jueves, 3 de marzo de 2016
La casa de Romero de Terreros está abandonada y deteriorada
LA CRÓNICA La rehabilitación de la antigua casa de Romero de Terreros, ubicada en el número 59 de la calle República de El Salvador del Centro Histórico, considerada durante el siglo XVIII una vivienda real, es uno de los trabajos que el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México proyectó en su plan integral de manejo 2011-2016; sin embargo, hoy el inmueble se encuentra abandonado y con un deterioro considerable debido al nulo mantenimiento y a deficiencias de construcción. Así lo revela el único estudio estructural elaborado en los últimos 50 años.
De acuerdo con la Coordinación de obras y construcción de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), institución que custodia la casa catalogada como Monumento Histórico Inmueble por parte del INAH y en la que vivió el hombre más rico de la Nueva España: Pedro Romero de Terreros, la empresa Colinas del Buen SA de CV realizó en enero de 2012 un estudio en el que se puede leer:
“Como resultado de la inspección del inmueble se concluye que debido al deterioro que presenta, a las deficiencias en el proyecto estructural, deficiencias en la construcción, y el nulo mantenimiento, si la decisión es utilizarlo, es necesario elaborar un proyecto de refuerzo estructural y evaluar el costo de la obra que permita utilizarlo en condiciones de seguridad y servicio adecuadas”.
En dicho estudio realizado a solicitud de la UACM, se enfatiza que el estado actual de abandono de la casa también conocida como Casa del Conde de Regla, es una condición que acentúa el estado ruinoso del inmueble, adicionalmente otros agentes ambientales han incrementado el deterioro, por eso, “en caso de quererlo utilizar nuevamente, se requeriría una restructuración sustancial”.
De acuerdo con los datos históricos documentales del INAH, el arquitecto Luis Ortiz Macedo (1933-2013) en su libro Palacios nobiliarios de la Nueva España describe esta casa como “una de las residencias mobiliarias más suntuosas. Ningún otro palacio, salvo el virreinal, llegó a poseer tantos elementos de plata cincelada en su ornamentación, ni siquiera el palacio de los condes de Santiago de Calimaya (hoy Museo de la Ciudad de México) o el de los descendientes del marqués del Valle de Oaxaca”.
Este inmueble fue construido en 1768, con los conceptos arquitectónicos de la época para los grandes palacios coloniales, en los que la planta baja estaba destinada a los servicios, en este caso, tenía dos locales destinados al comercio y en la planta alta se encontraba la planta noble, destinada a las habitaciones.
En el estudio se puede leer que “la primera crujía, que es la que mejor conserva los elementos arquitectónicos originales, se le agregó un nivel. El resto de la construcción fue demolida y en su lugar se construyó un nuevo edificio de tres niveles (con una planta arquitectónica distinta) con muros de carga de tabique recocido y los entrepisos se construyeron utilizando metal desplegado y una capa de mortero; sobre él se colocó duela y en el caso de la azotea, un entortado”.
En 1928, se añade en el documento, el ingeniero Francisco Cortina García modificó el antiguo palacio transformándolo en una vecindad bajo los términos de rentabilidad de la época, así como de los criterios estructurales y constructivos de este periodo.
¿Qué trabajos de restauración necesita esta casa histórica?, el estudio plantea una reposición total de los entrepisos, ya que además del importante deterioro que presentan, son estructuralmente débiles, “están formados con metal desplegado y una capa de mortero. Su capacidad para formar un diafragma rígido que se comporte correctamente, es dudosa”.
También, se especifica que algunos muros no cuentan con resistencia y rigidez necesaria y existen partes donde se demolieron muros originales de piedra para ser sustituidos por columnas de acero que no mitigan los daños ante sismos; “por esa razón, en el sentido transversal del edificio es débil. Para solucionar ese problema es necesario colocar elementos de rigidez, lo que podría conseguirse con muros bien estructurados”.
Además, se detalla, gran parte de los muros de tabique y de piedra presentan agrietamientos de consideración, debido a distintas causas: apoyo de vigas sin cadenas de repartición; hundimientos diferenciales y movimientos sísmicos. “En todos los casos deberán ser sustituidos totalmente. El caso del muro ubicado al final del patio (en sus tres niveles) es especialmente crítico”.
De acuerdo con documentos emitidos por el INAH, a petición de Crónica, la Subdirección de Autorizaciones otorgó la Autorización Número 538/11 con fecha del 7 de noviembre de 2011, para efectuar trabajos de limpieza en la antigua casa.
“Las tareas realizadas fueron fumigación, desinfección, limpieza en general que incluye el retiro de escombro y basura, apuntalamiento de áreas en riesgo de colapso y colocación de una escalera a base de andamios tubulares, retiro de tapanco, duela y liberación de muros divisorios con alto grado de deterioro contemporáneos, así como de la elaboración de calas en elementos estructurales en general”.
¿QUIÉN FUE ROMERO DE TERREROS? En el registro hecho por el INAH, se explica que el 7 de diciembre de 1768, el rey Carlos III concedió el título de conde de Santa María de Regla a Pedro Romero de Terreros, caballero de la Orden de Calatrava y como caso excepcional ingresó a dicha orden sin presentar pruebas de nobleza de sangre por orden del rey “en atención a los altos méritos que poesía y los grandes servicios prestados a la Corona”.
Entre los méritos, fundó el Monte Pío de Ánimas (hoy Nacional Monte de Piedad), auxilió económicamente a los virreyes De Croix y Bucareli y en 1776 le obsequió a Carlos III un navío de guerra con 80 cañones.
Por lo tanto, en la Enciclopedia de México, de Luis Ortiz Macedo destaca que Terreros fue uno de los hombres más notables de la Colonia. “Nació en Huelva en 1710, pero se trasladó a la Nueva España para ocuparse de los bienes heredados tras la muerte de su hermano José. En 1742, en Querétaro llegó a ser el alcalde ordinario y posteriormente, alférez real y alguacil mayor. Cuando falleció su tío, heredó la fortuna que le permitió asociarse con José Alejandro Bustamante en la explotación de minas de Real del Monte”.
Años después, agrega el autor, llegó a La Vizcaína, donde se dedicó a la venta de metales, convirtiéndolo en uno de los hombres más ricos de la Nueva España, donde emprendió obras de beneficencia y dio generosos donativos a colegios y conventos.
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