia los chinos.
La revista Nexos se refirió en 2013 a esta etapa como “uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de México” y se preguntó incluso si no se debe dar una disculpa a los chinos por aquellos hechos. El ataque a los chinos permitió que mexicanos los despojaran de sus casas y terrenos de cultivo.
Mientras tanto, la producción del opio, mariguana y otras sustancias estaba en la mira de autoridades estadunidenses que pretendían controlarla. Es en esa época que las campañas de odio y racismo contra los chinos y los negros se mezclan con el consumo de enervantes: a los criminales se les achaca estar bajo los influjos de estas drogas al momento de cometer los crímenes. A la postre, el tema pasa de la esfera de la salud a la de seguridad pública.
Comienzan entonces las presiones para que México cree leyes contra el opio y la mariguana.
Es en ese contexto en el que grupos de mexicanos se adueñan de los terrenos y producción regenteadas por los chinos. Los asiáticos no están en posición de defender sus propiedades y a veces ni su vida. Muchos morirán bajo odios raciales. En el mejor de los casos, serían mandados fuera de Sinaloa.
Familias sinaloenses se apropian de una actividad que está pasando a la ilegalidad.
Las semillas de los cárteles mexicanos de la droga habían sido sembradas.
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